Vino rojo.

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Con suma lentitud, casi irritable, su blanquecina mano se acercaba al mando de la puerta, temblando levemente, creando un sonido molesto y demasiado alto quizás, de las llaves agitándose.

Intentó abrir una y otra vez, introducir la llave en la cerradura, pero la tarea no era nada fácil, sobre todo si tus manos, las de siempre, te traicionan.

Cuando al fin la puerta hizo click, Han con una sonrisa cansada entró a su apartamento, vacío y sin vida, tristemente abandonado. ¿Dónde estaban sus gatos? Sus fieles acompañantes se debieron de haber quedado en la casa de su asistenta, esa sería la única explicación.

Suspirando con suma pereza, lo primero que hizo fue dirigirse a la nevera y coger sin sentir culpabilidad un helado. ¡Necesitaba algo dulce!

Al fin hoy lo habían dado de alta y sí, pese a su aun débil salud lo primero que se le ocurría era llevarse la paleta de helado a la boca, y felizmente, sonreír después de percibir el sabor del chocolate enloquecer su paladar.

¿Qué haría? ¿Qué vestiría para el día de hoy? Pese a que aparentemente veía un partido de fútbol en la gran pantalla, desde hacia media hora sólo pensaba y pensaba, ¿qué sería bueno ponerse para su cita?

Ci-Ta con MinSeok.

Se sonrojó como adolescente enamorado, tiñendo sus mejillas de rojo fuerte.

La palabra "cita" había revuelto su estómago de tantas mariposas que sintió, porque sería su primera cita, y no con cualquier persona, sino con su bello ángel.

A sus 28 años, LuHan no había experimentado nada en su vida. Su delicada salud siempre fue un impedimento para todo, una barrera molesta, un alarma que cada vez que alguien se le insinuaba, no tardaba en sonar y avisarle de que nada vale la pena, porque eso no es lo que quiere.

LuHan quería a MinSeok, y claramente después de tal afirmación, se situaría el punto final. Para él sólo existía MinSeok y sus bonitas mejillas, MinSeok y su agraciado caminar, MinSeok y su dulce sonrisa como la miel.

MinSeok, MinSeok...

Tantas fueron las veces que pronunció su nombre, y aun más las que usó en su cabeza para denominar así a su ángel y cuestionarse, durante un tiempo quizás demasiado elevado, "¿Qué debería ponerme?"

Después de un largo periodo de reflexión y una buena media hora de peinar su cabello, se sentía listo para salir a su primera cita, o algo así

No estaba listo, obviamente. En términos de seguridad, le faltaba sentirse capacitado de decir o hacer algo con sentido, que no fuera a asustar a Seok.

¿Qué haría él si lo asustaba y perdía? Probablemente LuHan no soportaría algo así, y es que el sólo hecho de pensarlo, ya creaba lágrimas gruesas sabor amargo.

La vida sin ese dulce chico no sería para nada posible, y Han no quería vivir si su apellido no se posicionaba, aun con el tiempo, delante del nombre MinSeok.

Elegantemente, su cuerpo era decorado por una fina camisa blanca, ni ajustada ni ancha, abrochada hasta la clavícula, que sugerente se dejaba ver, marcada y de alguna manera, sensual.

Tuvo varios problemas a la hora de ponerse los pantalones vaqueros color negro, y es que al ser tan ajustados, le fue difícil meterlos sin arañarse un par de veces. Su piel era tan sensible que un simple roce con su uña hacía que se le enrojeciera la piel y fuera adornada por esas bonitas rayas que hacían contraste con su pálido cuerpo.

Estúpidamente se decía que no pasaba nada, porque si algo bueno tenía ser paralítico, era no sentir el dolor en sus piernas.

El coche de su asistenta llegó delante del edificio y siendo ella una mujer bella y joven, quizás fue la primera en insinuarse a LuHan, con un lindo y sugerente "Te cuidaré y protegeré, LuHan.", frase que él, intentando ser respetuoso, y sin conseguirlo mucho por su falta de tacto, había contestado con un "No, gracias"

Dulce como la miel. [XiuHan Finalizado ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora