5. Rompecorazones Alya Haworth

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James Sirius Potter mira distraídamente al frente de la clase. Sus ojos recorren como quien no quiere la cosa la silueta de Alya Haworth, que habla desde la cabecera del aula de Pociones sobre la actividad que tendrá lugar ese fin de semana para todo aquel que quiera apuntarse: Hagrid les llevará de excursión al Bosque Prohibido. Bueno, quizás excursión no sea el término adecuado, pero en esencia es eso lo que van a hacer.

El profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, Tylor Wood - gran amigo de Hagrid - ha propuesto la actividad hace unos días. Hagrid ayuda normalmente al señor Wood, y como Guardabosques que es, conoce todos los rincones de los amplios terrenos del colegio, ¿quién mejor que él para mostrarles los lugares donde habitan algunas de las criaturas que deben estudiar para sus TIMOS?

- ... Así que solo necesitáis una autorización de vuestros padres, que debe ser entregada a cualquiera de los prefectos de quinto curso antes del viernes. - Dice Haworth, uniendo sus manos sobre la falda gris plisada del uniforme.

Y sin querer, porque es totalmente involuntario, James se entretiene contemplando las piernas de la chica, enfundadas en unos gruesos leotardos verdes. Los uniformes son lo peor del mundo. James los odia.

- ¿Alguna pregunta? - Haworth barre la mirada con la clase.

Unas chicas que hay sentadas delante de James se ponen a cuchichear, aunque no son las únicas que lo hacen. Muchos dedican unos segundos a compartir opiniones, y esto es tomado por Haworth como una invitación a volver a su asiento. Sin embargo, Bill Simons, que está unos pupitres más adelante, en el lado contrario del aula, alza la mano hacia el techo. El profesor Slughorn le cede la palabra apuntándole con un dedo.

- ¿Te apetece que salgamos este fin de semana? - Le pregunta Simons a su amiga, y sonríe con su cara de idiota.

Todo el mundo comienza a cuchichear más deprisa. Algunas chicas abren mucho los ojos y los miran alternativamente, arrimando la cabeza a su compañera de pupitre. Uno o dos chicos ríen por lo bajo, seguramente les hace gracia el atrevimiento de Simons. Incluso Slughorn sonríe suavemente. Debe haberle parecido muy tierna aquella petición. James no se da cuenta, pero se ha cruzado de brazos y aprieta una de sus manos de forma inconsciente. Sin embargo, se relaja cuando ve que Haworth pone los ojos en blanco y menea la cabeza antes de volver a su pupitre.

- Espero que tenga usted suerte, señor Simons. - Dice Slughorn con gesto afable - Y ahora prosigamos con las pociones curativas de nivel medio. El otro día os decía que...

James sigue a Alya Haworth con la mirada. La chica se sienta junto a Simons y le da un manotazo en el brazo. Su amigo ríe por lo bajo y se le acerca peligrosamente para decirle algo al oído. Haworth vuelve a menear la cabeza, pero James no puede ver su rostro, así que no puede imaginar ni remotamente lo que está pasando.

- James... - canturrea su primo Fred - ¿Quieres prestarme atención y dejar de mirar a Haworth?

Suficiente para que James se ponga a la defensiva.

- ¿Qué coño dices? Yo no estoy mirando a Haworth. Miraba al imbécil de Simons, ¿te enteras?

- Claro, lo que tú digas, tío. - Y Fred sonríe con cierta ironía.

- ¿Estás insinuando algo?

- ¿Yo? - Fred niega, haciendo un ademán de completa ignorancia.

- Eres un gilipollas. - Susurra James, mirando a Slughorn sin enterarse de nada de lo que dice. Pero no puede consentir que Fred piense cosas que no son, así que lo mira una vez, y otra, y hasta una tercera, antes de volver a hablar - ¿Por qué iba a mirarla?

James Sirius Potter y una slytherin de armas tomarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora