Capítulo 4

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-Señorita Rachel, tengo entendido que habla a la perfección el idioma de allá-. Dice Orwell,
-Tal vez no a la perfección, pero sí lo sé hablar fluidamente-. Responde Rachel.
-De acuerdo con el plan, tiene que tener una nueva identidad-. Dice Orwell sacando de un cajón unos pasaportes.
-Tenga, esto es suyo-. Le da un pasaporte, en sí una identidad Rumana. -De ahora en adelante usted Rachel se llamará... Irina Bălan-. Agrega Orwell.
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-Tengo una hora para abordar el avión-, dice Rachel a sí misma después de salir del edificio camino a su camioneta; se montó en ella y condujo hasta su casa.
Ya estando allá, agarró sus cosas incluyendo el pasaporte norte americano, hizo dos maletas, pues el tiempo que se quedará en Rumania es indefinido.
Rachel llegó al aeropuerto a punto de abordarlo, lo cual  le causó casi perder el avión, fue la última en abordar, el asiento en donde le encontró era como el de la mayoría (clase media).
Ella sabía qué  le esperaba en Rumania, un departamento a su nombre, pues tenía que hacerse pasar por una muchacha rumana.
-Irina Bălan, Irina Bălan, Irina Bălan- Rachel sabía que ya no se llamaría más así, bueno, por un largo tiempo, indefinido de hecho. -De ahora en adelante soy Irina Bălan-. Agregó; 5 minutos después, se quedó dormida.
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A las dos horas del viaje, Rachel se despertó, se desabrochó el cinturón de seguridad, se levantó de su asiento y se dirigió al baño; había una chica formada para entrar al baño, esperó 10 minutos para que ella entrara y saliera, después de esperar, ella entró al baño, era un baño muy pequeño pero limpio; Rachel se vio al espejo y trató de verse, no más como Rachel, si no como Irina, Irina Bălan, Rachel repitió varias veces ese nombre.
Se dirigió de nuevo a su asiento y se abrochó el cinturón, la azafata pasó por su lugar y le pidió un agua.

No Huellas, No identidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora