EMILIA
Recuerdo las noticias de lo sucedido. Hablaban de aquella pesadilla como una anécdota más. Los periodistas nos acosaban a los supervivientes, y a los padres con preguntas insensibles. Está claro que no quisimos decir nada, los padres que nos mandaron a aquel campamento no tenían ni idea de que unos locos iban a cometer semejantes crímenes. Los niños y niñas que nos salvamos no pudimos superar nunca el trauma. Mi hermano debió mudarse más lejos, no se como soporta estar cerca de aquel bosque, ojalá hubiera sabido que pasábamos por aquí. Mejor pensar en otra cosa, para distraerme de esos recuerdos.
Eiji decía de llamar a sus amigos, y todavía no me había dado una confirmación clara. Les echaré una buena por chantajear a mi hermano de esa forma, si quieren formar un grupo que lo formen pero que no obliguen a mi hermano a que esté yo para formar un grupo. Lo que hago por ella. Conozco sus gustos musicales, pero no me comentó que quería formar un grupo. Habrá esperado a que estuviera en su casa las dos solas para decírmelo. No sé que diría papá de esto, pero de todas maneras solo le dije a Eiji que comprobaría si son buenos. No le he dicho que me metería en el grupo sin pensármelo dos veces.
–Dicen que este sábado pueden, les he dicho que si
–Vale. ¿Entonces qué vamos a hacer?–pregunté con curiosidad
–Podemos pasar la mañana fuera o si quieres puedes tocar el violín aquí en casa. Pero primero supongo que tienes que vestirte, digo yo–seguro que debe estar mirándome desnuda Eiji
–Bueno lo haré para que la señorita no se enfade, pero sácame la ropa de la maleta–ordené como si fuera mi esclavo
–Si me lo permites te vestiré con un look diferente–hice un gesto como que me daba igual–Ponte algo de ropa interior– unas bragas me cayeron en las piernas. Mientras él buscaba ropa, yo me ponía la ropa interior y lo que me iba pasando–Déjame que te vea. Te queda genial.
–¿Se puede saber que llevo puesto?–a saber qué ropa me había dado
–Ahora pareces una chica metalera como yo–noté como se apoyaba en mis hombros
–Si a ti te gusta como voy, me vale
No poder ver que me estaba poniendo era una ventaja para él, podría ponerme cualquier cosa y nunca lo sabría. Lo importante es que a Eiji le guste, mientras no me vista con nada raro. Me dí cuenta es como si ayer no hubiera recordado nada, podría estar fingiendo que está bien. Lo notaría.
–Oye, ¿estás bien?–pregunté preocupada por él.
–No te preocupes, olvida lo de ayer. Es que no suelo fijarme en esas cosas, y yo...–agarré su brazo
–¿Qué te parece si desayunamos fuera?–pregunté intentando distraerle
–Me parece buena idea. Estaremos toda la mañana fuera, necesitas un paseo. Ven, voy a arreglarte bien–me dejé llevar por él–¿Te importa si te…?
–Peiname como quieras, soy toda tuya. Así puedes presumir de hermanita rockera.
–¿Sabes que ya me han confundido tres veces con un japonés extranjero? Y eso que hablo un perfecto italiano–noté como pasaba el peine por mis cabellos
–A mi me ha pasado alguna vez también. Aunque es verdad que te pasa por hablar con mamá en japonés
–¿Cómo sabes que hablo con mamá?–preguntó sin dejar de peinarme
–No es tu vida la que puso en peligro–dije molesta
–Se que no debería hablar con ella, pero la echo de menos. Ya pasó casi un año, quiere disculparse contigo
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Violinista Invidente
FantasyDesde la lejanía yo podía ver las piezas del tablero moverse, como aquel pobre ser, vilipendiado por sus compatriotas, preparaba el principio de mi juego. Todo gracias a la Luna, no el astro de los débiles terráqueos, sino la divinidad así llamada...