IX. MONEY FOR SOUL

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Una vez más despertaba físicamente agotado y con un millar de emociones aglomerándose dentro de mi cabeza y dentro de mi pecho. En un momento quise creer que el día anterior había terminado mal pero recapacité y caí en cuenta de que había comenzado mal y terminó fatal. Lo que Harry hizo con el primo de mi madre me había dejado con un mal sabor en la boca y todo se hacía peor al recordar lo cercanos que estuvimos durante el día. Tan cercanos, tan unidos, pero también, tan diferentes y opuestos.

Llegué al instituto con la cabeza en todos lados menos en lo que debería, y en esta oportunidad la distracción estuvo a punto perjudicar mis notas, pero me libré de un importante taller gracias a que estaba metido en el equipo de fútbol del instituto. En menos de diez días comenzaría la semana deportiva y como el Pearce era el anfitrión, se habían vuelto condescendientes con los deportistas en búsqueda de que el instituto se hiciese con un gran número de trofeos.

Entrené como nunca y lo hice porque la actividad física me ayudaba a mantenerme ocupado y distraído, necesitaba no pensar, necesitaba respirar.

Volví a clases después del descanso y me sentí mucho mejor que en las primeras horas del día, tenía toda la disposición de escuchar, de atender lo que decían. No podía olvidar que los exámenes comenzaban pronto, justo al terminar la semana deportiva y yo necesitaba estar en todos mis sentidos para poder mantener mis notas altas, un descuido era letal para mí, sin exagerar, mi permanencia en el Pearce dependía en gran medida de mi porcentaje de notas, no podía darme el lujo de obtener resultados mediocres en mis exámenes, todos, sin ninguna excepción, debían ser excelentes.

Antes de volver a casa me decidí por llegar al cajero automático, como ya era fin de mes debía sacar el dinero para ocuparme de los gastos de la casa y de mis estudios, siempre era muy cuidadoso con esa fecha, ya que sabía muy bien que muchas de las deudas no daban tiempo de espera y esos eran problemas que simple y llanamente prefería evitar. Me quedé mirando la pantalla del cajero por largos segundos y torcí mi boca al ver el saldo prácticamente en cero.

No esperé tiempo en llamar a mi madre para hacerle preguntas, aún estaba sentido por sus palabras del día anterior y temía a su reacción tras enterarse que andaba con un chico, pero aún tenía fe y esperanza en ella, después de todo una buena parte de mi vida estaba en sus manos. Mamá no contestó mis llamadas, lo único que recibí de su parte fue un mensaje que puso a temblar mi mundo. Mi madre en pocas palabras me había dicho que ya no confiaban en mí, que por eso de allí en adelante sería mi tío quien manejaría los gastos de la casa y de mis estudios.

Traté de explicarle una vez más la hostil situación en la que me encontraba pero no conseguía palabras que expresaran todo el malestar que sentía, le escribí que él era un manipulador, que él no era lo que ella creía, que estaba cometiendo un gran error, pero ella no me respondía, así que un tanto molesto y resignado, dejé de nadar contra la corriente y solo le envié un "¿Qué debo hacer para que vuelvan a confiar en mí?" que tampoco tuvo respuesta, lo único que recibí en esos momentos fue un mensaje de Harry, donde me daba los buenos días y me preguntaba cómo estaba, mensaje que leí pero decidí ignorar.

Mis padres estaban tristes y decepcionados, no querían hablar conmigo y habían dejado mi vida en manos de un monstruo del cual yo solo quería escapar, y ahora, más que sentirme solo me sentía desamparado ¿Cuándo acabaría mi castigo? Me pregunté y triste emprendí mi rumbo en dirección a casa, ya no me daba tanto miedo volver a ella, confiaba en que el ultimátum que Harry había dejado mantuviese a mi tío a raya. Cuando crucé la puerta principal sentí los nervios propios de estar a solas con alguien que podía hacerme daño, pero lleno de coraje me mantuve firme y en silencio, dejé mi bicicleta en el lugar de siempre y caminé hasta la sala de la casa, lugar donde por lo general podía encontrarle tomando cervezas mientras miraba la televisión.

Hell ; Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora