Estando a unos pocos metros, me saludó levemente con la mano, yo imité su actuar. Luego se acercó un poco más, agachándose para llegar a la altura del pequeño. —. Hugo ¿por qué escapaste? — Por mi lado, lo único que podía hacer era admirar la situación, bastante confundido.
— lo siento... Mari — Mari... Ante aquellas palabras, suspire con alivio. —. Solo quería saludar a Adrien. — Dijo para luego esconderse tras mis piernas.
— ¿A-Adrien? ¿Acaso ustedes se conocen? — Su desconcertada mirada chocó contra la mía, haciéndome reaccionar.
— ¿Eh?... ¡Si! — Pasé una de mis manos por mi nuca—. Ayer lo encontré y estaba un poco triste ¿no es así? Le terminé invitando el café que rechazaste... — Dije, dejando en evidencia mi tristeza. Mire en dirección a Hugo, el rápidamente asintió.
— ¡Él fue quién compró los croissant, Mari! — Dijo en un medio grito que me pareció bastante gracioso.
Marinette seguía con el ceño fruncido, entonces comprendí que quizás era mi presencia la que incomodaba. —. C-creo que ya es momento de irme. — Toqué el hombro del pequeño mientras Marinette seguía en silencio. —. Bueno, es hora de despedirnos campeón. — dije con una mueca, él respondió con un gracioso puchero.
— ¿Olvidaste tu promesa? — murmuró.
— ¿Promesa? — Pregunté confundido, Hugo hizo gestos, indicándome que me acercara.
— Dijiste que me presentarías a Chat Noir — frunció el ceño al igual que Marinette, hecho que me llevó a pensar que quizás tenían algún parentesco.
— Claro que no lo he olvidado, quien sabe, quizás un día vaya a visitarte, pero será nuestro secreto ¿Está bien? — Sonrío alegre y asintió.
Levanté mis verdes hacia la chica nuevamente y me despedí un tanto frustrado de su reacción.
¿Tanto era su odio? Digo, sé que nuestro pasado no era el mejor, pero aún así me dolía.
— adiós... Adrien. — dijo acomodando su flequillo. Su cara seguía casi igual, blanca porcelana adornada por diminutos puntos cafés que actuaban como pecas, sus ojos permanecían igual de grandes como hermosos y su cabello... ¡Dios! Amaba que su cabello fuera tan largo, sentí una necesidad inmensa de enredar mis manos en él.
Sonreí depositando un certero beso en su mejilla y juro que grite por dentro al ver el intenso carmín, que ya no solo adornaba sus mejillas, más bien, toda su cara.
— ¡S-sí! — Toco nerviosa el lugar donde mis labios habían estado.
Me alejé caminando de espaldas y moviendo mi mano hacia ellos, Marinette no respondió, tomó la mano de Hugo y lo dirigió hacia la zona egipcia para seguir observando lo que les quedaba de museo —. ¡Hugo! ¡Cuida a tu hermana por mi! — Mencioné antes de dar la vuelta.
— ¿Hermana? Mari no es mi hermana... — Termino con una sonora risa, logrando que con aquella frase mi inquietud volviera, pero al voltearme ya se habían perdido entre la multitud.
Llegué a casa exhausto. Al parecer Lila aún no volvía, me sentía bien pues por primera vez, después de mucho tiempo no desperdiciaba un día libre.
Caí sobre la suave cama, saqué con cuidado mi corbata y como siempre que estábamos solos, Plagg llegó a mi lado. —. ¿Qué tal tu acoso? — Farfulló con medio trozo de queso en sus manitos.
— ¿De qué hablas? — Musité.
— Por favor — Pasó desde el aire hasta mi pecho. —. ¿Crees que lograras engañarme con el numerito del crítico de arte? Ambos sabemos que fuiste a ese museo para algo más que deleitarte con el bellísimo arte de Francia ¿No?
Levanté ambas palmas. —. Me descubriste. — Admití, Reímos un momento. —. ¿Crees tener fuerzas esta noche?
— Supongo... — dijo con desgano. —. ¿Qué le dirás a Lila?
Puse la palma de mi mano derecha sobre mi frente. —. ¡Lila! La había olvidado... Supongo que se me ocurrirá algo. — Plagg me observó fastidiado.
— ¿Qué harás luego? — flotó frente a mi rostro.
— ¿Luego? — arqueé mis cejas.
— Sí, luego de que Lila se entere que tratas de volver a conquistar a tu romance de la escuela. — Entre-cerró sus ojos aún más.
— Pues... — Medite sobre la respuesta, para mí, estaba más que claro, yo no amaba a Lila, pero no podía terminar una relación de 4 años de la noche a la mañana, era más que seguro que le metería cosas en la cabeza a mi padre y eso, sería de todo menos beneficioso. —. Demonios... ¡No lo sé Plagg! Supongo que le daré tiempo al tiempo.
— ¿Tiempo al tiempo? ¡Chico! Mientras más tiempo pase, será peor. — Suspiré.
— Tienes Razón — Lleve ambas manos a mis ojos, evitando caer en la desesperación. — Para serte sincero, no tengo nada planeado. — Volvimos a reír.
— Deberías buscar una buena porción de Camembert. — Miro el trozo de queso que sostenía. —. ¡Amor a primera vista! — Dijo para luego dar un gran bocado mientras yo sacaba mi lengua en señal de asco.
¡Gracias por leer!
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• Le Secret • (Corrigiendo)
FanfictionSeis años han pasado desde que Adrien no oye noticias de la única mujer que realmente ha amado. Desde aquella noche donde se perdió el control y los sentimientos se encontraban a flor de piel. Donde muchos secretos quedaron al descubierto, mientras...