Desde lejos

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Después de tantos meses junto a mi maestra me es difícil imaginarme aún más sola. Ella poco a poco se aleja de mí, o yo me alejo de ella. Todas estas ideas residen dentro mi cabesa.Estos días han sido de mucho pensamiento, es cierto que ya se leer, no a la perfección, mi maestra me ha dejado leer lo que yo quiera. En ocasiones le pido a mis padres que me compren un libro, es muy poco frecuente que eso lo hagan, somos una familia numerosa.

Es jueves y tengo que prepararme como siempre para la escuela. Lo de todos los días, ducha, desayuno, entrar al auto y dirigirse a la escuela. Me han pasado tantas cosas estos meses que tardaría en contarlas todas. Tan solo quiero centrarme en solo en este día.

No había nada nuevo, todas las niñas y niños se dirigirán a su salón como siempre al entrar. Yo por mi parte me sentaba junto a la maestra en su escritorio. Ya no había nada que aprender estos días, ahora todo eran dibujos. Realmente nunca le preste atención a las clases de la de maestra que le daba a los demás niños, no sé si también saben leer como yo. La maestra ya no tenía tanto apuro conmigo, sabia seguir una indicación, ahora ella ya podía dar las clases completas. En pequeñas pausas me preguntaba que hacía, le contestaba que haciendo un dibujo, leyendo o escribiendo.

Todos mis escritos me los reservo para mí, pues la mayoría son cosas que podrían mal interpretar o incluso cofundirlos.Mis padres ya hace unos días me habían comprado un libro, no lo he empezado a leer pues estoy leyendo otro. No me gustaría empezar algo y dejar otra cosa incompleta. Todo ese tiempo de clases estuve leyendo el libro que no he terminado, hasta que mi curiosidad me invadía, traía el libro que me habían comprado mis padres. Mi inexorable curiosidad se hacía más grande, yo lo había escogido por su descripción fantástica y diseño gotico. ¿Que había en su contenido?, lo veía impacientemte.Hasta que cerré el libro que estaba leyendo, tome el libro que me habían comprado, arranque su envoltorio. Y abrí una página al azar.

Una vez vi el título de aquella página empecé a desgarrar con mi mirada aquella lectura. Dure varios minutos hasta que oportunamente, al terminar esa pequeña historia sonó el timbre. Quería aire libre. Aquella lectura me dejo atónita con su final. Le dije a la maestra que saldría un momento, ella me pregunto el por qué, tan solo le conteste que quería dirigirme al baño. Llevaba mi libro en mano, me dirigí hacia los baños. Oportunamente había un espejo, bastante grande. Abrí de nuevo mi libro en la historia que había leído y la comencé a anlizar. Este redactaba la historia de algo o alguien que jamás había visto el sol o la luna, ya que vivía en un castillo en ruinas, en donde solo había un bosque que impedía la entrada de la luz y el cielo, pues tan solo en la parte más alta de la torre, en ruinas, de aquel castillo había probabilidad de ver aquellas cosas. Un buen día se arma de valor se decide a escalar con mucho sigilo aquella torre en ruinas. Una vez arriba puede ver la luna, y por una ventana una velada, el decide entrar y al bajar a aquella velada todos comienzan a gritar y a correr. Una vez vacío el salón frente a el había una criatura. Y que al final decide acercarse a ese monstruo, y descubrir que era un espejo. Y finalmente sentirse bien con él, pues se aceptó tal y como era, para aceptar que el pertenecía a la oscuridad.

Eso fue lo que me dejo atónita, y de alguna forma me sentía identificada con eso pero no del todo. Había cosas que quería responder. ¿Acaso yo era así?

Alcé mi cara frente al espejo. Y me mire. ¿Que había en mí que yo no podía ver? Hasta que todo comenzó a deformarse. Como si el espejo tuviese vida y comenzara a moverse. Y ahí me pude ver. Realmente no había mucho cambio, pero ahora veía lo que los demás repudiaban. Mi mente me traiciono y se volvió uno de ellos, ¿o acaso fueron mis ojos? Era la misma, pero me veía diferente. Ya no quería seguir viendo aquel rostro, ni que los demás lo vieran. Así que comenzó a bajar mi fleco, tapando así parte de aquel rostro.

Ahora mi mente estaba en blanco. No sabía que pensar. No me sentía mal de haber tapado mi rostro, en efecto me agrado un poco. Asi que tome mi libro y me disponía a dirigirme hacia mi salón. Caminaba con mi mente en blanco, solo viendo lo que había frente a mí. Viendo de que no pudiera tropezar con alguien. Estaba cerca de mi salón, hasta que sentí aquellas manos con fuerza en mi espalda que me hicieron caer............

El Grimorio de Lucy LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora