Cuando llegó a la puerta del departamento tuvo palpitaciones. El corazón comenzó a bombear a mil por hora. La puerta estaba entreabierta y después del episodio con Jancko, temió lo peor.
Estuvo parada frente a su puerta sin saber qué hacer. No tenía nada con qué defenderse y ningún lugar a donde ir. Si el domingo había arrancado así, pensó, podría esperar lo peor.
Abrió lentamente la puerta, intentando hacer el menor ruido posible. Asomó un poco la cabeza y dió una mirada rápida dentro del departamento. Había pasado un tsunami que había dejado el saldo de cosas rotas, otras desparramadas y todo fuera de su lugar.
Tuvo terror. Sin importarle nada, salió corriendo hasta la mesita de luz para comprobar que los sobres estaban allí. Tuvo suerte. Estaban tirados pero intactos. Incluso el sobre rojo abierto seguía en su lugar. Los juntó como pudo, corrió hasta la habitación y agarró su mochila rebatible. Puso los sobres, una botellita de agua mineral, la ropa que pudo agarrar y dejó atrás el departamento.*******
No fue fácil encontrar un lugar donde quedarse. Esperaría hasta la noche para irse al departamento de sus padres en la costa. Tenía las llaves y nadie lo usaba en esa época del año. Faltaba para las vacaciones.
Entró a la ducha y pensó cuál sería su próximo cuerpo. Rubio estaría bien. Pero le intrigaba una mujer con piel color ébano. Lo primero que se preguntó es cuán grande la tendría. Fue inevitable para ella pensarlo.
Había estado solo con un hombre de piel oscura que la tenía larga y gruesa. Había sido toda una experiencia. Aprendió que su garganta podía aguantar semejante miembro y que su agujero era lo suficientemente elástico como para recibirla toda adentro. Sin embargo lo que más había disfrutado de aquel hombre fueron las caricias, sus besos en la cola y todo el tiempo que tardó chupándosela, besándola y lamiéndola para que esté en todo su esplendor. Lo había disfrutado tanto que cuando el morocho acabó, ningún rastro de semen quedó a la vista. Lo había tragado todo y le había gustado el sabor. Dulce. Era un hombre que comía muchas frutas y ese dulce natural le había dado sabor a su semen.
Mientras recordaba ese episodio de su vida, su pene se inyectó de sangre y lo tuvo parado al instante. Nadie sabía que estaba allí, por lo que sabía que tenía tiempo para disfrutar un poco.
Después de acabar en la bañera y ver cómo el agua se llevaba su leche, tuvo una pícara idea. Seguía nerviosa y con temor, pero quería sacárselos de una vez por toda. Ella se conocía. Para relajarse habían sólo tres caminos. Leer, mirar una película o coger. Y dado que su noche en la discoteca había terminado siendo un fiasco, optó por la última opción.
Había notado que quien la acompañó al cuarto la había desvestido con la mirada. Era un jóven en sus veinte que seguramente trabajaba ahí para pagar sus estudios como ella lo había hecho alguna vez trabajando en una cadena de comida rápida.
Se secó dejando un poco húmedo el pelo, sabía que eso ayuda a excitar a los hombres, especialmente si al pelo húmedo se le suma una remera larga y casi transparente.
Llamó al servicio de cuarto y pidió una botella de vino espumante. No pasó mucho tiempo hasta escuchar el golpe en la puerta. Allí estaba, con su fogosidad juvenil, desnudándola con la mirada. Lo invitó a pasar y dejó que entrara con la botella. Le pedió que la destape y cerró la puerta detrás suyo. El chico escuchó la puerta cerrarse y sintió una mano en su hombro. El corcho cruzó la habitación cayendo en la cama. Sirvió dos copas mientras Dafne frotaba sus tetas sobre la espalda del jóven y buscaba su pene.
Lo encontró completamente duro y parado. Quería salir del pantalón. Tomándolo por la cadera lo giró. Quizo besarla pero ella se arrodilló sin dejar de mirarlo. Su respiración era entrecortada. Le desabrochó el cinturón y el pene sobresalía del calzoncillo. Era blanco y estaba rojo fuego. Lo liberó y comenzó a besarlo tiernamente hasta llevarlo a la cama donde se sentó. De rodillas Dafne metió la cabeza del pene entre sus labios y su lengua. Empezó a moverse mas ráspidamente hasta lubricarlo completamente con su saliva metiéndola toda en su boca. Sintió como jadeaba de placer. Siguió sin darle tregua. Sus manos jugaron con sus testículos y piernas. Frenó y sus manos acariciaron el pene erecto y ardiento frente a ella. Sin quitarle la mirada comenzó a masturbarlo.
Con la cabeza hacia atrás, el jóven sintió que explotaría. Y así fue. Acabó en toda la cara de Dafne. Algunas gotas de semen caían por su barbilla. Tragó un poco. Cuando el jóven se incorporó, tenía una pija dura y caliente frente a su cara.
Dafne lo miró y le guiñó el ojo. Subió a la cama y se puso en cuatro patas esperando por él. Sintió un par de manos abrirle la cola. Una lengua áspera rozarle el agujero ansioso. Sintió esa misma lengua abrirse paso por su cola. Calentándola. Haciendo que ese agujero se prenda fuego. Ardiendo, sintió cada centímetro de miembro duro introducirse dentro de ella. Su propio pene se endureció y unas gotas de leche salieron subrepticiamente.
Arqueada en la cama con la cola parada para ese pene, cara contra las sábanas, gimiendo de placer sintió cómo el jóven le llenaba de leche la cola. Cuando acabó, el jóven se quedó extasiado. Minutos después sacó su pene de aquella cola que lo sintió y lo tragó. Un hilo de leche salió por el agujero recorriendo testículos y muslo.
Dafne se quedó en esa posición un rato más, sintiendo el ardor en su cola. Un ardor de puro placer orgásmico. Sintió cómo su agujero, ahora abierto, quería más. Sin embargo, se tumbó boca arriba con su pene erecto. Para su sorpresa, el jóven empezó a masturbarla.
Gimiendo de placer no tardó mucho en acabar sobre su ombligo. Tomaron la botella de vino espumante sin decir palabra alguna.
El jóven volvió a su puesto y Dafne quedó tendida en su cama. Se encongió en estado fetal y se puso a llorar por su amada.
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Pow!
Ficción GeneralATENCIÓN: Historia con alto contenido explícito! Sólo para adultos. El sueño de toda chica cross... transformarse en una mujer. El deseo más profundo, la transformación, una metamorfosis de la que nunca quisiéramos volver. Cuando Dafne recibe un paq...