Galean
Este hombre al que respetaba tanto cuando llegue e incluso muchos años después, era incluso más peligroso que ella. Apostaba todo a que estaba en lo cierto. Él podría enmarañar a los demás pero yo no era el caso. Y quiero pensar que Di también sabía lo que él llevaba debajo de su vieja piel de serpiente.
¬ Galean. ¿Cómo estás?
¬ Mmm, ya lo sé. No me veo bien. Iré a dormir ahora, mientras puedo. – iba a moverme, lo juro. Pero no pude, no podía dejarla a merced de este viejo amigo que ahora estaba seguro; la conocía mejor que yo.
Júpiter se quedó mirándonos. Paseaba sus ojos de ella a mí y de vuelta a ella. Era un animal inexpresivo, difícil de leer pero no imposible. Podía interpretar lo que sus ojos decían. Por alguna razón él quería verla muerta y a mí, después de ella. Hizo una leve sonrisa mirándome de vuelta. Parecía que lo iba a perder, que en cualquier momento se despedía del abrazo asfixiante de la cordura pero sin agregar nada se puso de camino a la salida. Solo pude relajarme cuando me di cuenta de que no iba a volver por aquí.
Bostece una vez más y por primera vez en cuatro días el cansancio se desplomaba sobre mí pero antes de poder dormirme pude verlo con claridad. Yo seguía siendo su plebeyo, el plebeyo de "La Soberana de Hielo" o como muchos preferían llamarla "La Perra de Hielo". Decían que nada penetraría un corazón tan duro, ni el llanto de un niño ni las suplicas de un anciano. Nada en su reino conmovería a una mujer tan fría.
Nada lo haría.
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¬ ¡Galean!, ¡Galean! Despiértate. – Lynn me apresuraba con su dedo índice en mi frente. Di mirando desde el otro lado se reía muy divertida. La anciana era una mujer muy inteligente, de lo más cálida y amable. Se notaba que había sido guapa de joven. Con aquellos ojos grises, cualquiera se enamoraría.
¬ ¿Qué pasa? – Me frote los ojos con las palmas de mis manos.
¬ Necesitamos que te vallas. Tenemos que cambiar de ropa al "nuevo".
¬ Has estado aquí por poco más de nueve horas. – Agrego Lynn.
¬ ¿Mmm?... oh. Claro, me iré. – Tome el morral que se encontraba a un costado con tanta naturalidad como era posible y le solté un guiño a Di antes de que pudiera darse cuenta de que eso no me pertenecía. Lynn no me vio.
Me había dormido a su lado. Pero que fiel lacayo que era. Me sentí como un idiota.
Cuando salí al pasillo Fren estaba allí pero no había venido por mí. Las noticias viajaban rápido cuando diez personas ocupaban menos de cuatrocientos metros cuadrados.
¬ No es debido espiar. –Le dije con tono burlón.
¬ ¡¿Qué?! – Fren no entendía de que le hablaba. Solté una pequeña sonrisa.
¬ ¡Ven! No seas tonto. – Con una mano en su espalda lo empuje despacio indicándole que caminara conmigo. Fren me siguió todavía sin saber lo que pasaba.
¬ Ellas están ahí y van a cambiarla. No sería buena idea que entres ahora.
¬ Claro... y... ¿Cómo es? ¿Es cierto que es linda? –Fren era como cualquier otro crío de diecinueve años, como cualquier otro.
¬ Mmm... no sé qué te dijeron pero créeme, es solo otra chica.
¬ ¿Qué te ocurre? De repente suenas como un tonto. - Le di un puñetazo en el brazo y nos detuvimos en mi puerta.
¬ Si, lo es... pero conserva la calma. Recuerda lo que se siente llegar a este lugar.
¬ Se exactamente lo que se siente G.
¬ Y ella todavía no. –le di unas palmadas en su hombro y me aleje bostezando otra vez. Aquella conversación no era de mi agrado. En los seis meses que Fren llevaba aquí, nos hicimos muy buenos amigos y ahora él estaba impaciente por colarse de la única chica "accesible" para él. Ni Diana, ni Lynn, ni siquiera Tania. Y eran las únicas en este lugar. Hasta ahora, claro está. ¿Realmente será necesario pasar por esto?
Fren se iba cuando entre en mi recamara pero detuve la puerta para averiguar solo una cosa.
¬ ¿Quién te hablo de ella?
¬ ¿Quién crees? Tu lolita. –Fren se me reía en la cara.¬ Parece que te dio una visita en la enfermería mientras dormías.
Deje que la puerta se cerrara para que no viera lo poco que esa imagen me agradaba. Por supuesto que había sido Tania. Era la niña más insistente que había conocido. Con solo quince años había venido a parar a este agujero en el medio de la nada y por alguna extraña razón se había flechado conmigo. Por si fuera poco si había alguien que perfilara el rol del más aislado, esa era ella. Para su desgracia sólo sabía hablar en ruso y algo de francés que su madre le enseño según lo que Fren le pudo sacar. El "French Boy" era el único que podía comunicarse con ella y solo lo hacía si era necesario. Los demás nos comunicábamos todos en inglés o en español. Pero la mayoría éramos más fluidos en inglés, como yo que había sido criado en Londres.
¬ Pobre niña. – suspire dejándome caer en la cama.
Pero ella no me daba lástima. Crush por otro lado sí. El solo tenía doce años o al menos eso era lo que él decía. Podía ser más pequeño, después de todo ¿qué cosa en este mundo te impide mentir para dejar que los demás te crean? Recordé a la recién llegada y abrí la mochila otra vez. Saque el libro de edición casi milenaria y recostándome, decidí dedicarme a la lectura hasta que pudiera conciliar el sueño.
De todo lo que ella podía llevar en su mochila para un viaje, esto era lo que llevaba.
¿En Dónde estaba mi maldita Reina de Hielo?
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OSCURIDAD Entre Dos Mundos
Ciencia FicciónMax se prepara para irse de su casa pero ese viaje la lleva a un destino inimaginable. ¿Cómo escapas de un mundo que parece devorarte de adentro hacia afuera? ********************************