Leo sentía que el corazón le latía con fuerza, se sentía ...no sabía cómo se sentía pero tenía una certeza, no iba a escapar. Ella no era una cobarde, había pasado luchando sus últimos años para salir adelante y para mantener en pie a su desastrosa familia, no iba a dejar que Bastian Cavendish la venciera.
Giró y se encaminó de nuevo hacia la oficina de él, abrió la puerta de golpe y Bastian la miró sorprendido.
-¿Leonora? ¿ Ya lo pensaste?
-Lo que pensé es que usted es mi jefe...y lo que acaba de pasar puede considerarse acoso.
-Supongo que sí, aunque creo que el hecho de que hayas respondido a mi beso quita peso a esa acusación, sin mencionar con que en general soy yo el intimidado por ti...
-Estoy siendo seria.
-También yo, dije muy en serio que me gustabas.
-Soy su secretaria y usted mi jefe.
-Justamente así es como llegaste a gustarme.
-¡Basta de tanta tontería! Esto no es un juego para mí, necesito el trabajo , vaya a entretenerse con alguna de sus novias modelos y déjeme en paz
-No tengo novia, y no hay ninguna mujer cerca, salvo tú ¿no lo notaste? – preguntó y en realidad ella sí había notado que últimamente estaba muy calmado y no llevaba ninguna rubia prendida ni venía nadie a buscarlo. No quería pensar qué significaba eso, ni iba a darle el gusto a él de decirle que sí lo había notado y preguntarle qué tenía que ver con ella.
-No es mi problema si usted está perdiendo su encanto o si las horas extra de trabajo , actividad que le es extraña, le han ocasionado alguna pérdida de ego y necesita quien se lo acicale, no seré yo quien lo haga...no está en mi contrato.
-Leonora....- intentó interrumpirla él pero Leo siguió implacable.
-No voy a ser su juguete, pero tampoco me voy a ir, no creo que sea justo perder mi trabajo porque usted esté aburrido.
-Es una pena, tenía muchos planes en mente...-dijo él con tono ligero aunque su voz sonaba distinta a lo usual.
-De verdad dudo que sepa lo que es el esfuerzo, si supiera lo difícil que es la vida no sería tan...tan ...tan...-soltó indignada, aunque algo en su mente le impedía decir las palabras que se le ocurrían. Aunque para ser correctos era algo que percibía en la mirada de Bastian Cavendish, como si sus palabras lo afectaran y le causaran dolor. Y aunque necesitaba dejar su posición en claro, no quería lastimar los sentimientos de él, siempre y cuando los tuviera.
-Sé lo difícil que es para ti, Leoncito, y aunque no lo creas no pretendía empeorarte las cosas.
-Si no quiso empeorarlas, no debió comportarse como un seductor barato y...
-¿Besarte? – terminó la frase él, divertido por el hecho de que ella no pudiera mencionar el beso.
- Como quiera llamarlo, pero no quiero que vuelva a repetirse o envenenaré su café.
-Te niegas a darme café , Leonora. ¿Lo recuerdas?. Tus planes de envenenadora se han visto afectados por tu preocupación por mi salud.
-¿Puede ser serio una vez en su vida y deja de retorcer todas mis palabras?
-Podría hacerlo, si aceptaras que estaba siendo más serio de lo que nunca he sido y tú dejarás de retorcer mis acciones.
-Me voy a mi casa...pero volveré mañana, A TRABAJAR, así que espero que el uno por ciento de sentido común que tenga disperso, se concentre y deje de jugar a ser el niño rico y malcriado de una novela barata.
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Pequeña Leona
RomansaLeonora lucha duramente por salir a flote y por mantener a su familia, aunque ellos insisten en complicarle la vida. Y ahora tiene una preocupación más, ser la secretaria de Bastian Cavendish no es el tipo de trabajo que ella pensaba. Su jefe está...