Pasado

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Sentado a su lado en la cama, mientras pasaba la toalla por la piel de Hae para limpiar los rastros de suciedad y comida (él no había querido que curara sus heridas), me debatía entre si debía preguntar o no acerca de la persona que había estado en casa.

-¿Hyuk? - Escuché. Cerré los ojos e inhalé profundamente para contener todas las preguntas antes de dirigir la mirada hacia él. Sus ojos brillaban con lágrimas retenidas. Sabía que lo había notado, ¿porqué si no me miraba con vergüenza?

-¿Quién fue? - No pude evitar decir.

Él se tensó y se mordió el labio inferior antes de pensarlo un poco y hablar.

-Mi ex novio.

Sus palabras penetraron en mi cerebro con fuerza. Ex novio. Sí, DongHae era gay. De alguna forma ya lo presentía y no me sentía molesto con ello, porque después de todo él de alguna forma me gustaba. Y era por ese hecho que la palabra "ex novio" me molestaba.

Alguien de su pasado - no tan pasado en realidad- le estaba haciendo daño.

Muchas cosas comenzaron a tomar sentido entonces. Como el resfriado por el cual le había traído a casa, por ejemplo. No habíamos hablado de ello, pero en el momento en que comencé a atenderle me di cuenta de que los síntomas que padecía no eran en realidad los de un resfriado, aunque consideré que la debilidad y cansancio que había mostrado bien podrían ser a causa de ello. Luego estaba el día en que le había encontrado a punto de ponerse una playera. Su pecho estaba marcado por algunas cicatrices de cortes y moratones; había asumido también que esas marcas pudieron ser la causa del accidente por el que ahora se encontraba en la silla, aunque para los moratones no tenía explicación y había asumido que se debían a sus caídas. Realmente no había tenido el valor de preguntarle directamente. Hasta ahora que estaba dispuesto a molestarlo con tal de saber más acerca de él.

-¿A qué vino?

-Me ha estado siguiendo.

-¿Porqué no me lo habías contado?

Bajó la vista.

-Lo siento.

-¿Porqué te disculpas?

-Por no decirte la verdad. -Me miró. Se tomó un momento para respirar y apretar su mandíbula con fuerza. Paseó la vista por la habitación y miró hacia la puerta. Luego a sus piernas.

Si pensaba en huir, no podría hacerlo. La silla aun estaba en la cocina.

-Habla conmigo. -Le pedí con suavidad. No quería que desconfiara o se asustara de mí. Una lágrima resbaló por su mejilla, pero no hubo más. Se aclaró entonces la garganta y comenzó a hablar.

Me contó como había conocido a esa persona diez años atrás. Como de comenzar a ser amigos se transformaron en más. Empezaron a vivir juntos y que todo le había parecido de lo más romántico durante los primeros meses, hasta que descubrió que lo engañaba no con uno, si no con muchos. ¿Exactamente? Ligues de una noche. Le había engañado siempre sin cuidarse.

Y le había contagiado de VIH.

Se me heló la sangre. Y él debió notarlo.

-¿Ahora entiendes porqué no quería que curaras mis heridas? ¿Porqué no te dejé estar tan cerca de mí? No te preocupes. Igual he sido cuidadoso estando cerca de ti. No es como si ya te hubiera contagiado.

Mi mente era un caos tratando de poner todo en su lugar, pero con sus palabras, la alarma se encendió.

-No me asusta eso. No me asusta que pudieras contagiarme. No soy tan ignorante. Me duele todo lo que has sufrido. Me duele que no haya podido darme cuenta cuando las señales estaban ahí; me duele que no hayas podido confiar en mí porque jamás te di la confianza necesaria para que lo hicieras. Y me duele más el no haber podido evitar que te volviera a hacer daño. - Acaricié su mejilla, sintiendo la suavidad de su piel . Lo decía de verdad. No había tenido que pensarlo para saberlo y decírselo, la determinación estaba ahí como para saber que no me importaba su condición para amarlo de igual forma. Aun así, eso no significaba que no debiera tener cuidado. Pero eso era algo que estaba dispuesto a enfrentar sólo si él estaba dispuesto a permitir que me quedara a su lado.

-No te merezco.- Susurró. -Has sido tan bueno conmigo. Sé que te gusto, pero no me siento capaz de corresponderte. No quiero herirte... por más que te quiera.

Mi corazón comenzó a latir como nunca antes. Esta no era la declaración que me había imaginado y aún así se sentía perfecta.

-Me iré pronto si lo quieres. Sólo dame unos días para... -Empezó a hablar.

-¿Has visto a un médico? Sé que hay tratamientos, puedes tener una vida sana y... - Le interrumpí. No quería que hablara de partidas. No quería que se fuera.

-Lo he hecho. Pero abandoné el tratamiento hace un mes.

-¿Porqué?

-Por él. No estaba dispuesto a dejarme ir y me seguía a todos lados. Incluso amenazó a mi doctor. Y antes... -Su vista fue de nuevo hacia sus piernas. - Cuando supo que me iba se volvió loco y me lanzó desde el balcón, por eso estoy así. Hace casi dos años que pude independizarme luego de salir del hospital, pero se siente como si nunca hubiera estado lo suficientemente lejos de él. -Acarició un poco su muslo antes de cerrar la mano en un puño y verme de nuevo. Había rabia, dolor y determinación en su mirada. - Ahora sabes la verdad. No solo soy un inválido, si no que estoy enfermo de VIH. No tienes porqué lidiar conmigo. Sólo dame unos días y yo me iré.

- ¡¿Porqué insistes tanto?! - Alcé la voz y él se asustó.- No te estoy pidiendo que te vayas. Te quiero conmigo. Ya nos haremos cargo de todo lo demás. Ya nos enfrentaremos a lo que venga. Sólo quédate.

-No te merezco Hyuk...

-Tú no decides eso.- Respondí cortante antes de tomarlo de la nuca y acercarlo a mí.

Y simplemente lo besé.

Can You Help Me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora