la preparación

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Cuando termine de leer el incesante mensaje, comencé a preparar todo para mi larga estadía bajo tierra. Como primera medida decidí ver como se encontraba el exterior, encendí las cámaras y vi como el cielo estaba totalmente oscuro en pleno día. La explosión había generado una nube tóxica que lo cubría todo y no dejaba pasar ni siquiera la luz solar. Esto significaba que solo tenia el generador para obtener energía eléctrica, ya que no podría utilizar los paneles solares instalados en el techo de mi casa para suministrarme de su energía. Tenía gasolina para el generador como para dos meses, pero si reducía su uso para lo mínimo e indispensable, lograría extenderlo un tiempo más. Cuando me quedara sin energía quedaría completamente aislado, ya que el sistema de la puerta no respondería dejándome encerrado de por vida, sin embargo confiaba en que la nube se disipara en algún momento y pudiera usar los paneles.

Luego me preocupe por el agua, muy probablemente las napas subterráneas ya estarían contaminadas y las únicas reservas sanas que podría usar serían los bidones que tenía almacenados, los cuales, con una estricta rutina de tomar líquido en determinados horarios me duraría un año. El alimento no me era un mayor problema ya que mi reserva no era precisamente lo que se dice acotada.

El primer mes pasó rápido, había adquirido una rutina, la cual seguía al pie de la letra todos los días. Me despertaba y me ejercitaba durante dos horas, luego leía por tres horas, almorzaba, y en el punto en que el sol estaba más alto verificaba las cámaras de mi patio. Sin embargo la nube radioactiva no parecía haberse movido ni un centímetro desde el día en que la vi por primera vez. Al finalizar el segundo mes ya no sabia que hacer para pasar el tiempo, ya había leído toda mi biblioteca, y no quería encender el televisor para ahorrar energía.

Cuando mis reservas de combustible se agotaban, ocurrió un milagro, por primera vez en tres meses el sol comenzó a mostrarse débilmente a través de la densa nube. Comencé a activar a toda prisa el sistema de los paneles solares, pero cuando estaba todo listo nada sucedió, el generador seguía haciendo su ruido incesante, cuando debería haberse detenido en reemplazo del suministro de los paneles. Frustrado reinicie el proceso, pero todo seguía igual. Tenia gasolina para cuatro días más y no sabia cuando se me presentaría la oportunidad nuevamente de disponer del sol. Tenía que salir y ver que sucedía con los paneles, o quedarme encerrado para siempre a oscuras dentro de cuatro días.

Me puse mi traje antiradiación y prepare una mochila con algunas herramientas que quizás necesitaría para solucionar el problema, entre estas se encontraba un viejo contador geiger, para saber a cuanta radiación me estaría exponiendo al salir del búnker. Tome coraje y me dirirgí a la superficie.

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