Parte 2

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—Mario, por el amor de Dios, necesito la dirección de Tony —le vuelvo a insistir.

—Kathryn, no te metas en problemas —advierte.

—No lo haré. Sólo necesito la dirección.

—Iremos contigo, Kathryn —interviene Nora.

—Como sea, pero necesito verlo.

El móvil suena, mierda, es Abraham.

—Hoy no podremos buscarlo, no voy a dejar a Abraham así.

—La policía irá a su casa —replico.

—De eso nada. Es el nieto del gran Emilio, heredero absoluto y nadie se metería con él, créeme.

—Mario, no puedo esperar más. Necesito hablar con Tony, ahora.

—Abraham está esperándonos...

—No me importa.

Mario me mira, Nora trata de entender todo, y yo siento mi corazón dando un vuelco.

—Abraham va a matarme —masculla.

— ¡Por favor! —suplico.

Suspira pesadamente.

—Suban al auto.

(...)

El trayecto es incómodo. Noto a Mario bastante dudoso, y a Nora con ansiedad. Tengo miedo. Sí, lo tengo; pero no por lo que pueda pasar después, sino por la verdad que pueda oír.

Mario baja la velocidad y asumo de inmediato que llegamos. No soy consciente de cuanto llevamos en el auto; pero cuando estoy segura, me acerco rápidamente a la puerta. Todo un par de veces, y cuando suena la chapa, mi corazón parece darme un vuelco dentro del pecho.

—Oh... —exclama sorprendido—. Estas muy... Hermosa—me mira de pies a cabeza.

Mi móvil suena, es Abraham. Cuelgo de inmediato. Veo de paso que tengo muchos mensajes de Rubén.

—Patético —susurro.

—P-pasa —tartamudea.

Su casa en grande, y está llena de pinturas extrañas. Veo una copa de vino sobre la mesa de centro, en la sala.

—Siéntate —articula.

Tomo asiento.

— ¿Abraham golpeó a Patricia? —trato de sonar lo más directa posible.

Tony's POV:

—Mi amor, eso no se pregunta.

Noto como la niña se tensa y cierra las piernas, impidiéndome ver lo increíble que había logrado. Imaginariamente dibujo la comisura de sus labios. Recorro sus pechos y sus piernas con la mirada.

Es el vivo retrato de Patricia.

Ya veo, Abraham la eligió por esa razón. Pobre mocosa.

—La golpeó sí o no —su voz suena más fuerte y yo arqueo una ceja. Es más enojona que Patricia.

—No voy a responder, a menos que tomes una copa de vino —vacilo.

—No me gusta beber —se niega rápidamente.

—Entonces puedes irte, mi amor.

Suspira.

—Pero solo un poco.

—Hecho.

Le sirvo un poco de vino y toma la copa entre sus manos.

—Bueno, dime —reclama.

—No has bebido aún —replico.

Pone los ojos en blanco, para luego tomarse todo el vino de la copa y terminar diciendo: —Listo. Dímelo.

—Vamos con calma, ¿Cómo supiste lo de Patricia? —pregunto, tratando de desviar el tema.

—Abraham me lo comentó —se acomoda un poco en el sillón.

Bebo un poco de vino.

—Eres parecida a ella. Tu piel es más blanca, tus ojos son verdes. Hermosamente verdes —resalto—, los suyos por el contrario, eran más oscuros, y tenía pelo castaño. Era más delgada y también más alta. Pero; fuera de esos pequeños detalles, eres muy parecida.

La noto incomoda.

—Yo... Sólo quiero saber si él la golpeó...

—Kathryn, hay cosas que no sabes de Abraham; y créeme, no quieres saberlas. Cuídate, porque él no es de confiar.

— ¡No te creo nada! —grita.

—Pregúntale por Patricia, que él te diga que pasó con ella y con su hija —contesto.

—No es su hija.

—Ni siquiera eso se atrevió a decirte. Luana es su hija, y él lo sabe —replico.

— ¿Por qué murió Patricia?, ¿Por qué simplemente no se divorciaron?, ¿Por qué me mentiría?, ¿Por qué... Por qué yo me obligo a creerle? ... —Esta última pregunta, es más para ella que para mí. Es como una manera de encontrarle la razón a esto, a pesar de saber que es imposible.

Sus ojos están cristalizados, y mi corazón parece dar un retorcijón. Sé perfectamente que Abraham la está manipulando, que la hace sentir incapaz de seguir sin él.

—Él no es bueno para ti.

—Pero tú te metiste con ella —reclama.

—Sí, y aquella vez no fue la primera. Abraham es un completo idiota, que no puede manejar sus impulsos —suelto de repente.

—Estúpido.

Su móvil suena al instante, y contesta. Puedo oír los gritos de Abraham preguntándole dónde está, ella le dice que no irá y le cuelga.

—Te recomiendo que no lo veas por ahora, te irá mal —vacilo.

—Tu podrías ayudarme si...

—Vale, él la golpeó, ¿Eso querías oír? Bueno, ya puedes irte; no quiero problemas con el imbécil de tu novio.

Me mira decepcionada y entristecida. Ella siempre supo que esa era la verdad, y que no importa cuánto lo quiera negar... Abraham no es bueno para ella. Y que probablemente, termine siendo su próxima víctima.

Se para y se dirige a la puerta, cuando está ahí, se gira y me mira.

— ¿Crees que seré Maltratada por él? —su pregunta me abruma.

—Sí —es lo último que suelto.

Asiente, y algunas lágrimas yacen en sus mejillas.

Se va, y la culpa me invade. Tal vez soy demasiado duro, pero así es. Abraham es muy agresivo, y en cualquier momento la lastimará.

Te amo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora