CAPÍTULO 23

1.2K 111 47
                                    

Abraham's POV:

Hoy quiero verme como un chico normal, nada de ternos y camisas.

Me acerco al armario y al abrirlo se caen algunos papeles que habían en la parte superior. Rápidamente empiezo a recogerlos.

Y estaba su foto. Creí que mamá había quemado todo lo que tenía que ver con Patricia.

Parpadeo lento. Tenía tantas ganas de salir corriendo hasta quedarme sin fuerza alguna, quería dejar todo. Gritar, llorar hasta que mi pecho arda. Necesitaba gritar su nombre una, otra, y otra vez.

Quería explicaciones, ¿Por qué tenía que meterse con Tony?

Él y yo éramos realmente unidos, pero todo terminó. La foto resbala de mis manos, se veía muy hermosa con el vestido en nuestra boda.
Me siento muy estúpido por no dejarla ir, porque ya es tiempo, yo seré feliz con Kathryn y Luana.

Joder, si se supone que muestra relación era arreglada, lo mismo que con Sara, se suponía que ella no sería importante para mí.

Recuerdo el juicio. Me declararon inocente, sabiendo absolutamente todos, que yo sí fui el responsable. Que yo sí la golpee y que, por ese grave error, no la volvería a ver nunca más.

¿A quién quiero engañar?

La extraño, la necesito. Pero, es imposible.
Limpio las lágrimas en mi mejilla y continúo con lo que iba a hacer.
Me pongo algo ligero. Unos jeans, unas super stars, polo y chaqueta negra.

Lavo mis dientes y me echo perfume. Cojo las llaves de mi auto, mi billetera y el móvil, y bajo a la sala.

—Ya regreso, mamá —digo, mientras todos están en el sillón. Aburrida reunión familiar.

— ¿Con quién vas? —pregunta algo preocupada.

—Con mi futura esposa —respondo y una vaga sonrisa exultante se dibuja en mi rostro.

Salgo de la casa sin darles más explicación. Deslizo el auto por la grava y conduzco tranquilo hasta la casa de Kathryn, por suerte el trayecto no es muy largo. Toco la puerta y abre rápidamente.

—Abraham —masculla alegre—. Ven, pasa.

Le hago caso.

—Te veo muy emocionada —comento.

—Y lo estoy... ¿Adivina quienes serán papás? —dice emocionada.

No puede ser. No ahora.

—Kathryn... Pero, creí que te cuidabas...

Me mira confundida

—Y lo hago... Pero Abraham nosotros no...

—Kathryn —la interrumpo—. Ni siquiera hemos terminado la universidad.

— ¿No quieres tener hijos conmigo? —pregunta triste.

—No... Bueno sí, pero no ahora. Hay muchos planes para nosotros.

—Perfecto. Por cierto, vas a ser tío. Nora está embarazada. Por fin Mario será papá —espeta y empieza a llorar.

Mierda Abraham, tenías que cagarla. Ella sube las escaleras y la sigo.

—Kathryn, mi amor, no quería que lo tomes a mal —la cojo del brazo-.—Creí que tú estabas embarazada.

—No te preocupes, me queda claro que es lo último que quieres es tener un...

La beso y corresponde.

—Joder Kathryn, sabes lo que quise decir —junto nuestras frentes y ella mira mis labios—. Te quiero, y no deseaba hacerte sentir mal.

—Sí... No importa...

—No, sí importa, no quiero que confundas esta situación.

—No lo haré, sólo, olvídalo.

— ¿Todo bien, entonces? —ella sonríe y se limpia las lágrimas.

—Sí —responde y me besa—. Nora debe estar esperándonos. Cocinó albóndigas.

— ¿Me odia todavía?

—Supongo que no —dice sonriendo.

(...)

Bad Things se reproduce en la radio. Es una canción linda.

—Amo esa canción —suelta de repente.

— ¿Te gusta la canción, o el chico que la canta? —pregunto arqueando una ceja.

—-Ambos —responde sonriente.

Minutos después llegamos a casa de Nora. Kathryn baja del auto y toca la puerta, pero nadie abre.

—Voy a llamarla —dice cuando me acerco.

Coge su móvil y marca rápidamente. Aún recuerdo cuando le rompí el que tenía.

— ¿Nora?, ¿Qué? ¿En qué hospital está?, voy para allá... No Mario, sí. Entonces iré mañana, llámame cualquier cosa.

Cuelga de inmediato.

— ¿Qué sucede? —pregunto.

—Es Nora, no entendí muy bien. Creo que tuvo algún golpe.

— ¿Por qué no irás a verla hoy?

—Mario no quiere, pero mañana estaré ahí a primera hora.

—Bueno Patr —aclaro mi garganta—. Kathryn, debemos irnos.

— ¿Ibas a decirme Patricia?

—No, claro que no.

— ¿Hasta cuándo ella seguirá en medio de nosotros? —se queja.

—Ella nunca ha estado en medio de nosotros. Y ya basta, no vamos a pelear aquí en la calle —digo molesto.

—Claro, genial. Pero cuando yo salí con Rubén te atreviste a golpearme —reclama.

— ¡Perdón! —grito efusivamente.

—Jodete —espeta y se da la vuelta.

—Si te vas...

— ¿¡Si me voy, qué!? —se gira para mirarme.

—Si te vas, Todo Terminó.

Todo Terminó, entonces.

Veo como sus ojos se cristalizan pero continúa su camino. El miedo me invade, realmente voy a perderla. Aun así no la sigo, dejaré que se dé cuenta que... No lo sé, podríamos haber seguido.

Me subo al auto y la persigo para ver que llegue bien a su casa. Quería hacerla entrar en razón, pero joder, Kathryn Hill es terca.

Te amo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora