Intro

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Porque esos dolores la sorprendían un poco, le gustaban y le atraían. Rondaban por su mente, buscando fórmulas para reproducir esa experiencia, que en el fondo, sabía que era única. Y no le importaba si tuviera que embriagarse, drogarse o llorar para aquello. Escucharía mil veces más la misma canción para encontrar la clave de tanta conmoción interior, releería una y otra vez las mismas frases solo para hallar la magia en esa inconsistencia inexplicable de la soledad, observaría su alrededor cuanto tiempo pudiese para apreciar y grabar en su mente esos gestos que nadie notaba... Para torturarse en la justificación del todo, encontrando nuevamente lágrimas para ahogarse en la inmensidad del sentir, de la melancolía propia de su esencia. 

Podía estar alegre analizando y convirtiendo esa melodía fiestera en dramatismo pesaroso. 

Era feliz siendo triste. 

Pero, ¿por qué seguía siendo egoísta?, ¿por qué intentaba buscar el sentido a eso que podía hacerla bailar, removiendo todo en ella, desde el fondo de sus entrañas, sus venas y su piel?, ¿por qué le costaba tanto sentir en los momentos propicios?, ¿por qué su naturaleza tendía al daño propio y ajeno?, ¿por qué era tan débil y le costaba admitirlo?, ¿por qué siempre debía derramar un poco de desperdicio a eso de la medianoche? 

Y todo aquello que la hacía despertar un poco de su trance asináptico la llevaba a querer bailar, beber y sollozar. Ya no podía negarse a la nicotina, más todo escaseaba, todo excepto la música y su interminable no existencia. 

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