Capítulo 1

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-Charles, ¿puedo ir al baño?-preguntó Sophie a gritos.
-Claro, pero no tardes. Vamos a empezar el partido.
Empezar el partido, ¡qué bien! Odio el puñetero lacrosse, aparte de que soy penoso jugando. Como siempre, estaba de portero, dado que todos los días era el último al que escogían al hacer los equipos. Y  antes de los partidos no puedo parar de preguntarme cuantos goles me meterán. ¿Diez? Talvez, ¿veinte? O alomejor... Un fuerte estruendo interrumpió mis pensamientos.
-¿Que ha sido eso?-preguntó stephan, mi mejor amigo.
-Ni idea, ha sonado como un pistoletazo.-confesé.
Charles hizo sonar el silbato, y acto seguido, empezó a farfullar:
-Chicos, chicos. Habrá sido un petardo. No hay nada de que preocuparse.
Fuera lo que fuere, provenía del Instituto. Empezaba a preocuparme por Sophie, pues llevaba ausente diez minutos.
-Profesor, ¿puedo ir a buscar a Sophie? Lleva bastante tiempo fuera, y quiero comprobar si esta bien-pregunté, asustado.
-¡Estará haciéndose dedillos!-Bromeó Aiden, el defensa.
-Ni puta gracia Aiden-gruñó Stephan, a quien le sentó mal el comentario.
-¡Callaos!-ordenó el profesor.-La próxima vez que abras tu puñetera boca te vas al banquillo, de acuerdo-dijo señalando a Aiden, que se tomó enserio la advertencia.-Si, Erick. Ve a buscarla.
-Gracias Charles.
-Eh, si tardas más de cinco minutos empezamos sin ti.-aclaró.
Este último comentario, me hizo disminuir la velocidad a pesar de lo preocupado que estaba.
Entre el campo y el Instituto había unos doscientos metros de distancia, llenos de edificios a los lados. Cuando llegué a la entrada sentí un escalofrío. La gran puerta estaba oxidada, y la oscuridad reinaba en el vestíbulo. Di un paso, después otro. Así hasta que llegué al baño. Entré en el de chicas para buscarla. Como de costumbre, Sophie se metía en la última sala para disminuir las posibilidades de que alguien abriese la puerta. Cuando llegué a la última puerta, la abrí, e inmediatamente mis ojos se humedecieron. Sophie se hallaba sentada en el retrete, inerte, y un hombre estaba de cuclillas en el suelo, arrancándole un trozo de tripa a Sophie. Pegué un grito, y el hombre se giró para mirarme, con un trozo de tripas sobresaliéndole de la boca. Tenía un color verdoso, con los ojos de un color negro intenso, y en su cabeza, se podía ver perfectamente un orificio de bala. Después, volvió la cabeza y continuó comiendo. Cuando iba a empezar a correr, algo llamó mi atención. Sophie ya no estaba sentada, sino que estaba de pie, con rasgos similares a los del hombre, y se apresuraba lentamente hacia mi. Fue entonces cuando empecé a correr. Tardé menos de lo esperado en llegar al campo.
-¡Ya podemos empezar el partido!-gritó Charles.
-¡No! Parar. So...Sophie estaba en el baño y...-la voz se me quebró.
-¡¿Y qué?!-me -preguntó Stephan.
-Y...estaba muerta, y se puso de pie con las tripas colgando y...-Stephan me interrumpió.
-Déjate de bromas, no es el momento, estamos a punto de empezar el...-de repente, se escucharon gruñidos, y Stephan paró.
-¿Que coño es eso?-preguntó Aiden, casi gritando.
Todos empezaron a retroceder a pasos considerables. Algo me decía que empezara a correr hacia delante, pero miré atrás. En ese momento vi a Sophie, o más bien, lo que quedaba de ella.
-¡Sophie!-gritó Midia, su mejor amiga, que empezó a correr hacia ella sin pensárselo dos veces.
-¡Midia, no! ¡Para! No sigas. Porfavor, ella desearía que no siguieses.-grité desesperado, aunque fue en vano.
Midia tocó la cara a Sophie, que cada vez estaba más cerca. En ese momento pude ver bien sus ojos. Estaban inyectados en sangre, de un modo aterrador. A continuación, se escuchó un grito espeluznante.
-¡Midia!-gritó Aiden, acercándose rápido.
Antes de que llegara a ella le bloquee el paso.
-No Aiden. No vayas. Te matará a ti también.
-¡Es mi novia! No puedo dejar que la pase nada.-sollozó.
Cuando volví la vista, Midia estaba convulsionando en el suelo, mientras Sophie la mordía el brazo. Cuando las convulsiones pararon, Midia se levantó torpemente del suelo, al igual que Sophie. Entonces lo comprendí. Ella también había cambiado.
Se movían despacio, pero su terrorífico aspecto hacia parecer que iban a bastante velocidad. De repente, un palo de lacrosse golpeó el cráneo de Midia haciéndola caer junto a Sophie.
-No dejéis que por nada del mundo os toquen estas cosas.-ordenó Rine, una de las jugadoras.
-¿Cosas? ¡Son personas! Y las acabas de matar.-Gritó Stephan como un loco.
-¿Crees que se le puede considerar persona a alguien de un color asqueroso, con la tripas fuera, y con la habilidad de transformar en no muertos a las personas?-preguntó sarcásticamente.
-Y entonces, ¿que demonios son?-pregunté
-Zombies. He pasado varios meses viendo series de estos seres repulsivos, y os aseguro que no querréis ser sus amiguitos. Un mordisco te causa la muerte, devolviéndote a la vida como un destripador. Ah, se me olvidaba, solo se les mata atravesándoles el cráneo-respondió Rine, con una risita nerviosa.Despues, salió corriendo.
Después de todo lo ocurrido entré en pánico. No podía parar de mirar a todos los lados, donde solo había gente corriendo. Alguien me agarró el brazo.
-¡Corre! Tenemos que salir de aquí.-Dijo Stephan.
Empezé a correr junto a él, pero no podía parar de mirar a toda esa gente corriendo desesperadamente.
-Caroline.-susurré.
-¿Que has dicho?-preguntó
-Caroline. Tengo que encontrarla.
-¡No! No sabes que hay ahí fuera.
-¡Suéltame! Tengo que encontrarla.
Me solté de Stephan, pegándole un empujón, y empezé a correr hacia el instituto. Cuando llegué, la situación era muy diferente a la que era antes de que encontrara a Sophie. El vestíbulo estaba lleno de gente gritando, corriendo. Intenté pasar dificultosamente por la gente, hasta llegar a las escaleras. Subí hasta el último piso, donde se encontraba la clase de Caroline. Eché un vistazo, pero no había nadie. Acto seguido me asomé por la ventana y pude ver un montón de chicos y chicas en el suelo, inertes, rodeados de zombies. Miré con más profundidad hasta que la encontré. Estaba corriendo, huyendo de los monstruos, aunque fue en vano. En el suelo había un zombie, que la cogió del tobillo, y la mordió, llevándosela consigo. Más tarde, sus gritos cesaron.
-¡Caroline!-grité con todas mis fuerzas.
-Erick, están por todas partes. Tenemos que irnos ya.-gritó Steph, que acababa de llegar.
-¿Para que? ¿Para que nos coman vivos? Es imposible salir de este infierno. Es el fin.-dije en sollozos.
-¡Eres gilipollas tío! Venga vámonos.-me empujó hacia la puerta de la clase, justo cuando aparecieron cuatro criaturas asquerosas.
-¡Para!-ordené.
-¡Menuda mierda! Nos han acorralado-dijo, furioso.
-Stephan déjalo, se acabó.
-¡No Erick! Para ti no va a ser el fin. Prométeme que no harás gilipolleces.
-¿Que coño dices tío?-pregunté, asustado.
-Sal por la puerta a mi señal-empezó a caminar hacia atrás, para coger una silla, y empezó a correr hacia los zombies, empujándolos y haciéndoles caer-¡Ya!
Cogí carrerilla y salté por encima de ellos. Justo cuando le iba a coger, un zombie le asestó un mordisco. Me entró otro ataque de pánico.
-¡Vete! Erick porfavor, vete-gritó Stephan, acompañándolo con gruñidos de dolor.
-Stephan porfavor, no te mueras. ¡No!-grité, llorando.
Cuando me puse de pie, pude ver como el cuerpo de Stephan había dejado de convulsionar. Estaba muerto. Bajé al vestíbulo, donde se seguían escuchando gritos y llantos por todas partes. Había cadáveres que yacían en el suelo, junto a zombies con golpes en la cabeza. Mientras me secaba las lágrimas, intentaba reconocer a las personas que pasaban delante mía, para unirme a el y no estar solo. Cuando llegué a la salida, todo estaba igual. Gente gritando, coches intentando arrancar, llantos, gente buscando a sus amigos... Cuando salí, pude reconocer a uno de mis compañeros.
-¡Ringo!-grité desesperadamente.
-Erick, por fín te encuentro.¿Dónde está Stephan? Y Caroline, ¿la encontraste?-preguntó
-Han muerto. Delante mía. Mi novia y mi mejor amigo. Dos personas muy importantes en mi vida-rompí a llorar.
-Erick, lo siento muchísimo. Pero no podemos quedarnos aquí llorando su muerte. Tenemos que buscar un refugio. No sabemos cómo están las cosas ahí fuera.
-Tienes razón. ¿Y los demás?-pregunté, esperando que su respuesta no fuera negativa.
-Están allí-dijo señalando un estanque- Están todos. Mike, Luna, Aiden, absolutamente todos -suspiré.

Dust in the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora