Leonora entró a su casa y fue directamente a su habitación, se encerró y dejó salir las lágrimas que había estado conteniendo.
Escuchó a su madre llamarla y golpear a la puerta preguntando que le pasaba pero no quería hablar, ni explicar.
Se sentía muy miserable y con derecho a hundirse en su miseria sin que la molestaran. También su hermano llamó a la puerta, estuvo tentada a indagarlo sobre Bastian pero en su estado actual no era buena idea.
Después de pedir a los gritos que la dejaran en paz, casi como si volviera a tener quince años, dejaron de molestarla.
Aunque poco después fue una persona distinta la que golpeó la puerta de la habitación exigiendo su atención.
Bastian Cavendish estaba allí.
-Leonora, tenemos que hablar, ábreme la puerta...-pidió él golpeando suavemente y ella maldijo en silencio a su familia por dejarlo entrar, y , estaba segura de ello, alentarlo.
Incluso pudo escuchar a su madre hablarle con tono amable.
-Sr. Cavedish, está empapado, ¿quiere una toalla o ropa para cambiarse? –le preguntó y Leo quiso salir solo para decirle a su madre que si quería lo adoptara y ella se iba a otro lado, aunque también le preocupó que él fuera a enfermarse por estar mojado. Pero la preocupación se le pasó al segundo siguiente, era un hombre adulto...no tenía que cuidar de él. Ya no.
-Estoy bien, gracias- contestó él a su madre y luego volvió a golpear su puerta-
Leonora, no seas tan testaruda, ábreme.
-¡Váyase!
-Bien, veo que me escuchas, entonces haz eso, déjame hablar y escucha , Leonora- dijo Bastian rezando para que ella no se cubriera los oídos con una almohada o pusiera música a todo volumen. Entendía cómo se sentía pero él necesitaba contar su parte de la historia.
Así que se sentó en el suelo, bien pegado a la puerta para poder hablarle.
Leo se sentía dividida entre el enfado y el deseo de saber, respiró profundo, escuchó los movimientos de Bastian y lo imaginó allí sentado, escuchó a su madre decir que los dejarían solos y las protestas de sus hermanos que no querían perderse aquel espectáculo.
Escuchó las puertas de sus habitaciones cerrarse y se preguntó si Bastian sabría que en esa casa era imposible no escuchar lo que se decía en otra estancia.
Él empezó a hablar y ella se sentó en el suelo, lo imaginó del otro lado y aunque la puerta que los separaba era delgada, ella sintió que tenía las dimensiones de un abismo.
-Cuando mi padre me llevó a su casa me sentí perdido, mi madre ya no estaba en este mundo, todo era nuevo para mí y en aquel lugar no me querían. No necesitaba ser muy agudo para saberlo, era bastante sensible así que percibí la hostilidad de mis hermanos mayores y de la familia Cavendish en general, yo era un intruso....creo que hasta para mi padre era más una carga que otra cosa. Las peleas no tardaron en llegar....- contó y se detuvo un momento, era extraño estar contando aquello, no recordaba haberlo hecho antes y ahora estaba diciéndoselo a una puerta.
Leo sintió el corazón estrujado por aquel niño, imaginó la sensación de desamparo y soledad de Bastian, luego sacudió la cabeza, ese niño ya no existía, no podía compadecerse de él.
Cavendish siguió su monólogo.
-Peleábamos con mis hermanos todo el día...finalmente mi padre decidió que lo mejor era enviarme a un internado en el extranjero, se deshacía de mí y al mismo tiempo me daba una excelente educación para no sentir cargo de consciencia. Si lo pienso ahora, no fue tan mala idea, aprendí muchas cosas, entre ellas a pelear. Yo era inteligente pero me metía en problemas constantemente, lo hacía a propósito, quería molestar a mi padre, aún así no fue una etapa tan mala y la superé. Regresé un tiempo durante mi adolescencia y nada había mejorado, muy por el contario, mis hermanos me veían como una amenaza a su herencia...
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Pequeña Leona
RomanceLeonora lucha duramente por salir a flote y por mantener a su familia, aunque ellos insisten en complicarle la vida. Y ahora tiene una preocupación más, ser la secretaria de Bastian Cavendish no es el tipo de trabajo que ella pensaba. Su jefe está...