CAPÍTULO 1:

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Ella

Me observo en el reflejo, acabando de perfilar mis labios rojo carmín. Como siempre. Termino y decido retirarme unos centímetros, los justos para poder admirar el conjunto de mi obra maestra. Fino y puntiagudo delineado, creando una apariencia felina. Espesas pestañas enmarcan los ojos ámbar verdosos. Labios gruesos y fruncidos, serios, carentes de vida y coloreados por un tono sangre que es mi compañero diario, acorde con mis víctimas. Peino la larga y dorada melena de rizos espesos . Bien, perfecto, todo en su sitio. Tomo mi vestido corto encorsetado negro de terciopelo mientras elijo con la mirada mis Louboutin negros de suela roja. Una vez el completo de vestimenta y accesorios se encuentran en su sitio y listos vuelvo a girarme dispuesta a analizar el resultado. Pasable, aprobado, si no fuera por esa cara de mala ostia que llevo encima. "Sonríe un poco, o vas a espantar hasta a las moscas" me digo a mi misma, mientras saco a relucir mi sonrisa depredadora y lasciva.

-Por dios nena, estás que rompes- grita una voz detrás de mi, al tiempo que me giro para ver a una morena aproximarse a mi.

-¿No te has parado a mirarte verdad?- contesto, mientras la observo con admiración. Pelo negro como el petróleo, tez oscura y bronceada, curvas de infarto limitadas en un corto e insinuante vestido rojo que enmarca a la perfección sus abundantes senos.- Enserio Roma, media fiesta va a estar babeando por tus caderas.

-Eso será si con suerte pueden despegar los ojos de ti, enserio, me encanta como te queda ese vestido con toda la espalda al aire, sabes que tienes una figura perfecta.- me dice mientras me observa con satisfacción, recorriendo con sus dedos la piel de mi espalda que queda perfectamente expuesta hasta la altura de mi cintura.

-¿Dónde está Mimi?- atino a contestar, tratando de desviar de mi el foco de la conversación.

-Andará por ahí asegurándose de encontrar a Marcos antes de que se le pase el calentón, ya sabes como es...-Cabecea Roma, poniendo los ojos en blanco. Esta Mimi... Suelto un suspiro cansino. "Vaya mujer, siempre igual".- Y tú, ¿qué tal vas con Sergio?

Me atraganto, aunque me esperaba esa pregunta desde que apareció en mi apartamento para arreglarnos juntas como de costumbre. Carraspeo:

-¿El imbécil ese? Lo mandé a paseo esta mañana. Me agobiaba y, aparte del sexo, no es que me aportara mucho más... Y ni en eso era interesante- contesto con soltura encogiéndome de hombros, al tiempo que repaso el rojo brillante de mis labios.

-Ay cariño... Yo que de verdad pensaba que ese chico sería el definitivo vas y lo largas, nadie puede contigo eh Katie- susurra en mi oído mientras me abraza por detrás. Besa mi cabeza con dulzura.- Bueno otra vez será, si hay muchos tíos de los que puedes enam...

-¿Lista?- acierto a interrumpirla con una sonrisa nerviosa mientras me giro con rapidez a alcanzar mi bolso.

- Lista- responde, penetrándome con sus ojos verdes que denotan cierto matiz de tristeza.

Caminamos ligeras por aquel asfalto mugriento mientras que lo único que rompe el silencio es el suave golpeteo de nuestros tacones. Noto la boca de Roma abrirse y cerrarse al instante, en un gesto que bien conozco. Decido cortar sus pensamientos.

-No Roma, no necesito a ningún hombre. Ni novio. Ni nada. Los tíos son para lo que son, para un aquí te pillo aquí te mato porque es lo único para lo que sirven sus escasas neuronas. Y Sergio era sólo un juguete que me ha durado más de la cuenta por esa cara de cachorro abandonado que tenía. No voy a enamorare y no quiero enamorarme. ¿Vale?- suelto del tirón, sin darme cuenta de que había estado aguantando la respiración durante todo el mini discurso.

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