1. La chispa - 2

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Parte dos:

Las cejas de Chester se notaban nerviosamente alteradas; se movían una y otra vez, de arriba a abajo, como si intentaran hablar. Bunnicula hizo un pequeño gesto de agradecimiento y agarró nuevamente al felino del brazo, pero esta vez con más cuidado y persistencia que antes. Chester se mostró bastante ansioso, pero intentó no moverse tanto para no molestar al conejo vampiro. Bajó la mirada lentamente, pero soltó un suspiro al ver que su cola estaba tan esponjada, que no se lograba ver lo que había debajo suyo, pero Bunnicula parecía disfrutar ver la ciudad de Nueva Orleans desde lo alto. El conejo blanquinegro rió al ver al gato.

Comenzó a ir rumbo al bosque.

-Bunnicula, no no no, volvamos a casa porfavor- rogó Chester -Haré lo que me digas, tan sólo... vayámonos porfavor.

El conejo hizo caso omiso a las súplicas de Chester, tambaleando un poco.

-El bosque está lleno de cosas aterradoras, déjame ir

Bunnicula carcajeó un poco y soltó a Chseter. Cuando se sintió cayendo, el felino amarronado comenzó a gritar desesperadamente. Agitó sus cuatro patas, mientras sus pupilas se hacían tan finas cuales rendijas negras. Sentía que podía tocar el suelo en cualquier momento, sentía pánico, no quería que su vida acabara de ese modo. Cerró los ojos con fuerza, no quería ver su destino y gritó, como último llamado de ayuda. Apartó sus párpados inmediatamente, cuando sintió algo rozar suavemente en su reta guardia. Miró hacia abajo, y sólo se encontró con una flor gigante, que poseía pétalos enormes color violeta, y manchas neón. Era una planta sumamente extraña, jamás había visto algo como eso, era algo.. ¿Paranormal? Alzó su mirada hacia arriba y pudo notar que se encontraba en un bosque con todo tipo de plantas de colores fríos y manchas amarillas amarillo neón; no todas eran amarillas, algunas eran rosas, celestes o anaranjadas. Estaba furioso con Bunnicula, pero no podía evitar mirar aquel bosque con admiración. Era sumamente bello.

-Ésto es... muy hermoso Bunnicula- dijo Chester

El conejito sonrió y balbuceó algunas palabras, que en su propio idioma sería "No tan hermoso como tú" y rió. Chester no le dio mucha importancia, ya que él no lo entendía. Al notar eso, Bunnicula chasqueó con la lengua, le hubiera gustado que pudiera haberlo oído. Sólo podía pronunciar un par de palabras que Chester pudiera entender, así que tomó valor y sólo lo dijo.

-Bonito... tú. Tú bonito - mencionó con poca fluidez, ya que le costaba mucho hablar en aquel idioma tan raro para él.

Chester se ruborizó drásdicamente -¿Qué... has dicho?

-Eres bonito- sonrió Bunnicula, saltando a la cabeza del felino.

El félido se puso notoriamente rojo, y se sintió incómodo con Bunnicula sobre su cabeza. Rió nerviosamente mientras seguía contemplando aquel paisaje nocturno tan bello. El cielo teñido de azul, y la luna plateada brillando en el cielo, lo hacían todo más hermoso aún. Chester, con Bunnicula aún en su cabeza, se acercó a un árbol que irradiaba una luz anaranjada por el tronco, y luz azul por sus hojas. Sus ojos centellearon.

Sin más, Bunnicula carcajeó como siempre lo hace y se dejó caer en los brazos del gato. Chester observaba hipnotizado aquella planta, así que inconscientemente comenzó a acariciar la cabeza de Bunnicula suavemente.

-Nunca había visto nada como ésto

Bunnicula purreaba ante las caricias de Chester, y él no parecía notarlo, pero las caricias comenzaban a bajar un poco. El felino paralizado, comenzó a ronronear con una sonrisa en el rostro. El conejo, sintió cómo las manos del gato amarronado tocaban su barriga, y sólo podía reír ante esa acción; en cambio, Chester parecía adormecido y no reaccionaba ante lo que estaba haciendo. Bunnicula sintió un hormigueo en su estómago y sintió que ése era el momento de hacerlo, hacer lo que quiso haber hecho hace mucho tiempo ya. Acercó su boca a la cara de Chester y se atrevió a hacerlo; le dio una gran lamida en la mejilla, dejando baba de color violeta por todo su pelaje. En ese momento, el felino tomó una buena bocanada de aire, como si despertara de un sueño. Se quedó perplejo al ver al conejo vampiro sonriendo en sus brazos.

-Amo... te amo- dijo Bunnicula, sintiendo una punzada en su pecho -Ésto.. está mal Bunnicula, no.. no puedes...- replicó Chester, mirándolo horrorizado -. No puedes amarme-.

Dicho éso, dejó delicadamente al conejo en el suelo, como si fuera una muñequita de porcelana que estaría por romper si no tenía cuidado. Chester estaba más rojo que un rubí, y sentía una punzada en su pecho, y comenzó a caminar rumbo a la ciudad, pero Bunnicula no quería dejarlo ir, no iba a dejarlo ir. Corrió tras él y lo tomó del brazo, por lo general lo empujaba con mucha fuerza, pero éste había sido un roce suave.

-Tú bonito, quedarte- dijo, haciendo un esfuerzo por no balbucear, como siempre lo hacía. Chester no lo miró, alzó la vista para evitar el contacto visual -¿En verdad... que me amas?- él quiso decir "¿En verdad crees poder amarme?" pero decidió limitarse a lo que dijo. El conejo vampiro, algo confundido, agitó sus orejas y las hizo alas, para volar hacia la altura del rostro de Chester y asentir. Chester estaba enamorado de Bunnicula, no sabía cómo había pasado, ya que él era detestable, traía monstruos a la casa y lo espantaba... aún así era tierno. Sacudió su cabeza, y vio a Bunnicula enfrente suyo, asintiendo con la cabeza.

-E-está bien- tartamudeó el felino, poniéndose notoriamente nervioso.

Bunnicula sonrió, y se quedaron toda la noche observando aquél bosque y sus maravillas.

"No puedo creer que Bunnicula me ame... ¿En verdad le gusto? Él lo dijo así... agh, no estoy seguro, pero.. ¿En verdad le gusto? Creo que si.. ¿ésto sería mi oportunidad?".

Los sentimientos de Chester |Bunnicula|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora