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El panorama no podía ser mas desolador, el silencio era sepulcral. Los autos y los casas tenían una densa capa de ceniza radioactiva que había comenzado a corroerlo todo, los arboles se mantenían a duras penas en pie, sin hojas. Al caminar unos metros me encontré con la primera victima. Era una joven de pelo, o lo poco que le quedaba, rubio de unos veinte años de edad aproximadamente, en su mano sostenía lo que aprecian los restos de una correa de un perro. Al parecer, cuando todo se había ido al diablo, ella disfrutaba de un paseo tranquilo con su mascota, y la situación la tomó por sorpresa como a todo el mundo.

Solo yo, y algún que otro loco paranoico habría estado preparado para una situación así. Me preguntaba que habría sucedido con las instituciones, el gobierno, el ejercito, etc. Probablemente los altos mandatarios del mundo estarían bajo cientos de metros de tierra esperando a que todo se calmara o en un transbordador espacial escapando hacia algún lugar mejor. 

Ante tanta tristeza me había olvidado de fijarme a cuanta radiación estaba exponiendo mi cuerpo. Corrobore en el medidor del contador geiger, que la aguja estaba sobre el número diez, una radiación semejante a la generada al realizarse una tomografía. Si no tuviera puesto el traje antiradioactivo estar expuesto a estos niveles me mataría en un mes.

Al mirar hacia el techo de mi casa casi no pude ver los paneles solares, ya que la ceniza los cubría casi por completo. Sin embargo antes de preocuparme por la ceniza, tenia que encontrar el modo de llegar ahi arriba.

Recordé que a dos cuadras habian inaugurado una estacion de bomberos una semana antes de la explosión. En ella seguro que encontraria una escalera para poder subirme al techo.

Cuando llegue a la estación me la encontré abierta y sin ninguno de los camiones hidrantes. Muy probablemente habrían salido a socorrer el lugar de la explosión. Para mi suerte había una escalera de las plegables apoyada contra un rincón. Deje la caja de herramientas en el medio de la calle, después de todo no pasaría ningún auto en un largo tiempo y tome una carretilla, para transportar más fácilmente la escalera. Cuando me dirigía hacia mi casa noté que la caja de herramientas ya no estaba . No podía ser, alguien o algo había sobrevivido a semejante catástrofe además de mi. Solo restaba saber si era un amigo o enemigo.

Cuando llegue a mi casa comencé a desplegar la escalera y por suerte llegaba hasta el techo. Comence a subir para limpiar las cenizas y lo que vi no pudo desilusionarme más. La ceniza radioactiva había corroido los paneles solares de tal manera que quedaron inutilizables.

Entre nuevamente al búnker. Tenía que aprovechar los cuatro días de energía que me quedaban para preparar todo para abandonar mi refugio.

El cuarto día ya tenía todo preparado, un bolso lleno de comida enlatada, cuatro bidones que cargaría en la carretilla de la estación de bomberos, un revólver colt 45 con dos cargadores, el contador geiger y algunas cosas más. Solo una cosa se escapaba en mi plan de huida, tenia que conseguir un vehículo y todos los de la calle se encontraban en un estado deplorable. Tendría que usar uno que estuviese guardado en alguna cochera.

Al salir, enfile hacia la calle Noxstreet que tenía un gran estacionamiento por hora en su intersección con Riverside, la misma cuadra donde se encontraba la estación de bomberos. Tome de la oficina donde cobraban todas las llaves que encontré y me puse a probarlas en los autos. Mientras probaba en un imponente Land Rover, vi como un punto rojo se posaba sobre el capó del auto, y lentamente se dirigía hacia mi cuerpo, al parecer finalmente conocería al que me había robado mi caja de herramientas y por lo visto no era ningún amigo.

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