NARRA ???????
Desde la lejanía yo podía ver las piezas del tablero moverse, como aquel pobre ser, vilipendiado por sus compatriotas, preparaba el principio de mi juego. Todo gracias a la Luna, no el astro de los débiles terráqueos, sino la divinidad así llamada. Hace milenios, creó una estirpe de herederos de su bendición, llamados Portadores de la sangre de lunar. Su poder provoca influencia e incluso control total sobre el cuerpo de una persona, pueden hacer lo que se les antoja con la mente de cualquier ser, a cambio sus personalidades cambian, estos no conocen los límites morales que rigen las vidas de los mortales y eternos. La Luna puede dar herederos fuertes y heroicos que dejan hijos e hijas por doquier, pero también puede dar origen a los seres más diabólicos y depravados. Miles de años después, y decenas de guerras sin importancia en Enandrar, algunos de sus hijos migran al planeta llamado Tierra. Un espécimen en concreto nos llama esta vez, uno caído en desgracia, a causa de circunstancias que escapaban a su control. Uno dominado por una depravación y sadismo admirables, que de alguna u otra forma, marcó las vidas de los implicados en esta historia.
EMILIA
Estaba tocando el violín junto a mi padre. Él me había enseñado a tocar a pesar de mi ceguera. Puede que muchos piensen que es algo casi imposible de hacer si no ves lo que tocas, pero él me enseñó a tocar de oído. Cuando tenía que aprender una partitura, él la tocaba hasta que yo la memorizaba. Aceleré el ritmo ya que me sentía incómoda quedándome atrás en el ensayo. Mi padre se detuvo.
–¿Cuántas veces te he dicho que no es un duelo?– me recrimina mi padre.
-Muchas veces,– dije cansada de que me dijese siempre lo mismo– pero es que siento que debo resaltar, papá.
Mi padre suspiró.
–Cariño, no debes resaltar. Debes cautivar a tu público, tu objetivo como violinista no es tu fama propia, si no que amen tu música. Emilia, abraza tu lado luminoso y bondadoso
–Ya sabes que soy así, papá.
–Eso no es excusa, calma tu alma y deja que la música te lleve.
–Lo intentaré.– dije solo para que no insistiese.
–¿Por qué crees que no te llevo a mis clases?–preguntó mi padre.
Me quedé pensativa, pero luego me di cuenta de que era una pregunta sarcástica.
–Son demasiado malos para mi.– dije sonriendo, por no recordar lo que allí me pasó
–¿Seguimos?
Coloqué mi arco sobre las cuerdas y seguí tocando.Tengo una competición dentro de varios días, mi padre, y mi hermana siempre se enfurecen cuando se meten conmigo por ser ciega. En el último concurso se puso muy furioso cuando quedé segunda. Yo toqué mejor que la chica que ganó el concurso, pero como ella no era ciega, ganó. Esta vez tengo que ganar el concurso.
Mi padre tocaba la canción y con solo escucharle, yo sabía cómo hacerlo, sin necesidad de verlo. Eso lo conseguí con duro entrenamiento, es mi forma de enseñarle al mundo que ser inválida no es un obstáculo, por eso tenía que ganar. Nos pasamos toda la mañana practicando. Ya me sabía de memoria y a la perfección la canción que iba a tocar, pero mi padre insistía en que siga practicando para no cometer ningún error, aunque yo se que no los voy a cometer. Soy la mejor.
Hicimos una pausa para comer, realmente la necesitaba, tocar era agotador. Fuimos hasta la cocina, y me ofreció una silla. Me senté y empecé a oír sonidos que me indicaban que mi padre estaba cocinando, aunque por el momento no podía oler gran cosa.
ESTÁS LEYENDO
Violinista Invidente
FantasyDesde la lejanía yo podía ver las piezas del tablero moverse, como aquel pobre ser, vilipendiado por sus compatriotas, preparaba el principio de mi juego. Todo gracias a la Luna, no el astro de los débiles terráqueos, sino la divinidad así llamada...