Lo único a lo que estaban atentos siempre, era al cuidado de aquel hombre, cuyo corazón podía más que otra cosa. Sus ojos grandes y claros que en las noches oscuras encandilaban con luz de brillo de luciérnaga... Sus hermosos colores de pelo parejo y corto con tonalidades de grises y su pecho blanco absoluto; eran la combinación perfecta para acompañar tan tierna mirada, en ocasiones profunda y otras veces al acecho. Tal vez ellos eran parte de la alegría de éste hombre que en momentos fueron su compañía, creando un vínculo fuerte entre ellos y el hombre de corazón puro... Muchas veces se sentaron a esperar el afecto y la bondad que él tenía brindándoles delicias para su paladar y cariño... Pero el cariño y fidelidad era mutuo,
Tanto como para seguirlo a todos lados, incluso hasta la tienda. Fin. (Yacafi)