Capítulo 22

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Escuchamos ruidos raros, aterradores. Nadia me pidió que me valla a la terraza, que me esconda, sin miedo y sin hacer ruido, que solo la buscaban a ella y no buscarían mucho si hay o no otra persona. Me dijo que me quede tranquilo que podrían dejarla sin piel antes de decirles mi nombre, que si llegara a ver a Sebastián le diga eso mismo y que lo amaba. Yo me negué a los gritos. No tenia tiempo de explicarme la inutilidad de hacer eso, así que tan solo me dijo que solo así el libro que había empezado a escribir no perdería el prefacio, que era la única copia que tenia y que cuando la dejen en libertad quería terminarlo, pero no lo haría si yo no le guardaba el comienzo.

No se en que estaba pensando, pero le hice caso. Al llegar a la terraza note una vista panorámica. Toda la ciudad se veía. Debería de ser una escena de alguna película romántica y no de terror. Supe que las cosas que nos enseñan eran aun mas una mentira.

Me escondí muerto de miedo y escuchaba a Nadia a las puteadas mientras que los milicos irían a demoler su casa.

Oí que un par subían a la terraza.

Al rato volvió el silencio. Yo salí corriendo hacia la baranda y mire hacia abajo. Me giraba todo, sentía que mis movimientos eran cortos y rápidos. Como si estarían cayendo millones de relámpagos sobre la oscuridad de la noche.

Metían a Nadia a golpes dentro de un auto. Estaba muy lejos y no podía ver ni la patente ni los rostros de los hombres. El auto se fue rápido.

Y no vi nada más.

Caí desmayado    

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