MI LLEGADA AL INSTI:

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Un nuevo día siempre puede depararte cosas nuevas, incluso sin saberlo, un nuevo amanecer puede cambiar el rumbo de tus días y puede definir tu destino.

Un suspiro, una nueva idea, incluso un segundo de retraso puede traerte muchas cosas.

¿Cosas buenas?, ¿cosas malas? Es imposible de saber, lo que sí se puede saber con anticipo es que lo que te traiga la vida, es lo que puede sellar tu destino.

Pero lo que no puede saberse, es el momento en el que una de tus acciones pueda llevarte a rumbos desconocidos.

Es así como al simple hecho de bajar los escalones, él cambiaría sus tranquilos días para siempre...

Con la habitual distracción que acompañaba al joven ojos bicolor, él no notaría que sus pasos le adelantaban de la sala de profesores, más cuando su conciencia logró espabilarlo, él ya habría tumbado a una chica.

—Ouch... — Bajo la vista, encontrando a una pequeña figura que a penas y le llegaría a mitad del pecho, con razón no la había visto.

—Discúlpame, no veía por donde iba. — Le tendió la mano, siendo correspondido de inmediato.

No te preocupes, yo tampoco noté por donde iba. — A penas se levantó, volvió a agacharse para recoger un portafolio que se había caído.

Fue cuando a penas decidió poner atención a la chica. Sus facciones eran algo diferentes a las de las chicas que conocía; su rostro era menos tosco, algo parecido a la pequeña Violeta, pero ni siquiera ella se asemejaba a sus facciones. Parecía extranjera, pues las chicas que él estaba acostumbrado a encontrar eran rubias, pelirrojas o con cabello más claro, pero el suyo era oscuro con algunos mechones que podían verse, eran de diferente color. Creía conocer ese tipo de cabello como "castaño"; sus ojos de igual manera eran oscuros, pero había algo en ellos que no terminaba de describir.

Su inspiración explotó en su cabeza, siendo víctima de sentimientos, pensamientos, actos, cosas que ni siquiera estaría seguro de poder plasmar en palabras.

—Espero que no te hayas hecho daño.

—Ah, eh... no... eh... ejem, disculpa, ¿cómo te llamas?

—Sofia... Sofia Sarahi. — Le regaló una sonrisa mientras movía uno de sus mechones hacía atrás de su oreja. — ¿y tú?

—Ah, eh... L... Lysandro... Lysandro Ainsworth... eh... ¿t-te hiciste daño? — Su cerebro aún procesaba lo que le estaba pasando, lo que estaba viendo, su impresión lo había llevado a ser descortés. — Ah, disculpa mis modales, eh... ¿segura que estás bien?, ¿no necesitas que te lleve a la enfermería?, ¿hay algo en lo que te pueda ayudar?

—Jeje... no, estoy bien... aunque si hay algo en lo que puedes ayudarme... ¿sabes dónde puedo encontrar a la directora?

Creo que ahora mismo está en junta directiva, por lo mismo que ya toca la hora de las primeras clases.

—Oh... Debí suponerlo, ¿y sabes quién podría ayudarme?

—Me imagino que el delegado principal tendrá hueco y autorización para ello. Puedo llevarte si así lo deseas.

—Me sería de gran ayuda.

Perdona mi insistencia, pero ¿de verdad no quieres ir a la enfermería? Te diste un buen golpe... — La chica no pudo evitar hacer un signo de sorpresa algo evidente, a lo que solo pudo asentir y acompañar al victoriano a la enfermería.

Después de un chequeo rápido, ambos se dirigieron a la sala de delegados, donde Nathaniel se podía ver ordenando papeles.

—Bueno, aquí termina mi recorrido, señorita. Espero poder volverla a ver pronto. — El chico hizo una reverencia, siendo correspondido con elegancia y aires reales por parte de su próxima compañera.

—Igualmente, espero encontrarte pronto, Lysandro. Gracias por todo. — La castaña entró en la sala de delgados, dejando un poco confundido a el chico que la acompañaba. Nadie nunca le había hecho tener esa sensación de frescura al inclinarse.

—¿A dónde iba yo?

...

Mi querida princesa (Lysxsu)(?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora