Aún cuando cualquier persona estaría más que satisfecha con el hecho de tener una linda familia y ser hija única, yo quería compañia. Quería alguien con quien jugar todo el tiempo, alguien que no fueran mis padres, alguien para hacer maldades y reírnos, alguien que fuera más que un amigo. No se como se lo hice saber a mis padres pero al poco tiempo de tener o sentir esa necesidad escuche por primera vez la palabra embarazo. Mi mamá esperaba un bebé y yo tendría un hermanito. No sabía ciertamente lo que implicaba eso pero no tengo dudas de lo feliz que me sentía ante la incertidumbre de lo que era ser una hermana mayor. Veía la emoción e ilusión en todos, la familia se hacía más grande, yo me sentía afortunada.
Recuerdo aquella mañana. Fuimos mi papá, mi mamá y yo a comprar plantas para sembrar en el jardín de nuestra casa. No olvido la sonrisa de mi madre, era plena, era hermosa, era radiante. Llegamos a la casa, todos con tareas divididas, mi mamá tenía un jumper en tela mahón azul claro y su cabello negro, largo y recogido a medias, esa imagen quedó congelada en mi. De momento ella dejó de trabajar en el jardín y aún sonriendo entro a la casa, casi enseguida llamo a mi papá y lo único que recuerdo después de eso es haber escuchado la palabra sangre y de algun modo entender que mi hermanito se fue al cielo.
Kevin, así querían llamarle. No se que paso, no recuerdo quien me lo dijo, ni como me lo dijo, no entendía porque ni que significaba pero estaba allí, triste como todos, con mi primer sueño roto y sin nadie que me explicará de una forma en la que yo pudiera entender que ya me había llegado el tiempo de sentir lo que era el dolor.
Pasaron los días y sólo había una casa en silencio. Mi madre estuvo dias encerrada en su cuarto, las pocas veces que la pude observar se veia triste, debil, sin fuerzas, con sus ojos mas cristalinos de lo habitual, mientras tanto mi papá continuaba trabajando y cuando lo veía tambien parecia decaido, mas que por la perdida de mi hermano, le dolia ver a mi mamá sufrir, lo vi salir del cuarto matrimonial muchas veces llorando, con su rostro enrrojecido y su voz quebrantada y mientras tanto yo sólo jugaba en mi cuarto y desde lejos estudiaba el dolor de otros, aún confundida y sufriendo mi propio dolor, aun tenía 8 o 9 años.
En el proceso comencé a sentir responsabilidades auto impuestas y un fuerte deseo de ayudar a mi familia, quería recobrar las carcajadas y los buenos momentos y mientras mi mamá permanecía en su cuarto, busque el libro de recetas que había en la casa. En la mañana preparé los peores huevos revueltos de la historia y se los lleve a mi mamá a su habitación en una bandeja, hacia días que no la veía salir del cuarto y sabía que necesitaba comer, luego prepare mi primer arroz con habichuelas y chuletas, menú muy puertorriqueño, quería resolver el que mi papá tuviera un plato de comida al llegar cansado de trabajar. El resultado fue arroz crudo, habichuelas sin sabor y chuletas saladas, a mis 9 años demostraba mi primer desastre culinario. Aún asi logre mi objetivo, mi papá con todo el amor del mundo llegó, le hable emocionada de como prepare el menú y se sento en la mesa, se comió lo que yo había preparado y yo me sentía satisfecha e importante , sentía que había aportado algo. Toda mi vida sentí ese deseo de ser útil, de ayudar a los demás y ver caras felices y cómodas. Hoy cuando en mi baúl interno de recuerdos busco este momento, vi a mi papá tragar grueso y contener sus lágrimas, lágrimas que siempre sentí eran de agradecimiento por la comida que le preparé pero que ahora con claridad y más experiencia puedo comprender los matices tan intensos y diversos que formaban parte de el.
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Yo desde mis ojos
RandomAlguna vez alguien me dijo que mi vida parecía una película, honestamente yo también lo he pensado. Demasiadas situaciones, angustias, dolor, enfermedades, violencia, descontrol, maltrato, cosas que tal vez comparándolas con otras, carecen de import...