《1》E.

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BESTERY WELL

Un pueblo ubicado en las montañas altas de una ciudad que corría por unos cientos de kilómetros. No les afectaba el estar tan lejos de ellos, casi ni que eran recordados. Nadie le preocupaba tan acto, sólo les gustaba vivir en su pueblo, y cuando a sus jóvenes les tocaba salir de allí a la universidad, era una despedida más para conocer el mundo fuera de ese extraño pueblo.

En una cabaña un poco alejada de las demás, un caluroso y agradable ambiente, convivían dos personas; una madre y su hija, Liseth.

-¡Mamá! -llamó insistente la pequeña castaña a su madre.

-¿Si cariño? -respondió tiernamente, mientras sacaba algunos elementos para hacerle las típicas trenzas a Liseth antes de dormir.

-¿Me leerías un libro antes de dormir? -preguntó con sus manos juntas, como una súplica. Los ojos le brillaban a través del fuego de la chimenea.

-Por supuesto, ve a escoger alguno.

-¡Si! -llegó a saltos enfrente de la librería, donde cada título llamaba su atención. No había tenido la oportunidad de leer alguno-. Ya se cuál -pronunció, e iba a tomar un libro celeste que tenía un nombre peculiar, como cuento de hadas, pero a centímetros de tenerlo en su manos, otro cayó golpeando su brazo. Miró a su madre, como si ella pudiera darle una respuesta, pero estaba concentrada en otra cosa. Se agachó poco cautelosa, y lo tomó en sus manos. El nombre no era tan llamativo, pero eran pocas las páginas y el color rojo de su pasta estaba gastado, un parte quemada. Le hacía parecer interesante, además de que no lo había visto en la librería.

-¿Encontraste algo Liseth?

-Si, si -se adelantó a ella, se sentó frente a ella dándole la espalda, no sin antes entregarle el libro. La madre estaba en un sofá individual, y la pequeña sentada en el piso, para que luego la peinara.

-Que libro tan extraño has escogido, Liseth. No sabría decirte si la quemada es por decoración, o se formó por qué alcanzó a cogerlo el fuego -lo miró de adelante hacia atrás.

-Pensé que sería interesante.

-Ya veremos -pronunció, mientras colocaba el libro en algún lugar de la mesa a su lado, mientras al mismo tiempo podía peinar a Liseth-. Lucifer -agregó la madre en un tono algo tenebroso, que sorprendió a la niña. Sonrió por lo que había echo, pero luego está se borró al oír pasos extraños en el techo, y casi inaudibles rasguños en las paredes. A los segundos de parar, algo pareció caer de la chimenea, y apagó el fuego. La pequeña Liseth grito más que asustada, pero su madre la intentó tranquilizar-. Ya, ya. Quizás algún gato dejó caer algo en la chimenea que se apagó -se paró de su puesto en busca de un cerillo para prender de nuevo la luz, dejando a la castaña sola en el suelo de la sala. Con el corazón a mil, una luz azul comenzó a brillar bajo las maderas quemadas de la chimenea. Algo en eso le atrajo. Fue a investigar, mientras veía de reojo como su madre había encendido una lámpara, pero seguía buscando más cerillos y un poco de leña. Quitó los pedazos restantes, y la luz parecía como un pequeño fuego azul. El cual subió a su mano derecha. Este mismo se prendió más, como cuando le echas más leña al fuego, e iluminó la chimenea. Entonces arriba de él, apareció una sombra con ojos rojos como la sangre. Se asustó, y desapareció tanto la sombra, como la pequeña luz.

Minutos más tarde, después de haber terminado de peinar a Liseth, continuaron con la lectura, ya que supuestamente para la madre eso había sido sólo un gato, pero la pequeña no estaba segura de eso. Ella no vió a un gato, y tampoco explicaba el hecho de que una especie de luz haya aparecido. La mano le había quedado dolida después de que la luz se desapareciera.

Lucifer; Oscuros Deseos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora