Capítulo 3

68 8 0
                                    

A continuación, lo siguiente que vi fue un color blanco intenso, que cada vez se volvía más brillante. Entonces aparecí en la calle, rodeado de gente. Miré a todos los lados, nervioso, y entonces pude ver su rostro pálido, sus facciones perfectas, su pelo castaño claro que acababa en unas pequeñas ondulaciones.

-¿Caroline? -pregunté, casi en susurros, dudando por si lo había escuchado.

- Erick. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Meses, años? - me preguntó con una sonrisa.

- Ni idea. Lo que si se, es que te he echado mucho de menos. Más de lo que te puedas imaginar-la dije, con los ojos humedecidos.

El tiempo a nuestro alrededor pasaba rápido. La gente corría, bailaba, gritaba, reía; y para mí, se había detenido. No podía dejar de mirar a Caroline, me encantaba el brillo de sus ojos castaños, sus lunares, su sonrisa, la había echado tanto de menos...

-Erick, vuelve. Tienes tiempo.

-¿Volver a donde?-pregunté, asombrado.

-Vuelve a vivir, vete con tus amigos, llega lo más tarde que puedas a donde estoy yo-contestó, con lágrimas.

-No puedo Caroline. Te quiero demasiado, quiero estar contigo para siempre, y este es el lugar donde puedo hacerlo realidad-pude decirla antes de que mis lágrimas se desbordaran.

-Esto no te corresponde. Todavía tienes tiempo para ser feliz, para vivir.

-No pienso hacerlo, nunca lo haré, no te abandonaré otra vez, jamás-conseguí decirla.

Pasaron unos cuantos minutos, y empezó a llorar. Pude notar como mi cuerpo dejo de estar tenso y el corazón dejo de arderme, haciendo que mis venas recuperarán su temperatura.

-Por favor, piensa en todos los momentos que vivimos juntos-dijo, secándose las lágrimas que no paraban de caer de sus ojos.

En ese momento me vino una imagen de todas nuestras discusiones, los abrazos, nuestras conversaciones, los paseos por el parque mientras nos reíamos de tonterías, todos los momentos que pasé junto a ella.

-Lo he hecho, todos los días de mi vida.

-Te he querido mucho, pero ahora tienes que irte, y siempre que me eches de menos, piensa en estos momentos, porque merecen la pena.

-Caro...-me interrumpió.

-No digas nada más, no lo necesito-dijo, con una sonrisa de aspecto pobre, triste.

Estuvimos varios minutos callados. Entonces me di cuenta de que volvía a respirar, mi corazón empezaba a bombear sangre de nuevo, emitiendo ruido.

-Solo una cosa más.

-Dime-respondió

-Dame un beso, pero rápido-la dije.

-¿Por qué rápido?-preguntó, dubitativa.

-Porque estoy a punto de despertarme- respondí.

Se acercó lentamente a mí. Levante mi mano y la acaricié la cara, estaba fría muy fría. De repente, todo se volvió oscuro.

Entonces, fue cuando lo comprendí, la muerte termina una vida, no una relación.

Dust in the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora