Venganza.

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     El sol se estaba escondiendo, Julián y yo estábamos tirados en la arena, mi cara descansaba en su pecho mientras sus manos abrazaban mi cintura, mirábamos el cielo. De repente un calor se apoderó de mi cuerpo, me separé de él, me levanté y me dirigí al mar, dejándolo atrás. El agua estaba cálida, perfecta para este clima playero.

-Pero que hermosa vista tengo –lo escuché decir, se estaba refiriendo a mi cola, es la parte de mi cuerpo que más me piropeaba.

-Mmm, es todo tuyo –le dije con picardía y deje de caminar.

     Sentí sus manos tomar mis caderas y pegarme a él, mientras las mías sostenían sus hombros fuertemente, su boca se quedó en mi cuello, donde afincaba sus dientes, una de mis manos se quedó en su hombro mientras que la otra empezaba a bajar arañándolo un poco, no me preocupaba que alguien nos pudiera ver, estábamos solos. Gemidos salieron de nuestras bocas, mi mano, llegó hasta más abajo de su pelvis, aun por encima de su bermuda, agarre su bulto y lo apreté, sentí como se quejó y mordió con más ganas mi cuello, entretanto me unía más a su cuerpo, se me erizó la piel cuando sentí como se empezaba a formar su erección, ahora estaba disfrutando de sus "caricias", pero seguramente mañana lo iba a putear por dejar marcas en él, pero eso sería mañana, ahorita importa el ahora. Subió sus labios a los míos y los juntó con brusquedad, como él solo lo hacía, mientras que mi mano que estaba en su hombro, la subí su nuca para intensificar el beso, abrí mi boca aún más para dejar que su lengua recorriera cada rincón de ella, nuestras lenguas se encontraron y empezaron la guerra que siempre tenían.

     Como pude, logré separarme de él y emprendí mi camino de regreso a la cabaña.

-La puta madre Oriana –dijo casi en un grito.

     Lance una carcajada y , lo dejé con las ganas, pensando en que esa era la perfecta forma de iniciar mi venganza por lo de esta mañana. Caminaba con un poco de dificultad por el dolor, aunque muy placentero, que me dejó luego de sus rudas embestidas adentro de mí. Llegué a la cabaña, tomé mi celular que estaba en la mesita de noche, al lado de la cama, y me senté colocando mi espalda en el respaldo de ella. A los pocos minutos noté como cerraba las puertas de vidrio de la cabaña, se dio media vuelta, mientras se aproximaba hacia mí se quitó la bermuda y la tiró por los aires, me quitó el celular de las manos, se acostó boca arriba en la cama y de un rápido movimiento tomó mi cintura y me sentó sobre él, dejando cada una de mis piernas a su lado, se me escapó un fornido gemido al sentirlo tan firme y duro debajo de mí, que divina sensación.

-Más vale que termines lo que empezaste –me dijo autoritario, mientras subía sus manos a mis senos para empezarlos a pellizcar y masajear.

     Comencé a moverme con mucha lentitud encima de él, mis manos tocaban todo su torso desnudo, llevé mis labios al lóbulo de su oreja y lo oí gruñir mi nombre, por lo que dejé besos húmedos y mordiscos desde el hueco de su cuello hasta su boca, ya sus manos habían dejado mi pecho y recorrió todo mi cuerpo, las subió a mi pelo y jaló de él, junté mi boca con la suya y empezó la sincronización de nuestras lenguas, recorriendo cada parte de la otra, como siempre lo hacíamos, nos separamos un momento para poder respirar y fue el quien se encargó de unir nuevamente nuestros labios con una de sus manos en mi nuca para intensificar más el beso, capturé su labio inferior y lo mordí.

     Lo miré, me acerqué a su rostro y con mi lengua rocé sus labios, me estremecí al sentir mucha más presión debajo de mí, empecé a bajar mi lengua por su mandíbula, luego por todo su pecho para finalmente llegar a su punto más sensible, me entretuve un largo rato allí abajo, pasaba mis manos de arriba abajo, lo torturaba, en algunas ocasiones las pasaba rápido pero en otras lo hacía con mucha calma, me di cuenta que enredó sus dedos en mi pelo y fijó su posición, dándome a entender que no me detuviera, volví a escuchar como gritaba mi nombre y sonreí, yo también podía ser capaz de hacerlo sentir tan bien como el me hace sentir a mí, ascendí mis labios por su pecho y lo observé con sus ojos perdidos de placer, puse mis manos en sus pectorales y me removí con rapidez.

Única - Orian HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora