Toda la atracción que sentía hacia él se había transformado en enojo y confusión. Estaba segura de que ese sobre me pertenecía, pero ¿cómo llego hasta él? ¿Lo habría tomado cuando me abrazó? ¿Cómo fui tan tonta para no darme cuenta? ¿Sería él el responsable de todo?—Me lo pudiste haber pedido, ¿sabes? No había necesidad de que metieras mano. A menos que...
—Amenos que nada —lo interrumpí—. Ahora dime, ¿abriste el sobre? O mejor dicho, ¿eres tú el imbécil que me lo envió? —pregunté sin rodeos. Estaba consciente de que mi actitud no era la mejor, pero no podía mantener la calma, estaba desesperada.
—Solo estaba bromeando. Todo tiene explicación. Y no, no abrí tu querido sobre —añadió con expresión seria—. De lo demás, no tengo idea de qué hablas.
—¿Ah, sí? Entonces explícame como llegó hasta ti.—Crucé los brazos sobre mi pecho, esperando una respuesta convincente.
—Vi cuando se cayó de tu bolso, deberías tener más cuidado —me aconsejó—. Lo tomé para dártelo, pero te perdí entre la gente, y cuando por fin te he encontrado, no ha sido en una situación agradable. Estaba a punto de entregártelo, pero no me has dado oportunidad —explicó, y a juzgar por la manera tan segura en la que lo dijo, supuse que estaba diciendo la verdad. Miré el sobre, y en efecto, estaba intacto.
La culpa me invadió, y me sentí ridícula por haberlo acusado de una manera tan injusta. En mi defensa, yo visualizaba aquellas fotos selladas en mi bolso y en mi coche. No me pasó por la cabeza la idea de que el sobre no estaría más allí y todo por un descuido mío. Por un instante me sentí agradecida de que hubiera caído en sus manos, y no en las de alguien que hubiera aprovechado la oportunidad para divulgar todo.
—¿Lo siento?—dije en forma de pregunta— Todo ha sido culpa mía, debí de preguntar antes de hacer suposiciones. Pero como comprenderás, alguien me está gastando una muy mala broma. Ahora si me disculpas, tengo que ir a averiguar quien es el chistoso. —Le dirigí una última sonrisa forzada y me di la media vuelta para salir de ahí.
Mi manera de pensar había cambiado de una manera repentina. Claro que me seguía llamando la atención, pero tenía prioridades, y estar coqueteando con él no era una de ellas. Además, estaba segura que si conocerlo era obra del destino, lo volvería a encontrar.
Estaba dispuesta a ir en busca de Daniel para así poder encontrar una solución al asunto con Allison, pero algo me lo impidió. Sentí una mano sobre mi brazo. Me giré para volverme a encontrar con aquellos ojos color miel.
—Ten cuidado con el idiota que intentó abusar de ti. —Clavó sus ojos donde Sean había estado hacía unos minutos—. Lo más probable es que te vuelva buscar.
—Lo tomaré en cuenta... ¿Cómo es que te llamas?
—Ju... —carraspeó— llámame Bieber.
—A pesar de las circunstancias, ha sido un gusto conocerte. —Sonreí—. ¿Nos volveremos a encontrar? —pregunté y me arrepentí al instante por haber sonado tan desesperada.
—Eso tenlo por seguro —dijo, pero esta vez, él fue el que se alejó.
Mis ojos contemplaron a Daniel en una esquina. Estaba con un grupo de chicos y, para mi suerte, Allison no se veía cerca. Caminé entre la gente hasta llegar a él.
—¿Podemos hablar?
Él hizo una seña de despedida a sus amigos y me tomó del brazo para dirigirme a no sé donde. Atravesamos la mansión que estaba repleta de rostros conocidos y otros no tanto. Al otro extremo, Daniel empezó a subir las escaleras al segundo piso, lo que me confundió.
—¿Qué estás haciendo? —Enarqué las cejas.
—¿Qué te parece? Buscando un lugar callado, ¿vienes? —Me extendió la mano, pero la rechacé.
—No deberíamos, si alguien nos ve, pensará mal.
—¿Desde cuándo a Brooke Daniels le importa lo que la gente opine?
En el segundo piso, empezamos a buscar una habitación lo mas alejada posible del ruido, más todas estaban ocupadas por parejas teniendo prácticamente relaciones.
—Si hay otro par en esta última habitación, te juro que los saco a patadas. No tienen ni el pudor ni la vergüenza para ponerle seguro a la puerta —me informó y abrió la puerta que como había predicho: no tenía llave.
Nos encontramos con una pareja de no más de dieciocho años besándose. Daniel con sólo una mirada hizo que salieran disparados. Él cerró la puerta y se sentó en el borde de la cama con los codos recargados sobre las rodillas.
—¿Tuviste algo que ver con esto? —Le entregué el sobre.
Él lo abrió y empezó a observar las fotos que este contenía: una serie de imágenes de nosotros dos en una situación comprometedora.
—No, pero ¿por qué estás tan alterada? No estamos haciendo nada malo. —Se rascó la nuca como si no comprendiera la magnitud del problema.
—¿Nada malo? —solté con incredulidad— ¡Allison está enamorada de ti!
—¿Y? No somos nada. —Sus ojos color azul me miraron confundidos.
—Regla número uno de mejores amigas. —Levanté el dedo índice—. Está prohibido tener algo con el novio, ex novio, amor platónico o con cualquiera que tenga que ver con tu amiga. Además, cuando ocurrió eso yo seguía siendo novia de Sean, y según tengo entendido, también él es tu amigo.
—¿Qué esperas que yo haga?
—Ayúdame a descubrir quién fue el que tomó las fotos, yo me encargaré del resto.
—¿Alguna pista? ¿Lo habías visto antes? ¿Cómo es físicamente?
Le proporcioné toda la información que tenía, pero algo me dijo que no se iba a poder hacer mucho. Tenía que empezar a considerar la opción de soltarle todo a Allison.
—Haré lo que pueda, pero no te prometo nada. —Se levantó de la cama y me beso la frente—. Ahora salgamos de aquí.
Al salir pude sentir el ambiente más tenso. Bajamos las escaleras, y por alguna razón, sentí toda la atención en mí y en Daniel. Traté de ignorar las miradas y los murmullos, y seguí mi camino hacia la sala principal. Todos los que se encontraban ahí, estaban en un semicírculo alrededor de la enorme pantalla. Empujé a varias personas para poder observar lo que estaba en ella.
Imágenes de aquella noche llegaron a mí. No podía creer lo que estaba pasando, las fotos estaban a la vista de todos, al alcance de Allison. Giré la cabeza hacia la derecha y ahí estaba ella: sus ojos azules se posaron en mí y supe que estaba conteniéndose por no llorar. Se dio la media vuelta y salió de inmediato.
«¿Cuál era la necesidad de primero enviarme las fotos, si después serían publicadas? No tiene sentido».
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Antes de perderte
Teen FictionPorque llegue a tu vida con un solo propósito: usarte. Enamorarme de ti nunca estuvo en los planes, pero dime ¿quién en su sano juicio se puede resistir a tus encantos? Si perderte fue el precio de mis errores, jamás me hubiera acercado a ti de esa...