Fantasía.

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Se sentó en mi regazo poniendo cada una de sus piernas al costado de mi cuerpo. Llevó su boca directamente a la parte de atrás de mi oreja izquierda y empezó a lamer, a dejar besos húmedos y a morder el lóbulo de mi oreja.

Estaba manejando la camioneta por la carretera, una que habíamos comprado hace un par de meses atrás, estábamos a sólo hora y media de llegar a nuestro destino y ya se podía apreciar cómo se iba escondiendo el sol entre las pocas nubes que había en el cielo. La tensión sexual que hay entre Oriana y yo dentro de un carro es intensa y sin embargo, han sido pocas la veces que hemos satisfecho nuestras necesidades dentro de uno, por eso cuando empezó a sonar Lady Marmalade en la radio, canción perfecta para tener sexo donde sea, no tuvo mejor idea que tirarse encima de mí y, obviamente no me opuse en ningún momento, por lo que empecé a seguirle el juego.

Gemimos al mismo tiempo cuando empezó a mover lentamente sus caderas en forma circular encima de mí y ella sintió mi reacción casi al instante, seguía manejando, pero casi por inercia. En un momento me susurró al oído "que me detuviera, que lo quería ya", como pude me desvié a un lado de la vía y detuve la camioneta.

Apenas quité mis manos del volante, las llevé a su cintura haciendo más presión contra mi cuerpo para que no le ocurriera detener esos sensuales movimientos arriba de mí, Oriana aprovechó y quitó mi ramera tirándola por los aires. Ya nuestras bocas y lenguas estaban en la misma sincronía de siempre, en la misma guerra de siempre, apasionada, fogosa.

Sus manos estaban ocupadas en desabotonarme la bermuda que cargaba puesta, suspiré cuando empezó con su jugueteo por debajo de mi bermuda, provocando en mí un sollozo en su boca, entretanto mis manos vacilaron con quitarle el top que tenía, pero no aguanté y las introduje dentro de éste para apretar y masajear con fuerza sus senos, lo que la llevó a arquear su espalda y llevar su cabeza hacia atrás, haciéndome entender que siguiera y no me detuviera con las caricias que le estaba dando. Se estaba aguantando las ganas de gritar mi nombre.

Fue un fuerte mordisco en su labio inferior lo que la llevó a detenerse en lo que le estaba haciendo a mi torso desnudo para que ella se quitara el top, fijó su mirada en mis ojos y me hizo saber que sólo era mi bermuda y su short lo que nos estaba estorbando para podernos disfrutar mutuamente. Por lo que, mientras mi mano derecha sostenía su perfecta y pequeña cintura, la izquierda buscaba la palanca al costado del asiento para reclinar por completo el mismos, para darle un poco de comodidad a ella, cuando lo estaba haciendo, inclinó su cuerpo hacia adelante dejando su pecho a la altura de mi rostro y sin dudar un segundo, los lamí, los saboree, los pellizqué y los mordí, aunque no precisamente en ese orden, mientras que todavía la escuchaba intentar decir mi nombre, colocó una de sus manos en mi pecho y la otra en el asiento para no perder el equilibrio y poder seguir disfrutando de esa placentera sensación que yo la estaba haciendo sentir.


-Dale -jadee. Grita mi nombre -dije casi obligándola. Teniendo por su parte un grito ahogado en mi cuello.

Era tanto el placer, el goce que sentía que no podía emitir una palabra, así que con cuidado la tomé por los muslos, la levante un poco y ella colaboró quitándose sus prendas que me obstaculizaban tenerla adentro de mí, cuando terminó de hacerlo la agarré con fuerza de las nalgas y las pegué más a mi cuerpo, quería hacerla sentir lo firme y dura que estaba mi erección.

Ahora era mi turno, la volví a tomar de la cintura, hice un poco de fuerza al alzarla y fue ella la encargada de bajar mi bermuda junto con mi bóxer hasta la altura de mis rodillas, para terminarlo de bajar con sus pies, de nuevo la senté en mi regazo y comenzó otra vez con sus pausados movimientos de cadera.

Única - Orian HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora