Tom salió del Saloon a su encuentro, el viento soplaba ligeramente hacia la derecha. Su mente ya estaba calculando el ángulo de disparo. Durante el tiempo que tardó en llegar frente a frente, pudo notar toda la atención de Killtown sobre él. Y eso le encantaba. Cuando era joven. Ahora no podía dejar de pensar en que estaban seguros de que no lo conseguiría. Él estaba de acuerdo, pero ¡Qué demonios! Era molesto que estuvieran tan seguros. Panda de cobardes.
Se encontraba frente a frente con el asesino, que iba embozado con un pañuelo rojo y un sombrero blanco muy ridículo.-Bien, solucionemos esto, jovencito. –dijo el viejo Tom como si estuviera regañando a un chiquillo por colarse en su granja y asustar a sus ovejas.
-Así que tú eres el famoso Tom, de Killtown. –escupió el asesino.
-Efectivamente, y tú, ¿Quién eres?
Todo el mundo en la ciudad decía que era un famoso asesino, pero nadie sabía su nombre. Si iba a morir, al menos quería saber quien tendría el honor de matarle.El asesino sonrió
-Soy Iñigo Montoya , tu mataste a mi padre. Prepárate a morir, Tommy.
-¿Tommy? Hace muchos años que nadie me llama así. –se sorprendió el viejo Tom.Bastantes años atrás era conocido en Killtown como Tommy, el de la granja del norte. Es cierto que no era un nombre muy impresionante, pero el camino del norte era el único que existía en la ciudad y por él llegaban todo tipo de bandidos y de calaña, por lo qué no había en todo Killtown nadie mejor preparado que él.
Tommy, el del Norte, era el más rápido manejando el revólver de todo el condado y antes, era el encargado de dar buena cuenta de todo aquel que se atrevía a molestar en su ciudad, pero de poco le sirvió cuando resbaló de la moto y se rompió la cadera.
El viejo Tom cayó en la cuenta. Pinta de vaquero del oeste: un ajado pañuelo rojo, un gorro de cuero blanco y citaba obras que ya eran viejas cuando su abuelo era joven. Sólo podía ser el pequeño Bob.
Nada había cambiado y aún recordaba las tardes del verano del 2140. Trasteando entre los cachivaches del desván de su tío encontraron una pila de libros de cuando el mundo era un bonito lugar en el que vivir. Bob pasó todo el verano leyéndolas y repitiéndolas en voz alta, a la vez que él practicaba incansable con el revólver. Después de eso, los padres de Bob decidieron mudarse y no habían vuelto a verse hasta hoy. Ese pañuelo se lo había regalado antes de que se fuera.
-Bob, viejo amigo ¿eres tú? –le preguntó mientras se acercaba.
-El mismo que viste y calza. –le dijo, y acto seguido, le abrazó.
ESTÁS LEYENDO
Compendio de Relatos Cortos
Short StorySaludos, lector/a. He decidido subir unos cuantos relatos que escribí hace tiempo. Están todos subidos a internet, pero he pensado que sería buena idea resubirlos aquí, revisar un poco aquí y allá. Ya sabes, a mucha gente le da pereza clicar en un e...