Hamburguesas, Tabaco y Otras Drogas

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Capítulo 23:

Hamburguesas, Tabaco

y Otras Drogas

- James, James baja, James cariño - grita mi madre desde la cocina.

- Ahora bajo mamá - respondo instantáneamente

Bajo las escaleras con sumo cuidado, pues ya era tarde y a veces mi madre se quejaba de que hacíamos mucho ruido y le empezaba a doler la cabeza.

De cenar había una hamburguesa que, que me figuro, era del Glurp'n'Grow una cadena muy famosa aquí en Shadowville.

- James, ¿has estudiado para el examen de Historia que tienes mañana? - dice esperando una respuesta que ella ya conocía

- Si, la respondo casi automáticamente - se asombra, pero se calla

- ¿Ah si?, pues supongo que no te importará que te pregunte la lección - dice con una sonrisa picara dibujada en su rostro

- Por supuesto - la respondo

La verdad es que no había estudiado nada y como estos días todos en el pueblo estábamos muy liados, se me había olvidado por completo.

Pero, por suerte, suelo prestar bastante atención en las clases, gracias a ello me acuerdo de muchas cosas, a veces incluso de pequeños detalles que el profesor dice pero nadie le escucha, es casi como una memoria auditiva.

Cuando me término la hamburguesa, que por cierto estaba buenísima, subo a mi habitación y encuentro a mi madre ya preparada para preguntarme Historia.

Al fin terminamos y por suerte se ve que me la sé, decide retirarse a su habitación. Reviso que esté dentro de su cuarto y bajo las escaleras hasta llegar al viejo escritorio de mi padre.

Después de tanto tiempo sin ser usado estaba igual, el polvo se amontonaba en los viejos libros de Derecho y algunos de literatura.

Verifico que no venga nadie e intento encontrar la llave que mi padre escondía, para abrir uno de los cajones.

Me empiezo a desesperar, no la encontraba y me acordaba perfectamente de donde estaba, al lado de un libro de espiritismo rojo, nunca supe para que lo quería, pero me daba igual. Al final me percato de que bajo la alfombra persa que se encontraba bajo el escritorio hay un pequeño bulto...

Me agacho suavemente siendo consciente de que cada movimiento brusco se veía reflejado en un pequeño crujido del viejo parqué del despacho. Levanto la alfombra, y, al fin, encuentro la llave. Me acerco ansioso al escritorio y abro el primer cajón a la izquierda, ahí está tal y como él lo dejó, su paquete de cigarrillos con su mechero de los Lakers.

Abro la ventana con cuidado, pero chirría demasiado, así que decido subir a mi cuarto llevando conmigo el paquete de cigarrillos. Cuando estoy arriba abro la puerta de mi cuarto y veo como la puerta de mi madre se abre lentamente, así que corro hacia dentro y cierro mi puerta.

Entro en mi cuarto de baño y veo que la ventana estaba sospechosamente abierta, escucho un leve sonido tras de mi, pero tengo demasiado miedo como para girarme.

Miro al espejo y descubro la verdad, era Victoria.

- ¡¿Pero estás loca?!, ¿Sabes que tenemos puerta?, y por sí fuera poco, casi me matas del susto.

- Era una broma, es que, verás a mis padres no les gusta que hable con nadie, así que si quieres hablar conmigo, que no sea frente a mi casa.

- ¿Y quién ha dicho que quiera hablar contigo? - digo indignado - Y, ¿Cómo sabías donde vivo? - añado

- Verás, la verdad es que te he medio seguido, medio espiado - dice con una voz traviesa

Me apetece llamar a la policía, pero sus ojos verdes son muy profundos y en ellos podía ver algo, pero no sabía el que.

No se me estaba ocurriendo nada más que decir, así que le dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

- ¿Quieres un cigarrillo?

- Solo si tu te fumas uno también - responde

Saco la cajetilla de mi bolsillo, pero al hacerlo el mechero se cae. Los dos nos agachamos a cogerlo y cuando nuestras manos entraron en contacto, se me dilataron las pupilas y mi corazón empezó a acelerarse.

- Oh, mil disculpas - me dice ella

- La culpa ha sido mía - le digo súbitamente

Me arranca la cajetilla de tabaco de las manos, coge uno para ella y otro me lo da a mi. Le acerco el mechero y ella se inclina dulcemente para encender el cigarrillo, seguidamente yo también me lo enciendo.

Hablamos y hablamos hasta caer rendidos, al final llego el momento que me temía, en el que se tuvo que marchar.

- Adiós - me dice ella

- No nos digamos 'Adiós' digamos simplemente 'Hasta Luego' - añado yo

- Pues hasta luego señor Marsh - añade ella

Sin darme cuenta de nada la agarro la mano y ella al darse cuenta de lo que eso significaba, se vuelve y me besa.

Nos miramos y sale de mi casa tal y como había entrado en ella.

Esa noche no pude dormir, sólo podía pensar en Victoria y en el beso que me había dado, ¿Realmente sentía lo mismo por mi que yo por ella?

Si era así, me sentía feliz y estaba ansioso por verla mañana.

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2013 ⏰

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