Promesa rota

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Mi frente estaba perlada en sudor. El tiempo transcurría rápidamente y el bus parecía no avanzar lo suficientemente rápido, aun cuando casi pisaba el acelerador a fondo.

DongHae me había dicho antes de dejarlo que esperaría, y yo le había dicho que pasaría a las cuatro en punto.

Y no rompía mis promesas.
Tenía que llegar.

El reloj de marcaba las tres y veinte y faltaban dos estaciones más para llegar.
Si el flujo de gente en las estaciones era demasiado, no iba a llegar a tiempo; así que mentalmente cruzaba los dedos para lograrlo.

Tenía que hacerlo. Lo había prometido. Tenía que llegar.


*****

Las cuatro con diez.
La gente había bajado en aquella ultima estación desde hacia veinte minutos y desde entonces esperaba. Necesitaba que DongHae llegara pronto o yo llegaría tarde a la terminal para cerrar el circuito.

*****

Cuatro cuarenta.

Él no había llegado y no podía esperar mas.

Bufé frustrado y di un golpe al volante mientras volvía a observar la estación y sus alrededores por una ultima vez.

No estaba.

Exhalando con fuerza, encendí el motor y pisé el acelerador.


*****

Cuarto para la media noche.

De camino a casa, pensaba en las mil y una cosas que pudieron suceder en el transcurso del día, pero aquellos pensamientos por mas que intentara no hacerlo, siempre desembocaban en la misma dirección: ¿Qué había sucedido con DongHae?

Quizá solo había dicho que esperaría, mas no lo había dicho en serio puesto que no confiaba en un desconocido.

Casi dos horas de charla no era tiempo suficiente como para confiar en una persona, ¿verdad?
Fruncí los labios y apreté el volante con fuerza.
Cada vez me acercaba más al bloque de apartamentos donde le había el día anterior y mientras mas cerca estaba, más disminuía la velocidad del bus hasta que de un momento a otro me encontraba de pie en la puerta de su edificio, tocando el timbre de la recepción.

El intercomunicador hizo un clic y alguien preguntó: -¿Si?

-H-h-hola- y ahí íbamos de nuevo con el recién adquirido gusto por el tartamudeo. - E-e-estoy buscando a un joven.
-¿Conoce el nombre o el número del apartamento?
-El nombre. DongHae Lee. - Claramente era una afirmación, aunque muy boca la hubiera formulado a forma de pregunta.

-Espere un momento, por favor.- nuevamente se escucho el clic en el intercomunicador.

Me quedé ahí de pie, jugando a patear piedras imaginarias mientras esperaba. Luego de algunos minutos el sonido del intercomunicador siendo activado de nuevo llamó mi atención.
-Disculpe. No hay ningún inquilino en este edificio con ese nombre. ¿Está seguro que es aquí?

No. No lo estaba. No había esperado el tiempo suficiente como para ver a DongHae ingresar al edificio, así que no sabía si en realidad había entrado o había ido a otro lado.

-Disculpe. No lo sé. - Me sentí como un tonto mientras decía aquello. -Gracias por su ayuda.- Me di la vuelta y comencé a caminar, sintiéndome molesto.

¿Porque había ido a buscarle? Si no sabia nada de él y él no me había dado información. ¿Porque me importaba?

La puerta del edificio se abrió entonces.
-¡Disculpe, joven!- el grito del guardia del edificio me hizo detenerme y darme la vuelta.

-¿Esta buscando a DongHae, el chico en silla de ruedas? - Como si hubiera recibido un golpe de adrenalina, mi cuerpo se puso alerta tensando brazos y piernas y poniendo la espalda recta, mientras asentía hacia el hombre.

-S-s-sí.

-Gracias a dios.

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