Capítulo 2

69 19 1
                                    

Tardamos en llegar al estanque lo que pareció una eternidad. En el trayecto no podía parar de pensar en los hechos ocurridos horas antes. Lo tenía todo, mi vida empezaba a ser perfecta, y de repente, todo cambio, llevándose a mis seres más queridos.

-Erick, lo siento mucho-dijo Luna, con voz apagada.

Quería contestarla, pero no sabía que palabras escoger, asiqué lo único que hice fue asentir, intentando no derramar más lágrimas.

Todos permanecimos en silencio, con la mirada perdida, sumidos en nuestros pensamientos, ya que habíamos perdido a muchos de nuestros amigos. El primero en romper el silencio fue Mike:

-Chicos, no podemos quedarnos aquí sentados para siempre. Tenemos que encontrar comida para reponer fuerzas-dijo, poniéndose de pie.

-Tío, ¿a dónde vamos? No sabemos que hay fuera, puede ser peligroso, y ahora mismo el sitio más seguro que conozcamos es este. -dijo Aiden.

Esta pudo ser la primera vez que le escuchase hablar enserio. Odiaba a Aiden. Siempre estaba formulando frases irónicas, molestando, y riéndose de la gente, especialmente de mí, aunque nunca hubiera motivo.

-Mi casa está a una manzana de aquí. Llegaríamos en pocos minutos, y tengo bastante comida en la nevera. Y ese puede que sea un sitio más seguro que este-advirtió Marie

-Me parece buena idea. ¿Pero y nuestras familias? -preguntó Luna

-Cuando hallamos comido, nos dividiremos en grupos y visitaremos vuestras casas, y traeremos a vuestras familias a la mía, que es bastante grande-explicó.

Antes de empezar la caminata, empezamos a buscar barras de hierro, alguna que otra piedra, junto con palos y cosas afiladas, para poder protegernos en caso de que apareciera algún monstruo.

Cuando terminamos, Marie nos ordenó ponernos en filas de parejas, para que fuera más fácil defenderse. La única persona que quedaba libre era Aiden, desgraciadamente. Cuando nos colocamos en la posición que nos ordenó, empezamos a caminar.

-¿Por qué siempre te reías de mí?-pregunté a Aiden.

-Porque me haces gracia-contestó.

-A, claro-contesté, aunque el no notó el desdén con el que lo decía.

-Lo siento mucho por lo de Stephan y Caroline

-No pasa nada. Les echo muchísimo de menos, pero con el paso del tiempo lo superaré-conteste

-Eso espero-contestó.

Después de esa última frase, los dos nos quedamos en silencio hasta llegar a la casa de Marie.

-¡Entrar, y el último que cierre la puerta!-gritó Marie

Cuando entré, cerré la puerta de un portazo. Su casa apenas tenía ventanas, lo que era un punto a favor.

Nos sentamos en el sofá y empezamos a charlar los unos con los otros, eufóricos por poder bajar la guardia por unos momentos. Marie apareció en el salón con unas bandejas plateadas. Encima había unas tazas de chocolate caliente, junto a unas galletas de jengibre.

-Hay muchas, coger todas las que queráis, cuando las terminemos, descansaremos y buscaremos a nuestras familias.

Todo el mundo metió rápidamente la mano en la bandeja para cogerse una taza y un par de galletas, que fueron devoradas enseguida. Después, todo el mundo empezó a dormir, excepto Luna y yo.

-Parecían animales comiendo-comentó

-Eso es porque no te has visto a ti-contesté, acompañándolo de unas risas.

Dust in the windDonde viven las historias. Descúbrelo ahora