Capítulo 2: El señor Piero

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Esa noche, cuando su padre volvió a casa, Steffi le estaba mostrando a Teo las pinturas que habían hecho en el preescolar con las palmas de las manos. Estaba contenta porque la señorita Patricia la había felicitado y le había dicho que sus pinturas eran muy lindas. "Además, sirvieron un tazón grande de leche tibia y galletitas de salvado", decía con sus grandes ojos azules destellando chispas de alegría.

En el pasillo de la antigua casona oyeron alboroto. Era la señora Elvira que había atacado a su padre al cruzar la puerta porque ese mes llevaban atrasados más de una semana en el pago del alquiler. Dante trataba de explicarle que tendría el dinero antes de pasado mañana, pero ella insistía en que no iba a mantener a un "vago" bajo su techo si no era puntual en el abono mensual de la renta.

Steffi escuchaba, pero para ella lo que pasaba allí era ajeno a su entendimiento; pertenecía al "mundo de los adultos" que siempre parecían satisfechos de reprender a los niños o de gritarse los unos a los otros. Una vez había oído decir que los adultos tienen problemas y que son esos problemas los que les hacen estar tan irritables la mayoría del tiempo. Entonces pensó que los adultos tendrían que poder convertirse en niños para que entendieran que el tiempo era mejor usarlo en reír y en jugar, porque de ese modo desaparecerían los problemas.

Pero Teo que era más grande y había tenido oportunidad de conocer mejor el mundo, sí entendía. Por eso cuando oyó que la señora Elvira se refería a su padre como un "vago", se sintió lleno de indignación y de rabia, y su rostro se ensombreció. La sangre le subió hirviendo a las mejillas y a los lóbulos de las orejas, y sentía que le quemaba. El ceño fruncido se apretaba entre sus ojos con tanta fuerza que parecía que se le iba a abrir un surco en la frente. "¡Mi papá no es ningún vago!", hubiera querido decirle. "Mi papá trabaja todos los días desde que sale hasta que pone el sol. Y, aunque tenemos poco, todo lo que tenemos se lo debemos a él. ¡Y, por si usted no lo ha notado, él sufre mucho cuando usted le grita y le hace pensar que si le paga el alquiler, no tendrá nada para darnos de comer a nosotros! ¡Y no tiene una idea de lo que lo aterra que un día usted nos eche a la calle, porque no pudo pagar! ¡No por él, sino por nosotros! Entonces, va al puerto y trabaja más y más. Y cada día se levanta más temprano y cada noche se acuesta más tarde para que a nosotros no nos falte nada! Y yo lo veo consumirse poco a poco y él no dice nada, pero yo sé que su dolor va por dentro, porque lo veo ojeroso y cansado. Sin embargo, siempre sonríe para consolarnos, para darnos esperanza, para hacernos creer que hay cosas buenas en el mundo. Porque él teme que nosotros podamos ver que no es así, que hay muchas injusticias y mucha gente sin corazón que, como usted, se atreve a herir sus sentimientos."

—Tiene tiempo hasta mañana por la noche, señor Sacks —oyó gruñir a la anciana—. Si para entonces no tiene el dinero, tendrán que irse de mi casa.

Teo se apoyó contra la puerta de la habitación como si le hubiesen dado una bofetada. Sólo que esto dolía más.

Un minuto más tarde, Dante entraba en la habitación con los ojos hinchados por unas lágrimas incipientes. Teo estaba en la cama con Steffi mirando las pinturas que habían hecho en el preescolar (sabía que si su padre llegaba y lo encontraba junto a la puerta, iba sentirse humillado por lo ocurrido en el pasillo; de modo que, cuando escuchó venir sus pasos, corrió a la cama donde estaba su hermana y simuló no haber oído nada).

—¡Hola, papá! —gritó con júbilo la nena y corrió a sus brazos—. ¡Mirá qué lindos los zapatitos que me regalaste! —dijo estirando el empeine, mientras se balanceaba a upa—. ¡Gracias, papi! ¡Muchas gracias! —Y, enlazando sus brazitos a su cuello, lo salpicó de besos.

Dante sonrió y Teo lo imitó. Al menos por esa noche, sintió que se le había aflojado el gran nudo que tenía en el pecho.

Al día siguiente, el señor Piero lo notaba distante y ensimismado. Una tristeza palpable le atravesaba los ojos.

Árdoras: La tierra de los revivientes [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora