EMILIA
La melodía que salía del violín de Alessia me hizo recordar esos tiempos en los que aún la familia estaba unida, en los que éramos invencibles.
Como anhelo esos tiempos en los que yo era una chica inocente y feliz. A veces cuando abandono el escenario me encierro en mi habitación y me deprimo sola, no salgo en días. En esos momentos mi coraza se rompe, y todo ese desprecio me rompe por dentro. Cuando me vuelvo a despertar me despierto con renovadas fuerzas, lista para afrontar la realidad.
Es imposible ignorar los insultos, pero se puede ser fuerte ante ellos. Ojalá Alessia no pase lo que paso yo, o Vivianne, aunque la odie ella también sufre lo suyo. Por eso ninguna de las dos saca los trapos sucios de la otra. Nos odiamos pero tampoco es como para hundirnos la vida. Ya es suficiente con que su familia la rechace por ser lesbiana, y que su entorno la discrimine por dicha razón. No es que siga sintiendo nada especial por ella, es empatía puede que sea una arpía pero no se merece el acoso que también recibe. Creo que aunque los sucesos hubieran sido diferentes, nuestra relación habría terminado igual. Supongo que dos personas con la misma personalidad y los mismos defectos se repelen.
La audición de Alessia termina con un estruendoso aplauso, la verdad es que se lo merece. Lo ha hecho bastante bien. No se porque me alegro de que lo haya hecho bien, esperaba que lo hiciera bien y me ha demostrado que es buena. Sentí como Catelina se separaba de mí, supongo que ya estará mejor. Oí unos pasos acercarse hacia nosotras, supongo que debe ser.
–Emilia, me voy un momento al baño.–dijo Catelina–Alessia, nos has sorprendido a todas, lo has hecho muy bien
–Gracias–dijo con tono alegre Alessia
-Alessia, tenemos que hablar–dije seria y enfadada–¿Quién es tu profesora?
–Aiko ¿Por?–preguntó
–Mi madre es tu profesora–dije cruzandome de brazos
–Yo...–dijo titubeando, no se lo esperaba o eso parece, a lo mejor es buena actriz–Ella no me ha dicho nada, e insistió que viniera a este concurso. Será...
–¿Aiko Hayashi no te dijo nada sobre Emilia o sobre mi?–preguntó Leonardo incrédulo
–No, no me dijo absolutamente nada. Ni su apellido.
–Bueno, entonces tu no tienes la culpa de nada. Te habrá mandado a este concurso para que le digas como me encuentro.–dije y me erguí–Alessia, no te preocupes por el resultado, con lo que acabas de tocar has quedado fantástica.
–El corazón me sigue latiendo a mil. Que nervios he tenido, toca–cogió mi mano y la puso en su pecho
–Tienes razón. Que extraño que no te haya dado un ataque al corazón
–Pensé que me iba a dar uno. ¿Como lo haces para soportar los nervios? Se que no ves a tu público pero sabes que hay cientos de personas que están esperando a oírte
–Aparte de que estoy acostumbrada a actuar frente a mucha gente, como has dicho no puedo ver a mi público, no me abrumo por la cantidad de gente que pueda haber. Simplemente toco y ya.
–Hubo un momento en mi actuación en la que me olvidé de toda esa gente. Solo eramos mi violín yo, no importaba nada mas.
–Eso se te pasa, te lo aseguro. Yo antes de tocar frente a un público tan grande, era como tu, era muy tímida y miedosa. Gracias a mis padres pude coger confianza y cada vez me daba menos miedo tocar frente a mucha gente. Con el tiempo te acabas acostumbrando a actuar en público. Aunque siempre sentirás ataques de ansiedad antes de salir al escenario
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Violinista Invidente
FantasyDesde la lejanía yo podía ver las piezas del tablero moverse, como aquel pobre ser, vilipendiado por sus compatriotas, preparaba el principio de mi juego. Todo gracias a la Luna, no el astro de los débiles terráqueos, sino la divinidad así llamada...