Capitulo 6

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En cuanto entro a su cuarto Harry cerró la puerta tras de sí y la trabo con magia para que nadie pudiera abrirla. Se recargo en esta, intentando no hacer ruido mientras sentía una fuerte opresión en el pecho.

Se había negado a admitir que aquello que sentía cuando veía a Snape fuera cualquier otra cosa que un efecto de la poción, pero luego de verlo junto a su hermana no podía seguir negando que el hombre le gustaba, quizá hasta más que eso.

Le dolía el pecho y los ojos le ardían a causa de las lágrimas. ¿Por qué tenía que gustarle Snape?

Al otro lado de su cama, alguien se removió. Draco se incorporó a medias, mirando al chico con somnolencia. Harry lo había dejado alli, durmiendo, sintiendo que sería egoísta mantenerlo despierto solo porque él no podía despertar.

—¿Harry? ¿Qué sucede?—cuestiono el chico, con voz ronca. Harry no contesto, aun conteniendo las lágrimas. Draco se levantó, notado que algo andaba mal con el chico—. ¿Harry?—volvió a preguntar, poniendo una mano sobre el sobre del chico. El dolor en el pecho por fin venció a Potter y Harry dejo salir las lágrimas. Abrazo fuertemente al chico, y Malfoy le devolvió el abrazo, sorprendido—.

—te lo explicare luego, lo prometo. Pero ahora... solo abrázame—pidió Potter, con la voz rota—.

Draco asintió, sin dudarlo. Nunca había visto a Potter así. Lo había visto furioso, triste, feliz, esperanzado, y hasta enamorado. Pero... nunca así. Nunca tan destrozado.

. . .

Snape entro a la habitación tiempo después. Luego de haberse deshecho de Emily, y haberse calmado luego de lo sucedido. Emily, su ahijada, la niña de sus ojos, la que para el aún era una niña pequeña, lo había besado. LO HABIA BESADO. Sin hablar de que Potter los había visto. ¿Qué podría pensar el chico de él ahora? Le había costado tanto poder entablar una amistad con él, luego de tantos años soportando su indiferencia, que no soportaría haber perdido al chico ahora, justo cuando pensaba confesarle lo que el sentía...

Al abrir la puerta, burlando fácilmente el hechizo que el chico había puesto, el alma se le cayó a los pies. En la cama del chico, ahí se encontraba Potter... durmiendo plácidamente entre los brazos de Malfoy.

. . .

—vamos, Potter, te guste o no debes tomar el tren—le dijo Malfoy por decimoquinta vez, dos semanas luego del incidente—.

—No quiero—repitió Potter, como un niño caprichoso—.

—Harry, veras a Snape cuatro horas por semana, ni siquiera tienes que comer en el comedor si no quieres—argumento Malfoy nuevamente. Harry no había vuelto a ver a Snape luego del beso del profesor y su hermana, y se negaba a hacerlo si podía.

—cuatro horas son mucho tiempo—dijo Harry, y Malfoy bufo—.

—mira, Potter, o lo haces a las buenas, o a las malas. Sabes que puedo llevarte a rastrar hasta Hogwarts su es necesario—amenazo el rubio platinado y Harry bufo, sabiendo que era verdad—.

—Bien—acepto Potter, gruñendo, y tomo sus cosas, encogidas para que pudiera llevarlas en el bolsillo—.

—deja de comportarte como un niñito. La mejor manera de vengarte de una persona que te lastimo, es lastimarla todavía peor—dijo Malfoy, con gesto desinteresado—.

Harry bufo. No quería hacerle daño a Snape. Solo no quería volver a verlo en la vida, mucho menos como su cuñado.

—¿Ya se van, chicos?—cuestiono Lily, entrando en la sala—.

Por Un Bien MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora