Al caer la tarde, le gustaba mucho sentarse en su mesedora y pensar en él. Se imaginaba cómo sería el tenerle cerca, y la compañía tan agradable que podría ser... Siempre pensaba en sus dulces palabras, en la calidez de su cariño y en su varonil voz, que la hacía estremecer hasta sus entrañas! Pero sabía que no era realidad... y entristecía todas las tardes al Saber que como ilusión, era el amor más hermoso y único que jamás había vivido. Era algo así como esa sombra que no se aparta de ti, pero que tampoco puedes tocarle... Cuántas noches añorando su cariño... Deseando su calidez y extrañando ese susurro de su lengua poco entendible, pero clara para su corazón. Cuanto cariño y cuánta chispa se escondía en cada recuerdo; conversaciones que invadían su mente y su corazón, llamaba a gritos sus dulces besos de letras. Fin. (Yacafi)