3. Decisiones

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Somos las decisiones que tomamos, o algo me dijeron a mi hace un tiempo.

Nos pasamos la vida tomándolas, como quien decide tomarte de la mano, y algunas pueden cambiarnos enteros, como es elegir si somos más de ciencias, letras, artes, o que no nos gustan las etiquetas.

Otra de las grandes decisiones, es quedarte, o irte, por que hagas lo que hagas vas a romperte de todas las maneras posibles, por que aunque lo desees, he aprendido que dejar atrás todo lo que has sido, duele, ya que significa que nada jamás volverá a ser como era.

Nos rompemos la cabeza por determinaciones que creemos importantes, pero nunca pensamos que son las pequeñas cosas las que marcan la diferencia.

Como esa chica que ves de camino a clase, que se sienta a tu lado en el bus y escucha a tu banda favorita, pero que nunca tienes valentía de hablarle, por que, ''pensará que soy idiota''.

Y dime, ¿porqué no le hablas? Le dices que te encanta esa canción, qué si sabe que ellos actuarán la semana que viene en la ciudad, y mencionas que tienes una entrada de sobras.

Aunque no la tengas.

Aunque ni siquiera tuvieras planeado ir a ningún lado el viernes.

Aunque te gastes la paga del mes en unas entradas.

Puede ser que esa chica asienta, te sonría y te dé su número.

Quedéis sobre las ocho por que, ''¿qué tal una cerveza antes del concierto?'', y habléis sobre lo mal que está todo, pero lo buena que está ella.

Que te pases las dos horas y media de la sesión mirando en como sonríe, que la cita más bonita que has leído, la forman sus hoyuelos. Entonces te ríes de todos los poetas a los que has leído, de todos esos amigos que te decían que algún día te llegaría a ti, cuando tu te reías y ibas a buscar una chica para pasar la noche y no sentirte tan vacío.

Pero la ves cantando todas las canciones, saltando, disfrutando. Así te acuerdas de que te ha dicho que estudia derecho, aunque a ella le gustaría estar viajando por el mundo, escribiendo todo lo que ve, sin una ruta fija, sin coger ese bus cada mañana hasta la universidad.

La llevas a casa, te arriesgas a cogerle de la mano durante todo el camino, mientras, no dejáis de hablar de todos los lugares que os quedan por visitar, como si fuerais dos niños en una tienda de juguetes en la víspera de navidad.

Te pregunta si te va a ver el lunes. Te pide si te puede besar. Y te invita a quedarte por ahora, o a quedarte para siempre.

Pero tu, siguiendo el carpe diem, le dices que por ahora, que quien sabe donde nos puede llevar la vida mañana.

Se mete en su portal, dice adiós con la mano, y desaparece.

Vuelves a tu piso caminando, con una sonrisa en los labios (bueno, y unos cuantos besos de más), después de la mejor noche de tu vida dando gracias a haber decidido intercambiar palabras con una extraña.

Una serie de pequeñas acciones, intercambiar un par de palabras, no cruzar a esa calle por al que sueles pasar siempre, dar un abrazo, elegir escuchar esa canción en ese momento, llegar tarde a un sitio, pero gracias a eso conocer a tu futuro mejor amigo, encontrar ese libro en una librería, cuando está a punto de cerrar... todo, son decisiones que tomamos a la ligera, que en realidad son las que acaban determinando nuestra vida.

Mi consejo es que nunca tienes que desaprovechar una oportunidad, por que, ¿quién sabe si ese tren pasará otra vez por este andén?

Si somos las decisiones que tomamos, ¿quién quieres ser tu? 

Sinfonía número 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora