《4》E.

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El campo de moras estaba más que florido, claro, excepto por una zona que estaba al sur. Yacían sus arbustos muertos y las frutas podridas. El padrastro de Tom no se explicaba por qué, sí el procuraba mantener ese lugar bien cuidado, ya que de la venta de moras vivía su familia. Le había prometido acompañarlo a recoger cada mes, mientras su hijastro ayudaba en la casa a su madre.

Desde la feria, pasada una semana, no había vuelto a ver a Tom, siquiera dejaba que entrara a mi casa. Estaba tan decepcionada y asustada, que el dolor que sentía se volvía insoportable al paso de los días, pero no sabía el por qué y temía volverme como las mujeres y villanos malos de mis libros, por que se suponía que yo seria la princesa buena o la heroína. Había crecido con esa mentalidad infantil.

No podía dejar de ver el prado de moras sin vida y en mi interior se hizo un reflejo un poco oscuro, como un alma vacía, semejante uno de esos sentimientos que no tenían control en tu interior. Por ello intentaba pensar en que no sufriese, por qué notaba a través de el, lo que había dentro de mi.

Mi sorpresa se hizo más grande que mi sonrisa, al ver que con sólo tocar una de sus hojas secas, el pequeño arbusto se volvía verde y florecido como nuevo. Volvía a la vida. ¿Acaso era un nuevo poder?, ¿Podía dar vida?. Tenía tantas preguntas en mi cabeza de lo que en realidad representaban mis poderes, o por qué habían aparecido.

Tuve el impulso de hacerlo con aquella zona del sur que seguía realmente afectada, pero me iba a tardar en hacerlo uno por uno y el padrastro de Tom no sabía nada al respecto.

Eché un último vistazo detrás mío, y deduciendo lo que podría hacer, levanté la palma al aire y volví a hacer el mismo procedimiento que con el arbusto. Sentir, sentir el poder vibrar en cada partícula de mi cuerpo. Imaginé por un segundo lo que era, y lo que podría ser. Un creciente prado de moras, vivo y tan verde como el color de una paleta.

El sentimiento era exquisito, tan suave y cálido. Me llenaba el alma de calma y felicidad.

No entendía mucho sobre el, pero estaba segura de que a tal grado de calidez y paz, también había niveles peligrosos que no estaba dispuesta a encontrar.

Grité girando en mi lugar, feliz de lo que había logrado con la concentración. Le había dado vida a kilómetros de arbustos muertos. Mi poder era mucho más poderoso de lo que imaginaba, y en lo que primero que pensé fue en esas personas que estaban sufriendo por enfermedades incurables y en la naturaleza que cada día iba siendo destruida por el ser humano.

—Me alegra que me estés acompañando mientras Tom se ocupa con mamá de la casa —mire a quien me hablaba, sacándome de todo pensamiento—. Sé que no han tenido buenos días, pero son mejores amigos desde que tienen memoria y todo volverá a la normalidad —sonreí de manera forzosa. No quería pensar en ello mucho.

—También me da gusto ayudar siempre que puedo —di a entender que la conversación quedaba allí, comiendo una mora y buscando otro prado donde recoger. No quería tardar mucho. El bosque era peligroso de noche.

Aunque ya había estado en uno por la curiosidad de conocer a aquella mujer de pelo rosado. Saber cuál era su conexión conmigo, la razón de mi poder y por qué me seguía.

—¿Q-que...? —escuché su voz, sin voltear. Solo me giré cuando oí que la cesta caía y las moras llegaban a mis pies. Cada facción de su rostro mostraba sorpresa y un rastro de nervios, sin dejar la vista del lugar donde yo había estado antes. Oh, oh—. Hace días estaba muerto este prado, y de la nada, volvió a cobrar vida como... por arte de magia —se pasó una mano por el rostro entrando en estado de shock—. ¡Tu! —me sobresalte en medio de mi transcurso de comer una mora, mirándolo extrañada. ¿Yo que?, era la segunda vez que me señalaban de ese modo. Aunque al parecer con motivos indescriptibles de por medio—. Tu... —repitió nervioso, sin saber que decir exactamente. Suspiró, mientras me miraba con los abiertos e intercalaba con la zona del sur que había vuelto a la vida—. Liseth, ¿tú hiciste eso? —fruncí el ceño poniéndome nerviosa—. ¿O viste que pasó?, ¿Como es posible que algo vuelva a la vida de la nada? —parecía que lo que desconocía lo volvía completamente loco—. Digo, nadie podrá descubrir los misterios de la naturaleza a ciencia cierta, pero esto es. Yo... —no dejaba de hablar en voz baja, mirarme de reojo y al prado—. No sé que haya pasado, pero sé que tú sabes. Dímelo.

Lucifer; Oscuros Deseos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora