6. ¿Quién eres?

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—Arawesha— Bunnicula se acercó a Chester, y acarició su brazo. En cuestión de segundos, se calmó y volvió a la normalidad.

—Bunnicula — gimoteó el gato mareado. Se sentía realmente fuera se sí — ¿Qué pasó?

Harold estaba hacia un lado, observando a su amigo, atemorizado. Tomó a Bunnicula y lo alejó.

—¡Ese no es Chesty, Bunnic! No te acerques, criatura del mal — hizo una cruz con los dedos.

—¿Qué te pasa Harold? — preguntó el felino amarronado asustado tanto como intrigado.

—¡¿Chester, sigues ahí?!

Bunnicula, algo confundido se acercó a Chester y lo miró con triseza. Bajó sus orejas lentamente.

—Bunnicula, ¿Qué me está sucediendo? — se agarró la cabeza.

"Sígueme" fue lo que respondió Bunnicula antes de subir las escaleras. Chester lo siguió, y Harold no se quedó atrás. El conejo vampiro fue hacia la habitación de Mina, y de abajo de la cama sacó un gran libro antiguo. Parecía ser de hace unos siglos atrás; el félido estaba sorprendido de que no se hubiera vuelto polvo.

El ojirrojo lo abrió con sumo cuidado en la mitad, y se podía apreciar una fotografía, en la que se veía un sombrero flotante junto a dos gatos. Una era hembra, y el otro era macho. El macho era un gato blanco y negro de ojos amarillos, y la hembra era una gata blanca de ojos celestes, y llevaba un pequeño moño rosado en la cabeza. O al menos eso debía ser, porque la imagen se veía grisácea por ser "la época del blanco y negro".

Pasó la página, y podían verse un sombrero flotante, una bufanda voladora y la gata sonriente. Chester, comprendiendo la situación, rascó su barbilla y miró preocupado al conejo.

—Entiendo. Ese gato se convirtió en vampiro, ¿Pero qué tiene que ver conmigo?

Bunnicula estaba tenso. Podía notarse en su expresión y su mano titubeante. Sin responder o dar más rodeos, dio vuelta la página. La foto dejó en shock al perro y al gato. Había un gran corazón de fondo, y lo único que se veía en frente de eso, eran el sombrero y la bufanda. Chester parecía tener un ataque de celos, rabia y asco.

—Él es tu...

El vampiro lo interrumpió sacudiendo los brazos.

—Pasado — pronunció dificultosamente.

Chester pareció aliviarse. Suspiró y miró a Harold.

—Lo siento — cuando dijo eso, pareció quebrarse. Él no era una de esas personas que solían disculparse.

El felino sonrió triunfante.

—¡Vayamos a detener ésto!

Antes de que pudiera dar un paso, Bunnicula y Harold lo detuvieron poniéndosele enfrente.

—¡Aguarda Chesty! Esto podría ser muy peligroso.

—¡No me importa! Una cosa es meterse en esta casa, pero otra cosa es invadir mi cuerpo y convertirme en un salvaje — replicó molesto.

El blanquinegro se subió sobre la espalda del perro y miró furioso a Chester.

—¡Eya! Kirasique itaishi bole boo — se quejó.

—¿Qué? — preguntó Chester perplejo.

—Dice que ya fue suficiente que te escaparas una vez, y que no va a volver a perderte — tradució Harold bastante feliz —¡Me parece muy tierno de tu parte Bunnic!

Las pupilas de Chester se habían hecho tan finas como rendijas negras. Se paró en puntillas, ya que no llegaba a darle la cara al conejo.

—¡No me importa lo que digas, Bunnicula! Yo me enfrentaré a esa cosa. No toleraré que me use un segundo más.

Los sentimientos de Chester |Bunnicula|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora