El primer día

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Antes de empezar comentaré que esta historia vino a mi después de leer una nota en internet mientras escuchaba Spring in me (de mi adorado Yesung). La nota hablaba de un conductor de una ruta que todos los días se baja de su unidad para ayudar a subir a una mujer sin piernas a quien, con anterioridad, le habían negado el servicio de transporte por su condición. La verdad es que este tipo de acciones me conmueven demasiado y me hacen creer que en realidad no hay gente tan mala. Gracias a personas como este hombre, se hace la diferencia.
En fin, ha sido mucha palabrería. A leer.

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Exhalé con fuerza mientras pisaba ligeramente el acelerador. Eran mas de las diez de la noche y tras pasar la mayor parte del día sentado conduciendo, mi cuerpo exigía descanso. Aquel había sido mi primer día de trabajo como conductor de un autobús de transporte público. Y bueno, ¡Que primer día!

Di un vistazo rápido a los las espejos laterales y el retrovisor, pero la carretera estaba completamente sola de la misma forma que el interior del autobús.

No había mas pasajeros y tampoco habría más.

Además, solo restaba una última estación y finalmente estaría en la terminal.
Inhale profundamente y parpadeé rápidamente después de exhalar. Mas allá del parabrisas, las luces del autobús iluminaban el camino y un poco más, pero la oscuridad seguía siendo igual de profunda aun cuando la luna brillaba en el cielo, grande, llena y hermosa. Inspiré profundamente mientras divisaba al final del halo de luz las columnas de metal de la última estación.

Sonreí.

Diez minutos mas y estaría de camino a casa.
Diez minutos más y...
Las luces iluminaron de pronto un pequeño bulto a un costado de la última estación. Conforme me acercaba más y las luces iluminaron más el espacio al rededor de aquel objeto/cosa... persona,  pude distinguir que se trataba de un chico.

Uno en silla de ruedas.

Bajé la velocidad esperando que indicara que me detuviera, pero él no lo hizo. De hecho, ni siquiera me miró. Parecía que estaba dormido (su cabeza colgaba en una incómoda posición, haciendo que su barbilla se apoyara en su pecho).

Indeciso sobre si debía detenerme o seguir, escanee una última vez mis alrededores y al llegar a la estación, detuve el autobús hasta que pude ver al chico a través de las puertas;  no apagué el motor.  Antes de abrir las puertas, eché otro vistazo rápido al camino, decidiendo que al primer signo de que algo no iba bien,  no iba a arriesgarme. Podría tratarse quizá de un intento de asalto. O algo peor.

Después de un momento cuando nada saltó de entre las sombras y no se veía otro movimiento más que el del pecho del chico subiendo y bajando suavemente acompañado del sonido de algunos ronquidos que rompían ronroneo del motor ( escucharlos era de cierta forma  tranquilizante), decidí que tenía que hablarle o irme y dejarle ahí.

Todo lejos de la luz del autobús estaba oscuro como la boca del lobo y aunque no le temía, sabia que debía ser cuidadoso y no confiarme. Abriendo las puertas, miré hacia el chico que parecía profundamente dormido y pregunté:

- ¿Buenas noches?

Él ni se inmutó.

¿Y si no estaba dormido y los sonidos que escuchaba eran provocados por mi mente? ¿Y si había imaginado el movimiento de su pecho? Pensé de pronto y mi estómago se revolvió un poco cuando observé su rostro tranquilo.

Recorrí con la vista su pecho, esperando ver un poco del movimiento de este subiendo y bajando a causa de la respiración, pero dándome cuenta en cambio de lo delgado que era. Lo observé detenidamente, un poco curioso al notar que la parte inferior de su cuerpo estaba cubierto por un cobertor que en otros tiempos había sido completamente negro y que ahora parecía mas un café grasiento.

Una ola de pena me invadió y aclaré mi garganta para alejarla, logrando al mismo tiempo hacer que el chico diera un salto, abriera los ojos y levantara la cabeza asustado. Sus ojos parpadearon rápidamente, como alejando en sueño y aclarando su vista, y luego de unos segundos un par de orbes cafés me miraban de una forma bastante extraña, casi con alivio.
- Por favor, puede ayudarme? - preguntó él apenas en un susurro y nuevamente sentí aquel malestar de antes remover mi estómago.

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