Capítulo 3: "-Deberías escucharla."

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Me repetí que decirle todo a Allison era lo mejor, no podía seguir ocultándole nada a mi mejor amiga. La vi bailando en la pista y decidí ir y hablar con ella. Cuando me vio a un metro, empujo a una que otra persona para llegar a mí.

—¡Feliz Año Nuevo! —me gritó. Su amplia sonrisa y su melena dorada resaltaban entre todo el mar de gente.

—¡Feliz Año Nuevo! —La rodeé con los brazos.

—¿Quién crees que me dio el primer abrazo del año? —preguntó mientras se apartaba de mí.

—¡Ven, vamos al jardín que apenas y te puedo escuchar! —le volví a gritar. La tomé del brazo y nos dirigimos lejos del ruido de la fiesta. Caminamos entre grupos de personas bebiendo, otras fumando, y de vez en cuando entre una que otra pareja fajando; hasta que llegamos al sitio más tranquilo, el jardín trasero.

Sentí el aire fresco chocar contra mí, poniendo mis pelos de punta. Miré a Allison cruzar los brazos sobre su pecho. Su nariz empezó a tomar un leve color rojo al igual que sus mejillas.

—Ahora sí, ¿quién crees que me dio el primer abrazo del año? —volvió a preguntar. Su voz temblaba a causa del frío.

—Podemos entrar si quieres, no quiero que mueras de hipotermia —le sugerí, pero sabía que Allison prefería morirse de frío a no contarme la razón por la que estaba tan entusiasmada.

—Adivina quién fue el que me abrazó —reiteró impaciente.

Pensé en las posibles conquistas que mi amiga había tenido a lo largo de los últimos años y ninguna de ellas había terminado de una manera agradable. Solo había alguien que la podía tener tan contenta.

—¿Daniel lockwood? —pregunté, y casi pude jurar que hice una mueca.

«Que no sea Daniel, que no sea Daniel, que no sea Daniel».

Su rostro se iluminó con una sonrisa de oreja a oreja y supe que estaba en lo correcto.

—Estoy segura de que este año todo va a cambiar con él —comentó emocionada—. Por cierto, ¿tú abrazaste a alguien?

De pronto volví a recordar todo: el sobre, las fotos, el recado, la fiesta, Daniel y yo. El remordimiento de nuevo llegó a mí. Estaba segura,  Allison se enteraba de lo que había ocurrido aquella noche, jamás me lo perdonaría. Pero aquello no era la única razón por la que tenía que estar preocupada, sino ¿quién habría tomado las fotos? ¿Las publicaría en algún lugar con la palabra —zorra—?

—Tierra llamando a Brooke —canturreó Allison chasqueando sus dedos antes mis ojos.

—Algo así —respondí sin entrar a detalles de lo sucedido.

—¿Se podría saber quién tuvo el honor de abrazar a mi mejor amiga?

A medida que le daba la información, Allison me miraba con los ojos muy abiertos, como si le estuviera contando la historia más interesante de todos los tiempos.

—Entonces, ¿quién es el chico misterioso? —quiso saber, y por la expresión en su rostro, sabía que no estaba entendiendo nada. No la culpaba, la verdad yo tampoco entendía la actitud de aquel hombre. Probablemente, solo quería llamar mi atención, pero ¿por qué se fue sin ni siquiera intentar algo conmigo? ¿Estaría diciendo la verdad acerca de no querer tener mala suerte?

Me encogí de hombros, sin saber la respuesta a su pregunta.

Mi teléfono, que había estado en mi mano toda la noche, vibró. Miré hacia la pantalla que me indicaba que acababa de recibir un mensaje de mi ex novio.

Confundida deslicé mis dedos sobre el móvil para desbloquearlo y ver el mensaje.

Sean: Necesito hablar contigo. Te espero cerca de la fuente del jardín.

Rodeé los ojos y le contesté.

Brooke: No tenemos nada de qué hablar.

Sean: Vamos nena, te prometo que no te volveré a molestar más.

No tenía el valor, no podía decirle lo que había ocurrido, y menos después de verla tan entusiasmada. Sabía que iba a ser imposible encontrar a quien fuera que me envió las fotos, pero si lo lograba hacer, no tendría que arriesgar mi amistad con mi amiga. Por primera vez, en mucho tiempo, agradecí la imprudencia de Sean, estar cerca de ella me estaba poniendo mal.

Brooke: No me llames nena y cinco minutos es todo lo que tendrás.

Sean: Está bien, no tardes.

Bloqueé el teléfono y le avisé a Allison que tenía que hacer algo. Le quedé de marcar en cuanto terminara, y sin nada más que hacer, caminé a la fuente donde Sean me estaba esperando. Al verme, esbozó una media sonrisa.

—No tengo mucho tiempo, ¿qué es lo que quieres?

Como si no hubiera escuchado mi pregunta, se acercó hacia mí, quedando a solo unos centímetros de distancia.

—Sean, apestas a alcohol. —Me alejé de inmediato. Pero aún estando a un metro de él, pude aspirar el olor a colonia combinado con alcohol.

—Quiero que me des otra oportunidad. Quiero que empecemos desde cero. —Se volvió a acercar a mí, pero esta vez, presionó sus labios con los míos. Quería alejarme y decirle que me daba asco, pero estaría mintiendo. Por alguna razón, no podía negarme a sus besos.

Sean me presionó aún más hacia hacia él. Me hundió las manos en el pelo y las mías se aferraron a su espalda. Sentí sus besos dirigirse hacia mi cuello y sus manos deslizarse sobre mi trasero. Había bajado a mis pechos mientras subía poco a poco mi vestido. Lo Interrumpí jadeando.

—Para...—Aparté sus manos para evitar que dejara de subirlo, pero lo volvió a hacer, y fue ahí cuando reaccioné y dejé de guiarme por la excitación, que se estaba convirtiendo en arrepentimiento.

Traté de separarme de él, pero todos mis intentos fueron fallidos, mi fuerza no se comparaba con la suya. Intenté zafarme de nuevo con la esperanza de salir de su alcance, pero esta vez, me sujeto del brazo con tanta firmeza, que estaba segura de que había dejado marca.

—¡Sean, suéltame! —le ordené desesperada. De todas las discusiones que había tenido con él, nunca lo había visto de esa manera. Parecía otra persona.

—Deberías escucharla —advirtió una voz que me sonó familiar.

—¿Y qué pasa si no lo hago? —dijo Sean en un tono retador. Me soltó y se acercó hacia el chico misterioso que lo miraba con expresión neutra.

—No creo que quieras averiguarlo, menos mal, ya la soltaste. —Su mirada se posó sobre la mía y, por un momento, sentí escalofríos.

Sean se acercó aún más hacia aquel chico, y justo cuando quedó a solo unos centímetros de él, clavó su puño sobre la mandíbula del otro. Éste gimió de dolor, pero de inmediato le regresó el golpe con tanta fuerza, que su camisa se levantó un poco. Me quedé paralizada al ver mi sobre por debajo de su camisa y chaqueta. Sabía que si lo había abierto, mi amistad con Allison estaría arruinada.

Mi ex novio perdió el equilibrio y terminó en el piso. Sentí lastima al ver que estaba tan borracho que ni siquiera pudo pararse. Giré la cabeza hacia mi supuesto defensor que lo miraba con rabia para después volverse hacia mí.

—¿Estás bien? 

—Sí —me limité a responder—. Caminé hacia él hasta quedar a una distancia en la que podía sentir su respiración. Metí las manos por debajo de su camisa y pregunté:— ¿Me podrías decir que haces tú con esto? —Lo miré con enojo mientras sacaba el sobre.

Antes de perderteWhere stories live. Discover now