Capitulo 10

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Para desgracia de Harry, tampoco pudo hablar con Severus pronto. Al llegar al Gran Comedor, dispuesto a hablar con el profesor, se encontró con McGonagall en la puerta, esperándolo.

Le dio todo un sermón acerca de haber alargado tanto la selección, haber armado un partido improvisado, armar alboroto con la sorpresiva visita de Viktor Krum, la estrella búlgara de Quidditch reconocida mundialmente, y muchas cosas más a las que Potter no presto atención por su nerviosismo y su ataque repentino de hiperactividad, que hacía que no pudiera quedarse quieto un solo segundo.

La cuestión es que McGonagall le dio a Harry una tarde de castigos con Filtch, y ni siquiera lo dejo almorzar antes de tener que ir a cumplir una detallada (y larga) lista de tareas junto al insoportable Squib.

Harry se pasó la tarde de aquí para allá, limpiando pisos, acomodando cuatros, sacando polvo, arreglando desastres que Peeves provocaba, entre otras cosas, con las molestas acotaciones del celador siguiéndole por todo el castillo.

Cuando por fin termino sus tareas pasaban de las cinco.

Se apresuró escaleras abajo, casi corriendo hacia las mazmorras mientras esperaba que Snape se apiadara de él y no lo matara. Diversos alumnos le dirigieron miradas intrigadas mientras el chico pasaba apresuradamente a su lado. Todos parecían preguntarse a donde iba el niño que vivió y venció con tanta prisa.

Cuando Potter llego al despacho de Snape no perdió ni un segundo antes de tocar la puerta con un patrón desigual. La puerta tardo un momento en abrirse, y al hacerlo un Snape con una ceja enarcada lo esperaba.

—Por favor, antes de matarme deja que escriba mis últimos deseos—dijo Harry, con tono teatral y dramático, esperando poder escapar de la ira de Snape con bromas—.

Severus no pudo evitar reírse, y dejo pasar al chico. No parecía ni mínimamente enojado, pero de igual manera Harry percibió que algo no iba bien.

—lamento haber llegado... cinco horas tarde—se disculpó Potter. Al ver que Severus no estaba furioso, ni mucho menos, se acercó a él y deposito un beso en su mejilla—.

—Podría castigarte, pero te he visto correr detrás de Filtch por todo el castillo toda la tarde—admitió el profesor, con tono divertido, pero la sonrisa no le llego a los ojos—.

Harry deslizo sus manos por la espalda del hombre, abrazándolo. Este le devolvió el gesto, envolviendo su cintura con los brazos, y le beso la coronilla.

—¿Todo bien?—cuestiono Potter, por fin notando que es lo que no encajaba. Snape no estaba enojado, sino que estaba melancólico. ¿Por qué?—.

—Todo bien—confirmo el profesor, pero ni el mismo se lo creyó—.

Harry lo miro con el ceño fruncido.

—Para ser alguien que se pasó la mitad de su vida mintiendo, mientes muy mal, Sev—le comunico el chico, y el profesor evito mirarlo—. ¿Qué sucede?

Severus suspiro, y sus ojos se clavaron durante unos segundos en los de Potter.

—Te vi hoy en el campo de Quidditch, mientras aceptabas el reto de Krum de jugar—explico el hombre, acariciando con delicadeza la cintura de Potter—. Parecías de lo más feliz... como un pez en el agua, por decirlo de algún modo. Solo reías y estabas completamente relajado y... —Snape hizo una pausa, dudando—. Y me choco el saber que yo nunca podría encajar allí—admitió el hombre por fin, evitando la mirada del menor—.

Harry lo miro, sorprendido. Severus parecía en serio dolido. Potter acaricio la mejilla del profesor con delicadeza.

—Claro que no encajarías allí—dijo Potter con tono dulce, y se apresuró a seguir hablando cuando vio el gesto dolido del profesor—. Éramos un montón de adolescentes jugando Quidditch, y a ti apenas te gusta el deporte—dijo Harry—. Pero yo tampoco encajaría en una de tu cenas elegantes—dijo Harry, imaginándose que tan desastroso podía ser eso. Cada sábado, Snape comía en casa de los Potter. Todos los domingos se reunía con quien sabe que en una elegante cena muggle—. Pero todo eso no importa, porque nosotros encajamos aquí—le aseguro Potter. No específico donde era 'aquí'. Ni el mismo lo sabía. Pero algo si sabía, y es que Severus y el encajaban, no importaba donde—.

Severus sonrio apenas, más relajado por las palabras del menor. Se acercó un poco a Potter.

—supongo que ahora que el tema esta aclarado—susurro, y Harry sintió el aliento del hombre en la cara. No pudo hacer menos que estremecerse—, deberíamos hablar de tu castigo.

La sonrisa del profesor puso nervioso a Potter.

—¿Castigo?—repitió, nervioso. Severus sonrio aún más, y la malicio se vio pintada en sus ojos—.

Severus lo beso. Los labios del mayor poseyeron los del menor, y su lengua no tardo en abrirse paso a la boca de Harry. Potter se sorprendió por la intensidad del beso, pero de igual manera se lo devolvió a Snape sin rechistar. Severus lo cargo sin mucho esfuerzo, y sus manos aferraron los muslos de Potter. Este enrollo las piernas en la cintura de Severus sin dudarlo, mientras sus manos aferraban los cabellos del profesor. Severus apoyo al chico contra la pared más cercana, generando fricción entre ambos cuerpos. Harry ahogo un gemido contra los labios de Severus, completamente inmerso en el beso. La fricción entre ambos aumento, y Harry volvió a gemir tonta los labios de Severus. Deslizo las manos bajo la remera que llevaba el mayor, acariciando su pecho. Severus aferro el trasero de Harry en respuesta. Harry sintió que sus pantalones eran demasiado apretados.

El profesor termino el beso, alejando su cara unos cuantos centimetros de la de Potter. Este se inclinó hacia adelante, dispuesto a volver a besarlo, pero Snape lo evito. Harry lo miro, jadeando, y se dio cuenta de que el hombre había vuelto a poner la maliciosa sonrisa.

Lo dejo en el suelo con cuidado.

—si no te importa, tengo una cena a la cual acudir—le dijo Snape, con tono tranquilo—.

Harry hizo un puchero.

—Eres malvado—se quejó—. Desde el principio pensabas dejarme así ¿verdad?

Severus sonrio.

—Puede ser—admitió el profesor, y Harry le propino un lastimero golpe en el pecho—.

Potter frunció los labios, y saco el inferior hacia afuera, siguiendo con su puchero.

—Eso es cruel—se quejó el menor, aun con la sensación de que sus pantalones le quedaban demasiado apretados gracias a cierta erección que el profesor había provocado—.

Severus se rio, enternecido por el puchero de Harry. Beso a Potter, ahora con más delicadeza, y el chico ni siquiera se resistió.

—Volveré en un par de horas—le prometió, aun a centimetros de su cara—. Si quieres, puedes quedarte aquí y...—se acercó aún más a él, susurrando en su oído—podemos terminar con esto.

Harry se estremeció al notar el aliento del hombre en su oído, y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, el hombre ya no estaba.

Harry suspiro.

—será mejor que me dé una ducha... con mucha agua fría.

Por Un Bien MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora