Capítulo 9

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Kariima suspiraba como por vez enésima consecutiva y todas las mujeres que estaban en la tienda sabían porque... el problema no era lo que sabían, sino lo que querían saber – hija ¿Hay algo que te preocupe?

– no ¿Por qué?

– Nada en particular – y sonrió

– ¿Sabías que mi hijo – anuncio Hiram lo más alto que pudo – se encarga de los caballos del palacio?

Sin embargo por más alto que lo hubiera dicho ella parecía no haberla escuchado, así que hasta ahí se quedó la conversación, ahora todas suspiraron – no va a funcionar mamá

– ¿A qué te refieres Latiifa?

Latifa miro a Kariima y después a sus hermanas – la distraeremos – anuncio Nahla

– ¡eh! Kariima vamos – Naya la tomo del brazo – Me muero por dar un paseo – y se la llevaron

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– ¡eh! Kariima vamos – Naya la tomo del brazo – Me muero por dar un paseo – y se la llevaron

– ¿A qué te refieres con que no va a funcionar? – esta vez pregunto Hiram

– ella no sabe que está enamorada de él

– ¿Hablas de tu hermano?

– ¿De quién más si no? Se quieren... mucho, pero la situación va a ser más lenta de lo que tú quisieras

– ¿Hay algo que podamos hacer?

– no presionarla, sé que no va a ir bien si los presionas

– ¿Sabes? ¿Qué sabes Latiifa?

– no puedo contártelo mamá, es algo de ellos dos, pero sin duda mi hermano ya sabe que es lo que siente y hacia dónde van sus pensamientos y te aseguro madre que va a intentar conquistarla

– ¿De verdad Latiifa? – pregunto Istar llena de ilusiones

– de verdad, solo denles su espacio y dejen que sea a su manera

Istar e Hiram se quedaron tranquilas y satisfechas, lo que Latiifa les estaba diciendo solo hacía que sus esperanzas comenzaran a cristalizarse.

Durante el resto de la mañana Kariima se la paso dando de vueltas, estaba nerviosa por Siraj, ella le tenía un gran miedo al desierto y además era también la primera vez que se preocupaba sinceramente por Siraj; él había dicho que estaría bien, que esa era su capacidad más sobresaliente y que encima de todo iba a ganar por ella, se sonrojo inmediatamente, a ella no le importaba que ganara, sin embargo se sentía alagada. Ya para la tarde su angustia era insoportable, todas le habían dicho que todo iría bien y que se preocupara por arregace, pues si en verdad Siraj llegaba a ganar ella tendría que acompañarlo durante todo el camino de regreso al palacio, para la cena de esa noche, de nuevo lució un vestido verde, sabía que ese color era su favorito y por alguna razón a ella le había dado por comprar vestidos verdes para el torneo.

LA ESCLAVA Y EL REY: AtadurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora