《3》E.

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Con la respiración agitada, intentaba resolver el más grande enigma que se armaba en mi cabeza. ¿Mi poder podría descontrolarse hasta ese extremo?, ¿Destruir un objeto podía llamarse descontrol?

Todo me daba vueltas, por no decir que el color amarillento que ocasionaba el fuego saliente del auto, ponía la atmósfera más significativa.

Tanto el dueño, como yo, estábamos perdidos en la confusión.

Las vibras de mi cuerpo se volvían cada vez más nulas, desapareciendo al pasar los segundos. El ardiente fuego que se acumuló en mi interior, seguía allí, constante. Mi respiración no podía ser más fuerte y sonora.

Veía a mis alrededores, como si encontrara una respuesta de lo que había pasado. Quería huir de la escena. Quería huir de mi propia mente.

No sabía lo que me pasaba.

Entonces la vi, en las lejanías del bosque, dejando ver sus brillantes iris azules. Me atraían como un imán. Me atraía la curiosidad.

La imaginaba en una llama azul intensa, y parecía que solo la veía yo.

Tuve una extraña sensación en los ojos, a medida que me acercaba al bosque, atraída. Sin importarme lo que pasaba  mi alrededor. Quería saber quién era ella, y tenía tantas preguntas, que no pensaba dar vuelta atrás, aunque estuviese oscuro.

Él hombre del auto intentó llamar mi atención, preguntando si había visto algo, pero lo ignoré por completo. Me alejé de la multitud, cautivada.

Ella solo estaba allí, inmóvil, mientras sus fogosos ojos me fijaban sin pestañear. Desapareció el pueblo de mi vista, solo estaba rodeada de árboles y oscuridad.

Sólo unos pasos nos separaban.

Sólo unos pasos y tendría respuesta a la miles de dudas que tenía en la cabeza.

Sólo unos pasos y la conocería.

Pero en lugar de disminuir la distancia que nos quedaba, sentí una fuerza interior subir desde la punta de mis dedos, mientras recorría cada vena y músculo de mi cuerpo. Era una corriente ardiente, pero al mismo tiempo me sentía más fuerte, más poderosa. Más segura.

Sin darme cuenta, había dejado el suelo bajo mis pies. Estaba levitando, con los brazos rectos y las palmas viendo hacia la misteriosa chica que no podía ver, más que sus ojos.

Comencé a sentir como se delineaba algo en ambas manos, no podía saber que era, pues me había sumergido en un círculo azul ardiente, que su luz llegaba hasta el cielo. Mi cabeza veía el cielo, y por un momento me sentí mejor que nunca.

Cada vez más subía esa energía a mi cuerpo, a mi mente, hasta fundirme en un mar de poder. Azul brillante. Más brillante que el cielo. Más brillante que el sol.

Todo envolvía mi corazón como un escudo protector.

No entendía nada de lo que me estaba pasando, pero me fascinaba.

Sumergida, la vi a ella acercarse por primera vez. Tan cerca, que podía notar en su brillo, mis ojos envueltos en una luz azul. No podía ver nada más que eso.

Levantó su mano derecha, hasta mi rostro y con sus dedos cerró mis ojos.

La oí murmurar algunas cosas, pero parecía otro idioma, por unos segundos, hasta que tocó mis manos, donde se había hecho una marca de fuego, como aquella noche cuando estaba más pequeña.

Sentí que sus dedos quemaban mis palmas, y desde lo más profundo de mis pulmones grité.

El dolor era tan insoportable e intenso, que ni las lágrimas, ni los gritos, pudieron evitar que cayera al vacío oscuro, perdiendo total control de mi cuerpo.

Allí, mientras caía, podía ver un pequeño punto azul, que cada vez se hacía más grande a medida que me acercaba.

Era un mar de energía azul muy brillante, que me sumergía en el casa vez más. No podía moverme, ni tenía como escapar.

Todo a mi alrededor era eso. Azul.

Hasta que vi una sombra más oscura, que se acercaba muy rápido. Me asusté, e intenté escapar, pero la presión me lo prohibía.

No podía ver quién era, solo estaba su sombra.

Y sin que dijera algo, lanzó una corriente azul hacia mi, que se estaba comando por cuerpo. Por mis ojos, nariz, boca y orejas. Nuevamente quemando cada parte mencionada, con una intensidad incluso peor que la anterior.

Y entonces volví a caer en un vacío, abriendo los ojos de golpe.

Miré extrañada a mi alrededor, y estaba justo de donde haya partido hacia el bosque. Todo estaba como antes.

La ambulancia apenas estaba llegando, al igual que los policías.

Miré hacia el bosque, y no había nada. Me sentía muy confundida, y tenía un extraño ardor en la garganta que comenzaba a desaparecer.

Observé la palma de mi mano, y la piel blanca estaba completamente vacía. No tenía marcas, ni nada por el estilo.

¿Acaso había caído en una especie de sueño de pie?

Tuve mucho tiempo de pensar, antes de llegar a la feria, escapando de la policía. No quería ser interrogada, por qué algo que tampoco sabía.

Me dolía la cabeza de solo recordar.

Es sombra se había visto tan intimidante.

Después de aquello no iba a poder disfrutar bien de la feria, aunque técnicamente no solo por eso.

Toby y Wallas se divertían en los juegos de ganar un pez, cosa que a él no le gustaba en nada. Y comía una manzana de dulce, cosa que tampoco le gustaba.

La comida tan dulce le daba dolor de estómago, y allí lo estaba viendo con ella, haciendo cosas que conmigo no hacía por qué no le gustaban.

Simplemente me dediqué a dar la vuelta, para volver por donde había llegado, antes de siquiera explotar.

Pero me fue imposible escuchar su risa, cuando mi mejor amigo ganó un pez para ella.

Me volví solo un momento, para explotar la bolsa donde estaba el pez y mojar toda su ropa.

Al menos eso me hacía sentir bien. 

Lucifer; Oscuros Deseos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora