Para esas fechas, ya sea porque estuvimos viviendo con ellos o por el amor que nos tenían a mi hermana y a mi, mis abuelos nos estuvieron llevando a muchos lugares. Fuimos a museos, a parques, a lugares históricos, a la playa. Mis abuelos eran bien activos y a pesar de sus limitaciones por salud o por la edad, les gustaba salir y compartir en familia. Abuela Amelia tenía problemas con sus rodillas y abuelo Pedro había sido operado de corazón abierto, siempre con su dieta estricta y su rutina de ejercicios diarios. Nosotras amábamos pasar el tiempo con ellos. Eran los abuelos con los que más compartíamos ya que de mi infancia con mis abuelos maternos (mis después favoritos), no recuerdo tanto.
Hubo un día en el que salimos de compras. Nuestros abuelos nos compraron trajes de baño, toallas, ropa y todo lo que implicara un pasadía familiar, nos explicaron que pronto nos quedaríamos en un hotel con ellos y que debíamos estar preparadas, también que ellos irían a quedarse antes y ya después nos llevarían a nosotras.Llegó el día de irse solitos, no tan solos ya que los acompañaban unos hermanos de la iglesia; ellos como siempre animados y prometiendo que pronto nos llevarían a nosotras también.
Aquel día tenía puesto un vestido de color negro y me encontraba en mi hogar, estaba mi papá, mamá y mi hermana también. Sonó la puerta y abrí, ahí estaba uno de mis primos, hijo de la hermana de mi papá y gemelo con otro, en total eran tres primos que tenía de su parte y nos habíamos criado juntos así que éramos como hermanos. Le sonreí y bromeaba con el como de costumbre pero el no respondió como habitualmente lo hacía, no me devolvió la sonrisa, no cedió al juego, el solo preguntó por mi papá, sosteniendo una postura seria y firme, una que asustaba. Avise a mi papá que mi primo le buscaba, papá salió del cuarto y yo entré al mío. De todos los detalles, lo próximo que recuerdo fue escuchar a mi papá llorar como nunca jamás lo había oído, puso sus manos en la cara, le dijo algo a mi mamá y ella comenzó a llorar igual que el, entonces yo aún no entendía que estaba pasando pero tampoco pregunté, solo esperé a que alguien pudiera hablarme y fue cuestión de minutos cuando ambos me decían que mi abuelo había muerto.
Abuelo Pedro y yo teníamos un lazo especial, estábamos conectados a un amor bien profundo, con el tenía largas charlas y creamos mil memorias juntos. Yo le respetaba como jamás he respetado a alguien y lo prefería ante todo. Siempre participaba de sus caminatas en la tarde y teníamos citas frecuentes cuando me llevaba a comer solos el y yo, aún cuando por su condición el solo se quedará viéndome comer a mi. Fue una de esas tantas veces en las que salimos a comer que en mi inocencia de niña aún, le pregunté: ¿abuelo, si mientras estamos aquí alguien llega a asaltar o a disparar... que nos va a pasar a nosotros por creer en Dios? y abuelo respondió con una dulce sonrisa: "Cuando crees en Dios, El envía muchos ángeles a cuidarte, no los puedes ver pero aquí están, formando un círculo a tu alrededor y protegiéndote de todo mal siempre". Esa respuesta jamás la he podido olvidar e incluso, aún ahora, es esa mi confirmación de que todo va a estar bien, aún cuando tenga miedo, aún cuando las cosas vayan mal; precisamente fue de esa respuesta que me aferré, para entender y enfrentar el momento.
Fueron días difíciles, muy difíciles. Ver a todos los que siempre vi sonreír, tan afligidos por primera vez. La casa se llenó de personas, todos dándole el pésame a la familia, mis primos me fueron a buscar al baño (me había encerrado allí a llorar). Al salir del baño fuimos a caminar alrededor de la urbanización y juntos buscamos la estrella más hermosa y le pusimos su nombre.
Llegaron los días más difíciles, decirle adiós definitivamente. Su velatorio fue en la iglesia, llegó familia de los Estados Unidos, se llenó el lugar a capacidad. Cada día del velatorio mi abuela me pidió que le diera un beso al cadaver de mi abuelo, aquel cuerpo frío y tieso que aún me costaba saber que no volvería a ver más. De todas las imágenes que llegan a mi mente, ver el dolor de mi papá fue el más impactante, jamás lo vi débil, papi era un hombre fuerte, bien alegre y siempre haciendo bromas, ahora solo se veía dolor en el.
El último día del velatorio llegó, mi abuelo había preparado un discurso para todos y es que cuando a mi abuelo le detectaron el problema en el corazón, también le dijeron que le quedaba poco menos de un año de vida pero el había durado varios años más, eso yo no lo supe hasta el momento. Debido al diagnóstico, mi abuelo le había pedido al pastor de la iglesia, grabar un audio dando su testimonio y haciendo un llamado de salvación para sus hijos que aún no habían aceptado a Cristo, una tía y un tío. Fue bien difícil escuchar su voz mientras lo veíamos en una caja funebre frente a nosotros pero el mensaje fue conmovedor y hermoso, lastima que el llamado a salvación se quedó en palabras porque nada de lo que el pudo decir, provocó que esos dos hijos tomaran una decisión, la decisión que el esperaba, cuando aún estaba con vida. Incluso a mí se me había hecho el acercamiento también mucho antes de que el falleciera y fue por eso que ya había sido bautizada, aunque ni siquiera entendía bien el paso que estaba dando en aquel momento y lo que realmente significa aceptar a Dios como mi Salvador.Días pasaron...
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Yo desde mis ojos
RandomAlguna vez alguien me dijo que mi vida parecía una película, honestamente yo también lo he pensado. Demasiadas situaciones, angustias, dolor, enfermedades, violencia, descontrol, maltrato, cosas que tal vez comparándolas con otras, carecen de import...