DOS. Sorpresa en sobrecitos

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El sonido del timbre lo despertó. Miró el despertador que decía que aún no era momento de levantarse. ¿Quién podría ser el desgraciado de tocar el timbre tan temprano?

Salió perezosamente de la cama. Su sueño se había hecho realidad. Su pene y culote estaban manchados.

Tomó la bata del baño que le tapaba bastante y se dirigió a la puerta. Miró por la mirilla para encontrar la cara de un cartero más dormido que él.

David no estaba amigado con las mañanas en ninguna temporada, lugar, dí o situación. Abrió la puerta. El fresco se inmiscuyó por entre su bata erizándole los pezones y la piel. El del correo le entregó un pequeño paquete. Firmó el formulario de entrega, se despidió y cerró la puerta mirando el extraño paquete.

Aún dormido lo dejó en la mesita ratona del living y volvió a la cama. Soñó con los labios de Jenny que le decía: "Tengo una sorpresita para vos..." Su mente trabajaba igual de rápido que una babosa y tardó varios minutos hasta saltar de la cama. Realizar una carrera de obstáculos del dormitorio al living, tirando una lámpara, pateando una mesita ratona y casi dislocándose la clavícula al arrojarse sobre la caja como si fuese una bomba a punto de detonar.

Jenny y Dafne, solían enviarse regalos. Nada del otro mundo, sólo atenciones, mimos y obsequios para días especiales. Que llegue un paquete bien temprano por la mañana no era nada raro. Pero que Jenny le haya dicho que era una sorpresa, eso sí era extraño.

El paquete quedó destruído, la bomba desactivada y el tesoro reposaba sobre sus manos. Otra caja de menor tamaño que el paquete. Arriba de todo había un papel doblado con un beso impreso en labial rojo fuego. Se leía: "Para vós cariño. XXX"

No dudó en abrirlo. Para su sorpresa, dentro de la caja reposaba otra nota. Sin beso, se leía: "Instrucciones."

"Un vaso con agua y...
1 cucharada basta;

1 1/2, seguís con tu sorpresa;

Los blancos sos vos;

Divertite!"

Extrañado, dejó el papel de las instrucciones y comenzó a revisar. Había una serie de sobres de colores sin rótulo ni nada por el estilo. Los colores venían de a pares excepto por el blanco que venían muchísimos más. Negros, rojos, amarillos, marrones, rosas, violetas, turquesa y verdes.

Los separó por colores. Aún estaba lo suficientemente dormido como para que sus neuronas pidieran permiso para pensar. Miró la hora.

Decidió tomar un baño con agua bien caliente antes de incursionar en aquella sorpresa.

Caminó por el living hasta el dormitorio sacándose el culote. Su pene oscilaba de lado a lado mientras se dirigía al baño. Abrió la ducha, se miró al espejo y cuando el vapor se hizo neblina corrió la cortina y entró.

Disfrutaba de sus baños. Amaba deslizar el jabón por su cuerpo. Aseando cada parte del mismo. Podía cerrar los ojos e imaginarse que era Jenny quien enjabonaba su cuerpo. Sus glúteos, sus brazos, piernas... su pene. De tanto pensar en ella tuvo una erección. La lluvia del agua caliente caía sobre su cabeza con la fuerza de un masaje. Se imaginó recostada boca abajo mientras Jenny sobaba los músculos de su espalda. Su cadera apoyada contra su cola. El pene erecto abriendo la cola en dos. Ingresando a su agujero sin barreras. Gimiendo. Sintiendo su calor dentro suyo. La explosión en su interior. La deseaba tanto, tanto que hasta podía sentir el aliento en su cuello.

Sin darse cuenta, había pasado más de una hora. Su piel estaba roja del calor del agua. Siempre había amado las duchas de agua bien caliente. Eran su perdición.

Seca, se calzó una vedetina, se puso una pollerita tableada, una musculosa ajustada y unas sandalias cómodas. Desayunó liviano mirando desde el desayunador la mesita del living donde estaba ordenados los sobres de colores.

El café le supo riquísimo. Lo degustó como si fuese el primero de mucho tiempo. Lavó la taza y se dirigió al baño. Se puso labial, se pintó las uñas, un poco de delineador y voilá. Dafne.

Sentada en el sillón, recorrió con sus ojos verdes por los sobres de colores. Los blancos estaban aún en la caja. Releyó las instrucciones. Optó por el turquesa.

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