Alucinaciones

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Las puertas metálicas se abrieron dando paso a la elegante y sombría figura de aquél hombre

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Las puertas metálicas se abrieron dando paso a la elegante y sombría figura de aquél hombre. Se movía con agilidad casi inhumana, su mirada, su posición, eran casi militares.


Sus anteojos reflejaron la tenue luz roja del foco que había sobre la puerta. Colocó su mano en el escáner de huellas digitales al tiempo que intentaba ordenas sus pensamientos. Era más que humano.
La segunda puerta se abrió, y miró a los ojos a la eficiente doctora Ellen Lindsey, directora de la Zona B de la prisión.


"Es aquí donde yacen los verdaderos prisioneros de El Casillero —se dijo—. Es aquí donde yace la verdad de lo que ocurrió en 2004".


En Invierno de Vivaldi sonaba en El Puente. El área de administración de la cárcel más segura del mundo era un  tranquilo, cálido. Decenas de técnicos se posaban detrás de monitores Lenovo. Un pequeño robot humanoide blanco, de aproximadamente sesenta centímetros de altura, pasaba entre los escritorios con un cesto de basura, donde los trabajadores lanzaban sus vasos desechables vacíos. El androide daba las gracias con una alegre voz infantil antes de retirarse. En su cabeza, llevaba una «W» impresa en color dorado.


—Doctora Lindsey —dijo el hombre escrutando a la mujer, percibiendo sus emociones para saber qué esperar de su visita a El Casillero ese día.


—Doctor Trollenberg —replicó ella con la misma inhumanidad—, ha llegado unos minutos más pronto de lo que teníamos previsto.


—Más vale antes que tarde, doctora —ambos comenzaron a caminar entre todo el equipo de técnicos que se extendía por la sala, curiosamente parecía que Titus Trollenberg era quien llevaba el liderazgo—. Dígame los avances que ha tenido estos dos meses sin mi supervisión.


"No tiene idea" pensó Ellen. Se fijó de reojo en el aspecto del científico, seguía igual que en su último encuentro hace dos meses. Los años parecían no afectar el físico de Titus.

 
—Hemos descubierto algo impactante con la biopsia...parece que todos son idénticos. Como una colmena, suponemos que se trata de una especie de colonia, con sus estratos bien divididos. Desde los huevos, los «arácnidos», hasta las obreras que hemos visto.


—Nada nuevo. Esa hipótesis la di desde que me integré al Proyecto. Era evidente que los individuos que tenemos congelados son sólo drones —curiosamente, el tono del doctor no mostraba presunción alguna—. Por cierto, ayer me  enteré de que ha llegado el prisionero 999. Algo me dice que su sola existencia representa un riesgo.


—Eso tiene solución. La doctora Elizabeth ya le ha dado la bienvenida, el expediente del prisionero es impresionante...es un genio. Empero, los prisioneros de la Zona A, no son importantes. Tenemos la mejor vigilancia del mundo.


—Los genios somos los más peligrosos, doctora. Volviendo al tema...Weyland quiere un respaldo de toda su investigación. Ese es el verdadero motivo de mi visita.

ALIEN: AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora