Seguridad

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Las lágrimas siguieron saliendo por un largo tiempo, aquella agua salada que sus ojos expulsaban no podían ser controladas, le dolía su corazón que nunca antes había comenzando a amar, le dolía demasiado a ver su amado en la compañía de alguien más, esa persona que por lejos se notaba que había escapado de un hospital psiquiátrico salía con su amado y él no podía tener ese lujo que siempre quiso tener cuando conoció a Yami, acaso la persona que se parecía a Marik... ¿Era paciente de su maestro? No lo creía, después de todo un psicólogo no puede salir con sus pacientes.

Se levantó del suelo, estaba recargado en la puerta del baño para poder evitar que alguien más entrara y lo viera de esa manera, no quería que sus amigos lo vieran de esa manera, realmente le dolían las emociones que surgieron al ver esa escena que aún estaba atormentando su cerebro y que repetía ese acontecimiento una y otra vez. ¿Acaso tendría una oportunidad con Atem? ¿Era un rival para esa persona y para el esposo? Se acercó al lavamanos para limpiarse la cara y borrar cualquier rastro de llanto que pudiera quedar en su rostro antes de salir de nuevo con sus amigos.

Una vez que Yugi se sintió mentalmente preparado para salir se dispuso a regresar, al llegar con sus amigos se sentó en su lugar y una vez más en ese semestre, fue envuelto en muchas preguntas que no quería contestar, no estaba de ánimo para nada, de hecho, ni siquiera se sentía capaz de probar la hamburguesa que estaba tal cual que cuando la soltó al ver la escena tras la ventana, el hambre se le fue y la preocupación en sus amigos creció dejando ver una extraña mueca de preocupación en sus rostros, sobre todo en el chico de cabellos cenizos que aun insistía en saber que estaba pasando y la razón por la cual Yugi se fue sin decir ninguna palabra.

El sol estaba en esa posición del día en la que avisaba que muy pronto se ocultaría y dejaría que la luna y las estrellas junto con el manto de la noche llegaran de repente, sin más, sus amigos y el salieron del local dejando pagado todo. Pero para fastidio del tricolor, esta vez fue Ryo quien trató de hacerle ver que se encontraba entre amigos y que no era bueno que lo guardara todo en su interior, al menos eso era lo que el terapeuta del albino le decía, pero una vez más la simple contestación de siempre volvió a salir de sus labios

- Estoy bien chicos, de verdad.

Jonouchi tuvo que retirarse debido a que su casa quedaba al otro lado del centro, Ryo dejó atrás sus preguntas y con una mirada de súplica miró al oji-lavanda para ir a su casa donde seguramente su hermano mayor lo estaría esperando, en el caso de Yugi, gran parte del camino no dijo nada, de seguro en su rostro ya estaba claramente plasmado que no quería seguir hablando del tema o seguramente terminaría explotando, mejor así, lo último que realmente quería era el desquitarse con su mejor amigo, porque eso era Marik para él, su amigo más cercano.

Una seca despedida por parte de Yugi rompió el silencio una vez que llegaron a la casa de Marik, el contrario le regreso aquella despedida y aunque no quería ir a casa sin antes asegurarse de que el tricolor estaría bien, el oji-amatista lo convenció de lo contrario de que entrara o al momento de regresar estaría ya oscuro y que sería peligroso. Ya con Marik adentro de su casa, el más pequeño de estatura siguió en su camino rumbo a su casa tratando de alejar lo que paso hace unos minutos atrás en aquella salida de amigos, esa trágica escena.

Su dulce hogar estaba ya a su vista y no pudo evitar apresurar su paso para entra a la casa-tienda, lo primero que notó, como era ya natural al entrar en aquella casa que lo miro crecer, era a su abuelo que estaba leyendo un pequeño libro, de aquellos que vienen cuando compras algo nuevo, un libro de instrucciones. Antes de que él quisiera preguntar qué pasaba, se dio cuenta de inmediato que todo en la tienda seguía completamente igual, los mismos estantes, las mismas cosas, pero había algo que le decía que no todo estaba en orden, que había algo nuevo en aquella tienda.

Alzo su vista, no es como si el techo siempre estuviera adornado, porque no lo estaba, sino más bien, sintió la necesidad de ver en cada rincón de aquel espacio para saber que pasaba y porque esa sensación de que algo lo estaba observando. Claramente al ver el techo se dio cuenta que bien escondida a aquellos que desconocían o entraban a solo a comprar en la tienda, pero para el que siempre estuvo atrás y adelante del mostrador era muy fácil de darse cuenta, era una cámara de seguridad que ahora estaba ahí, y estaba seguro que había algo más.

- ¿Abuelito?

Su voz no se escuchó tan fuerte como para hacerse notar, pero en un espacio pequeño y con su abuelo únicamente presente no había ninguna de necesidad de hablar más fuerte. Su abuelo levanto su vista, apartándola del manual de instrucciones y encontrándose con los ojos amatistas de su nieto, que, en sumo silencio y llenos de curiosidad, preguntaban qué estaba pasando, el abuelo con una sonrisa que se le salió, comentó que aprovechó que había salido con sus amigos a pasar el rato para poder instalarlas, que estaba leyendo para saber cómo funcionaban mejor dichos artefactos.

El más joven de los Mutou se preguntaba si era necesarias las cámaras de seguridad en la tienda, pero si recordaba las noticias que van y vienen en Domino, tal vez la respuesta sería un rotundo sí. Últimamente, la Ciudad Domino que antes era pacífica y tranquila, poco a poco se estaba quedando atrás, no tenía mucha delincuencia como en otras ciudades de Japón, pero era posible ver cómo había aumentado la tasa de delincuencia en los tiempos de ahora que en los de antes, su abuelo únicamente estaba siendo muy precavido al comprar e instalar aquellas cámaras de seguridad, solo por si algo sucede.

Su vista seguía mirando la tienda hasta que cierta caja negra llamo su atención, no la había visto al momento de llegar, hasta ahora que noto aquellas cámaras de seguridad, con un paso normal se acercó a aquella caja que ya anteriormente conocía por aquellos programas de casos policiales, sabiendo un momento lo que era, no pudo evitar abrirla y ver el contenido que esta tenía y efectivamente, era el lugar de una Baikal IZH Margolin de calibre 22. Nunca se imaginó que su abuelo supiera manejar armas y menos de fuego, pero aquella pistola pareció brillarle al notar a las amatistas.

La mano del tricolor estaba queriendo agarrar aquella pistola, una película en su mente comenzó a reproducirse como si fuera una visión de un futuro no muy lejano, esa arma podría sin querer, poner alguna de sus balas en unos zafiros tan fríos como el hielo o unos lavanda de un loco que era capaz de matar si estabas en la lista negra, esa era la percepción que tenia de aquel loco, aunque a los psicólogos no tenían prejuicios, no podían juzgar, su opinión personal no importa, aun no era un psicólogo, pero tenía que ponerse en ese papel... tenía que...

La voz de su abuelo lo sacó por completo de sus pensamientos, su mano estaba a solo unos milímetros de tomar el alma, sentía con la yema de sus dedos aquel frio objeto que en manos equivocadas podía ser un mal presagio, podría llevar a un error que se pagaría muy caro. Apartó su mano rápidamente y cerró aquella caja para ver a su abuelo, no quería preocuparlo, no quería seguir escuchando aquellas preguntas que no iba a responder, simplemente le regalo una sonrisa y con la excusa que comió demasiado se fue a su habitación.

Subió las escaleras y se acostó en su cama, la puerta había azotado cuando la empujó con fuerza para que se cerrara, si su abuelo lo escuchaba o no, no le interesaba, solo estaba el hecho de que estaba asustado, asustado de lo que hubiera pensando si su mano hubiera tomado por completo aquella arma que estaba tranquilamente colocada en esa caja, esos pensamientos jamás los había tenido antes, ¿sería su maestro de sociales?, no lo sabía, pero no quería estar pensando en ello, tal vez sería el momento como de Ryo, de ir a terapia y eliminar todo aquello de una vez.

¿Debería de buscar otras escaleras para poder encontrar la vida perfecta?

Escaleras de perfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora